Friday, May 28, 2021

Estrenando (por escrito) la abuelidad

 

Señal de Alerta

por Herbert Mujica Rojas

28-5-2021

 


Estrenando (por escrito) la abuelidad

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Emilia Alejandra, hija de Alejandra y Alonso, nació ayer 27, iniciando lo que será felicidad renovada, esperanza fructífera, luz de un porvenir que hoy alumbra con más potentes y renovados faros. ¡Por hoy los puristas del castellano, pueden irse a freír monos! La abuelidad es una estación en los Caminos de Nuestra Señora la Vida, a la que acabo de ingresar, humilde y contento.

 

He oído múltiples versiones de qué se siente cuando ganamos el rango de abuelo o abuela. ¡Qué raro!, yo no siento nada, pero sí me he visto en la dulce tarea de poner en blanco y negro el testimonio sobre el pórtico que con una nueva vida nos muestra caminos, alamedas, trochas por las que discurrir, de ahora en adelante.

 

Sé por un amigo que él se tira al suelo compartiendo con sus nietos y juega con ellos de todas las maneras posibles. Sin ser regresionismo, aquél se involucra con almas inocentes y se divierte a más no poder. Como Emilia es demasiado joven, para que eso me ocurra, tendrá el tiempo que dar varias vueltas y acaso algún día acometa tan tierna como bella estación. Pero si hay muñecas, me voy a sentir raro, muy raro.

 

En meses anteriores y premunido de la hermosa noticia que se nos venía la abuelidad, fui a varias tiendas para escoger la mejor pelota. Los hombres simples casi siempre deseamos que el nuevo ciudadano sea varón. En este episodio no fue así por tanto la alegría de una niña redobló nuestro júbilo.

 

A medida que enhebro estos cortos párrafos sí compruebo que hay alertas y señuelos que nos recuerdan que el tiempo ha pasado y que son otros los protagonistas porque la rueda incesante y vital es así: gira y gira y en esas evoluciones hay que hallar los caminos. No es el cabello níveo tan solo, es que el nacimiento de Emilia otorga sentido, profundidad, determinación para seguir y seguir estando orgullosos de nuestra estirpe de buenos hombres y mujeres.

 

Alejandra y Alonso: a ustedes toca la hermosa responsabilidad de bruñir el diamante que les acompaña desde ayer. Concebida en amor, deberá crecer en una sinfonía que reconozca las etapas naturales de una relación de pareja. Que nunca se pierda la antorcha luminosa que les llevó a unirse en matrimonio porque será también esa virtud la que arropará y enorgullecerá a Emilia, nuestra nieta.

 

Esta vez el pregón anuncia una buena nueva. Confío en no robarles tiempo de lectura con algo que puede no ser de total incumbencia para los amables lectores que desde hace largos años reciben el literal bombardeo de noticias, denuncias, reflexiones, críticas con que suelo homenajearles sin que me lo pidan, tempranísimo todas las mañanas.

 

Y si algún purista aún tiene ganas de impugnar el término abuelidad, ya lo anuncié líneas antes: que se vaya a freír monos.

 

¡Viva la vida!