Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
3-11-2024
¡Quejas y lamentaciones!
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Si se tratara de una
enciclopedia actualizada en torno a quejas y lamentaciones, las más
pintorescas, aburridas y prosaicas, ¡Perú se alzaría con todas las preseas!
Desde el nacimiento a la tumba, los ayes, signan el devenir nacional.
Por alguna sinrazón la
cultura y sus expresiones en todos los estratos sociales discurren por el
cansino lamento, el ay estentóreo y el pesimismo hecho el pan nuestro de cada
día.
Reaccionamos horrorizados ante
los huaicos pero lo único nuevo, aparte de su conocido volumen de barro, basura
y fetidez, es que NO se hizo nada en previsión de estas tragedias y ya se viene
el verano con sus aguas copiosas mientras que en Piura sólo hay abastecimiento
para los próximos 30 días.
Las exégesis abundan y
casi todas aciertan en el análisis: ¡no parece muy difícil interpretar el
descontento, el divorcio Estado-país, la antinomia gobierno-pueblo y resaltar
el profundo como estúpido desprecio que tienen quienes están en la administración
pública por el resto del Perú.
A los peruanos parece
contentarnos el examen de situación, los rostros graves, las lágrimas
ocasionales ante la desgracia, los videos que filman la furia de la naturaleza
y los discursos plenos en ofertas que se hacen con rapidez y se olvidan ¡con
más rapidez!
Nótese las primeras planas
de los diarios, el comentario en las radioemisoras y el reportaje en torno a
los ajusticiamientos con muerte en cualquier parte del país. La trama
sangrienta no sorprende ni asombra. Quien siembra vientos (gobierno
ineficiente), cosecha tempestades.
¡Cómo que nos gustara
sufrir pero en el peor de los sentidos porque somos campeones en la queja y los
maestros en la ineficacia, pero si de robar se trata en los contratos o
servicios, siempre estará presente la mano larga del burócrata corrupto!
Somos ferozmente buenos
para analizar por qué se produjo la masacre o cómo el Estado no atiende a las
poblaciones lejanas.
Pero también ostentamos el
dudoso privilegio de ser inútiles para emprender reformas genuinas y ser
cobardes para señalar con el dedo acusador a los traidores y ladrones que
abundan en la burocracia, en el Congreso, en los ministerios y en la cosa
pública en general.
No hay partidos, sólo
clubes de amigos a quienes seduce no el cambio del país ni de su gente, sino
los buenos estipendios y goces que da el Congreso. Con el paso acelerado hacia
el 2026, cientos se afilan las uñas y dientes con la aspiración de ser
senadores o diputados.
No hay ideas, sólo
armazones que se usan para la ocasión y de acuerdo al facilismo que otorga una
globalización desnacionalizante y pulverizadora de cualquier civismo o apego
creador a la tierra, a la historia y a nuestras tradiciones constructoras de
país central en América Latina.
¡Es hora de despertar del
letargo imbecilizante que ha reducido a sociólogos, antropólogos, periodistas,
psicólogos y politólogos, en egregios mariscales comentaristas de derrotas y
fracasos!
Aunque sea por pura
fórmula, con pronóstico anticipado de inútil, hay que exigir que legisladores,
gerentes públicos, gobernantes, comprendan que los bienes del Estado se cuidan
y que una pista malograda, la inundación de campos de cultivo, el derrumbe de
casas, son daños letales que hay que prever y no lamentar después con proclamas
lloronas.
¡Instruyamos a nuestros
jóvenes en el reto que desafía y, a la vez, forjemos conciencias libres que
aprendan a triunfar desde pequeños! ¡No a las verdades a medias que dicen
nuestros políticos inmorales!
Mientras que seamos el
país del después y nunca del antes, veremos nuestras fronteras, no sólo
físicas, invadidas por los países limítrofes y enajenada nuestra noción de
historia y Ande indisoluble del peruano desde siempre.
¡Quienes no vean lo
difícil de las horas presentes, nunca podrán superar el fracaso anunciado del
mañana!
¡Es, prácticamente, toda
nuestra historia republicana, plena en mentiras, embusteros, delincuentes con
apellidos “honorables” que se hicieron escribir panegíricos y libracos!
A los peruanos toca con
inteligencia, audacia y talento crítico y muy exigente, comprender nuestras
limitaciones, vencer las taras y acompasar la nación al ritmo de las grandes
civilizaciones.
Siempre me sorprende la
capacidad de olvido de nuestro pueblo. No poco se debe a que los gobiernos
eliminaron, desde hace décadas, cursos tan importantes como historia del Perú,
educación cívica, geografía, economía-política, en la educación escolar.
Reflexionar actuando y
marchando hacia el porvenir que nos debe una victoria que no será fácil, es el
deber de hoy y del futuro.