Señal
de Alerta
por
Herbert Mujica Rojas
27-10-2005
¿Democracia o clamoroso fraude
interno?
Cuando
hasta cuatro partidos políticos, o más bien clubes electorales, coinciden en
que la “democracia interna” debe escoger a sus candidatos a parlamentarios e imparten
directivas para “custodiar” la “legitimidad” del proceso, hay derecho a pensar
que algo está pasando en el Perú como para que, en nombre de la democracia,
cúpulas o pandillas directivas, establezcan ciertas trampas innobles. Por
ejemplo, los que seleccionarán y tendrán la palabra final sobre quiénes podrán
postular al Parlamento, son los actuales legisladores que en 99% de los casos,
aspiran a la reelección. Por tanto, los gatos están de despenseros.
Para
muchos inquilinos episódicos, cuasi anónimos, profundamente mediocres, ilustres
don nadie de la política nacional, el Congreso es una fuente de ingresos
seguros y de pitanzas para los parientes, queridas, amigos, primos, hermanos,
tíos, sobrinos, etc. Además, la influencia que desde allí se imparte, no es
poca. Los megalómanos disfrutan cuando los medios destacan muchas de sus
tropelías y las complicidades para tapar los reales problemas álgidos y casos
de inmoralidad pública se dan a cada rato. Pero, no lo olvidemos, hay tropas de
asesores, batallones de secretarias y escuadrones de hueleguisos que viven a
costa de lo que paga este poder del Estado.
Si
los partidos o clubes electorales, nombre más apropiado hoy por hoy, deciden
que los amigos y simpatizantes también puedan votar por sus candidatos en una
elección primaria y que eso pasa por un empadronamiento masivo, lo que es una
aparente acción democrática es pasible de un cuestionamiento directo: ¿qué
ocurre si el candidato compra adhesiones masivas de familias enteras en núcleos
vecinales para que voten por él? Prima el sentido dinerario y para nada el
político o ideológico. Es decir, quien tenga dinero, puede conseguir abrumador,
enorme, gigantesco y copioso “respaldo” que sus dólares o euros compran con
lista y por cuadra o urbanización. ¿Democracia o clamoroso fraude interno?
¿Qué
pasa si el militante, que conoce a sus dirigentes, porque es un hombre de base,
con años de hoja de vida, en las buenas o las malas, comprueba que un ajeno,
pero que sí tiene mucho circulante, “gana” las internas y desplaza a aquél cuya
aspiración es mucho más legítima y meritoria que la del recién llegado?
No
hay nada más inmoral que ser juez y parte. Que los congresistas o los que
quieren volver a serlo, vía reelección o acomodo, califiquen y manipulen a su
gusto, leal saber y entender, la confección de la lista oficial, genera la
complicidad de los intereses que se arrebañan alrededor de sinecuras y
pitanzas, pero los principios, las ideas y el sentido político o histórico de
cualquier movimiento, quedan al margen por ser considerados un estorbo.
Por
tanto, la candidatura, tal como la he leído en circulares de estos clubes
electorales, se constriñe para aquellos que puedan comprar, como en botica, los
votos de sus simpatizantes a quienes pueden gratificar o sobornar. En suma: la
candidatura es una vil mercadería que se refiere al poder dinerario. Y hay
legisladores que son dueños de minas, de negocios mil, de dineros que vienen
del exterior merced a tratativas ocultas y extrañas, pero reiterar la pregunta
aunque incómoda, deviene natural y obligatoria: ¿democracia o clamoroso fraude
interno?
Que
los simpatizantes y amigos, más los militantes, puedan sancionar en comicios
internos, la legitimidad de la candidatura del aspirante presidencial, sí es un
anticipo de cómo va el clima político para el 2006. Pero, a tenor de lo dicho,
la misma figura aplicada para escoger a los postulantes al Parlamento, tiene
todo el sabor de un criollísimo y pestilente engaño que no tiene nada de
democrático ni saludable.
¡Atentos
a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos
al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos
el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
Lea
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