Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
8-9-2020
¿Qué país somos: de
todas las sangres, chicha, bananero o qué?
Mientras que a algunos formales se les antoja el
bicentenario (1821-2021) como un hito emocionante de celebración y pompa (de
liberación o revolución no se trata, sin duda), los sucesos múltiples,
aberrantes, abisales y cotidianos, nos hacen preguntar con modestia potente:
¿somos realmente un país?
Perú existe a pesar de sus gobiernos y de un Estado deforme,
maltrecho, ineficaz, letalmente atrasado.
Pruebas o taras al canto.
Hay un lío de dimes y diretes, chismes, agravios, irrespetos
a todos los derechos pero sobre todo la demostración de cómo la magistral, por
sucia, cátedra del montesinismo, hizo patética realidad en el Ministerio de
Relaciones Exteriores-Torre Tagle. A nadie escapa que todos los involucrados en
el sainete de conjuras y víctimas con nombre y apellido, así estén en París o
Nueva York o en cualquier parte, merecen el repudio público más categórico y su
inmediata destitución. ¿Para eso les paga el pueblo con sus impuestos? Que
nuestra diplomacia que ya deja mucho que desear y así lo narra un libro
formidable a salir en 90 días, con revelaciones a cual peor, esté enfangada en
un festival de bajezas, no representa ningún grito civilizado.
La pandemia nos ha herido con cientos de miles de infectados
y muertos. Pero hay estúpidos químicamente puros que no entienden que la
prevención, mascarillas y protocolos indispensables, distancia social, son
obligatorios o se mueren y se agolpan en un entierro de una joven en
provincias. ¿No se dan cuenta del crimen que se infieren a sí mismos? A eso se
llama “cultura” tanática.
Un par de sábados atrás, 13 ciudadanos, más mujeres que
hombres, perecieron pisoteados en una discoteca en la zona norte de Lima. Y las
filmaciones tardíamente descubiertas dejan entrever una torpeza policial abominable.
¿Que no se sabía de aquellos convites ilegales y prohibidos o todo fue un
asunto de quién sí logró cobrar la coima perjudicando al otro en carrera que
tomó venganza de la manera más primitiva? El robo vale más que la vida y así
nos lo hicieron saber.
Faltan pocos meses para la elección de presidente y Congreso
y los miedos de comunicación nos embuten a los preferidos que las encuestas dan
como “punteros”. Resulta que algunos ¡ni siquiera conocen más allá de Lima o su
distrito más que de visita! Ergo, es hasta posible que tampoco puedan definir
el dolor transido del hombre y mujer de a pie o de qué se siente cuando el
hambre carcome y anemiza cerebros y cuerpos. ¿A cuento de qué tanto afán para
que admitamos que los nombrados son los que están en el partidor? ¿Meta inicial
de qué aventura irresponsable y frívola o un disparate que manejan a su antojo
poderes económicos muy fuertes?
El pueblo votó contra la bicameralidad en 90% en el
referéndum del 2018. Y unos infelices desde su Comisión-Madriguera nos comentan
que van a plantear el renacimiento del Senado. ¡Cómo si no nos diéramos cuenta
que se trata de un vulgar asunto para solucionar los fines de mes, inflar el
ego superlativo y disfrutar el salir del anonimato! ¡Pamplinas!
¿Qué son los partidos políticos? En realidad NO existen
aquellos. Son clubes electorales, usinas colocadoras de termitas feroces para
destruir la caja fiscal o cualquier reserva porque se trata de vivir bien y que
el resto se las arregle cómo pueda. Algunos, señaladamente los miembros –los
que quedan- de la agrupación más antigua, añoran, recuerdan y hasta se
emocionan con calles y marchas, cánticos y protestas, el pueblo votando con los
pies haciendo de su proclama fe y esperanza. Lo lamentable es que todo eso
pertenece al pasado irrepetible y que son otros los tiempos.
Impertérritos e insolentes las plagas de la falta de salud, pésima
alimentación, agro insuficiente, injusticia en el reparto de las riquezas, industrialización
en pañales, educación anacrónica, falta de moral en la cosa pública, nos siguen
azotando desde cientos de años de atrás, mucho antes del bicentenario y como
males adscritos en el defectuoso ADN social peruano.
Pertinente la pregunta:
¿Qué país somos: de todas las sangres, chicha, bananero o
qué?