¡Alma en
pena con doble moral!
por Zully Pinchi Ramírez; zullyarlene39@gmail.com
11-4-2018
Hay golpes en la vida, tan
fuertes...¡Yo no sé!
César Vallejo
Mi musa ha
despertado en el 2013 y está en un mundo imparable de modernidad y con una
tecnología tan extraña y avanzada que descubre un teléfono móvil que suena
entre sus ropas y en la pantalla encuentra la aterradora y cruel imagen de su
verdugo, de su secuestrador que la acosa con el propósito que nunca conozca el
verdadero amor. Después de vida tras vida de castigo, un siglo después, resulta
ser su esposo.
La invisible
musa pasea en silencio, entra a una casa con varias habitaciones, un sonido
llama su atención, mira los espejos y se introduce en ellos y repara en una
mujer alta, muy robusta, maquillada, con peluca rubia y rizada, con un lunar
negro cerca de sus labios, con largo y elegante vestido, bailando con
movimientos bastantes toscos y de pronto la disfrazada siente una presencia
invisible, se asusta y siente pánico, abandona el antifaz, peluca, vestido,
zapatos y viene la sorpresa más grande, aquella
es un hombre con doble moral, un político y es ni más ni menos que el esposo de
la protagonista de está crónica. El individuo presuroso se pone un traje,
retira el maquillaje y pretende ir a sus funciones de caballero formal y
legalista que intenta hacer lo políticamente correcto ante su propia hipocresía, los golpes tan fuertes de la
vida, las recriminaciones de una religión sin salida y de un podrido y
sancionador círculo social.
Los
Heraldos Negros, poema que voy leyendo camino a Zaragoza, mientras veo a lo
lejos el verde infinito, de un amplio horizonte campestre y no puedo evitar la
creación de mi propia historia, buceo al pasado, imagino a mi musa, antes de
entrar en el oscuro laberíntico del tiempo.
En esos
parajes, la probanza del dolor, en un mundo tan alejado de la bondad.
Perdida, triste
y deprimida, tal vez, puedo cambiar el nombre y edad a la mujer que imagino en
un torbellino violento, envuelta en líos de vida y muerte, de gloria y sangre,
de psicópatas y delincuentes y su frustración de no poder salir corriendo por
una de tantas puertas cerradas con candados de bronce, hierro y cobre.
Mi musa se
siente humillada, rompe a llorar, quiere convertirse en una mariposa azul y
libre, volar, encontrarse con el inmenso jardín y además sueña con mil rosas
rojas con la esperanza que los pétalos no marchiten ni sean arrastrados por el
viento.
Concurre
entonces a una majestuosa residencia, parece un palacio, usa sus poderes ocultos
y por unas horas se convierte en una lámpara de cristal, desde lo alto del
recinto observa todo, las conversaciones, ella es íntegra luz y se enciende al
escuchar tantos acuerdos de mentiras, contratos criminales y negocios de
corrupción, su corazón se oprime, mientras observa una dama en su esplendor
tomada de la mano de su verdugo y es ella misma que ha tenido un
desdoblamiento, ha podido ver a lo lejos la desesperación en su propia mirada de contar los segundos para huir de aquél ser sin alma
que se ha convertido en su esposo y la tiene atada.
Ella indignada
invoca la fuerza de seres sobrenaturales, no aguanta más, se desvanece la
magia, las luces se apagan, caen los cristales, llega la oscuridad, entonces
aprovecha el difuso movimiento de los invitados, suelta la mano de su opresor y
algo con más poder que el propio latido del universo, la convierte en su
anhelo: una mariposa, y de pronto la veo cerca de la luna del tren con rumbo
hacía el jardín verde y yo sigo leyendo y susurro: ¡Hay golpes en la vida, tan
fuertes...¡Yo no sé!
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