Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
16-12-2023
¡Crímenes de palurdos y mafiosos!
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De la manito, aconchabados en la extrema vulgaridad de su
impostura delictuosa, los palurdos y mafiosos se han apoderado de casi todas
las instituciones oficiales del país. No es que éstas fueran ejemplares, pero
funcionaban de alguna manera.
Al momento de redactar estas líneas aún se desconocía si la
presa apetecible de la Junta, iba a ser engullida con la defenestración de sus
integrantes, a quienes se iba a fulminar porque estorbaban los planes
siniestros de los capo mafiosos.
A los capo di tutti di capi les urtica y resiente que la
gente sepa quiénes son, cómo actúan, cuáles sus testaferros y operadores, en
qué bancos mueven el producto de sus robos o depositan las grandes coimas que
les caen por sus “cachuelos” (peruanismo que equivale a favor).
Es más, los capo mafiosos se han construido una imagen con
la prensa y los miedos de comunicación aceitados y lubricados, anuentes hasta
la náusea que se complace en “entrevistarlos”, “tomarles declaraciones” y
señalarlos como “forjadores de opinión”.
¿Desde cuándo una mula o un burro “forman” opinión? ¡Hasta
las tropas de ayayeros están bien entrenadas en las redes sociales y emiten
loas a sus pagantes, tarde, mañana y noche!
Los inquilinos precarios que moran en Plaza Bolívar, ridículos
hasta en sus más mínimas expresiones, creen que gobiernan. Son meros y palurdas
correas de transmisión de los grandes poderes que se hacen dar leyes pro domo
sua y cuidan tan solo sus intereses egoístas.
Diez, veinte, treinta años estafando la fe del peruano que
creía en los políticos y grandes gerentes o funcionarios a quienes ha visto
enriquecerse. Sin atisbos de beneficios para el pueblo, tan solo la del león la
“ganaron” los vivazos mafiosos.
¿Se puede caer como país o sociedad a un hueco tan hondo
como el actual? La gran mayoría de respuestas discurre por el pesimismo, la
visión nublada, el ánimo por las alcantarillas.
Un dato de salud sí que puede reivindicarse. En cierto
recinto con sus 130 integrantes no hay el más mínimo peligro de infarto
cerebral. Dicen los médicos que para sufrir ese embate, se precisa
¡necesariamente! de cerebro. ¿O no es así?
Los rateros de cuello y corbata, luenga permanencia en
sillones feraces en la creación de estafas, son lo que son y nada va a
cambiarlos. Son delincuentes por convicción y temperamento.
¿Se van a ir el 2026 o ya están planeando por dónde alargar
el imperio mafioso de que son dirigentes a lo largo y ancho del Perú?
En algunas oportunidades, y lo reafirmo, he ensayado la idea
de un gran frente unitario que agrupe a todas las colectividades del signo que
fueren pero que lleven como breviario cardinal para sus esfuerzos: ¡lucha
contra la corrupción y sus embajadores!
Un conjunto humano que amalgame el canto protestante de
jóvenes, viejos, veteranos y bisoños con el inconfundible propósito de limpiar
de alimañas la cosa pública e institucional del Perú, tiene para sí la chance
de dar partida a la renovación genuina y raigal.
Precísase voluntad de triunfo, sinceridad y sobre todas las
cosas, vocación de sacrificio para reconocer que es hora de la vanguardia
juvenil y que los que ya estuvieron, suficiente, ahora su puesto es en la
retaguardia con el consejo y la experiencia.
¿Por qué los importantes movimientos provinciales no han
continuado con sus impulsos vigorosos de cuestionamiento y protesta hacia el
Perú oficial? Hay entusiasmo y convicción, no bastan aquellas solas.
¿Cómo hacen los capomafiosos? Se guarecen bajo el nombre de
algún partido y tienen a mercenarios asalariados que salen a mover sus
banderitas zafias, gritando y vociferando. ¡Hay que justificar el sueldo o la
pitanza, siempre venida de canteras deshonestas!
Las hombres y mujeres de bien tienen que aprender a forjar
sus propios recursos y eso solo se logra con una gran campaña nacional, unida
en sus propósitos y acerada en sus ambiciones por un Perú libre, justo, culto y
digno.
¡Los viejos a la tumba! Rostros inmorales y ventajistas,
ruinas y añicos llenos de dinero pero infelices porque nunca serán otra cosa
que estafadores cainitas, merecen ayuda para irse al piadoso paredón del olvido
vitalicio. ¡Por lo menos 95% de políticos tiene esta opción sin camino de
retorno!
Una de las peores visiones es la de navegar con lágrimas sin
hacer nada o intentarlo y morir gloriosamente. ¿No es que hay millones
dispuestos a poner cada uno S/ 1 (un sol) para todos los gastos de una próxima
campaña?
Los grandes capitanes del pueblo son como los árboles de
Casona: ¡mueren de pie! La única bandera que hay que esgrimir es ser honrado
con los fondos públicos. Y esa bandera es la que permitirá fusilar moralmente a
los ladrones que los hay por decenas y se los ve en la televisión, hablando por
radios o figurando en publicaciones impresas.
¡Unidad o muerte! ¡Ese es el grito!