por Herbert Mujica Rojas
21-12-2006
Globalización de los pedigueños
Ha dicho el primer ministro Jorge del Castillo, en su ciencia infusa
de notable esterilidad, que su bancada votará contra regalías a las
empresas mineras porque ello afectaría los contratos de estabilidad
que son parte fundamental de la imagen de confianza que "proyecta" el
Perú. Para este señor, lector intenso de naderías y oídor profundo de
coyunturas epidérmicas, que esta nación sea chacra de pandillas
mineras delincuenciales, contaminadoras y criminales, es "natural" y
no debe cambiarse. ¡Qué vergüenza! Y el presidente García, para no
quedarse atrás, sostiene que hay que "renegociar" las partidas de
dólares gringos. ¡La globalización de los pedigueños no puede ser más
desdorosa!
Pero las empresas mineras, esas que hacen perseguir y acosar a quienes
defienden los derechos humanos de las poblaciones más humildes en todo
el país; esas que por interpósitas gavillas de truhanes armados,
disparan y matan a campesinos, son reyes en un país de despantalonados
gobernantes, pusilánimes congresistas (con muy notorias y escasas
excepciones) y en que todos los miedos de comunicación están comprados
por la propaganda que pagan los dólares de estos tipejos que hoy se
darán el lujo de "firmar" su "óbolo" de US$ 800 millones para el
próximo lustro con la administración de turno. Ganan miles de millones
de dólares, pero por la miseria que "obsequian" consiguen
tranquilidad, "estabilidad" y más violencia contra los más pobres y
sus portaestandartes. ¿Sólo eso? ¿No hay acaso, también, CpC (comisión
para los corruptos)?
Pedirle a del Castillo consecuencia ideológica sería un disparate:
¡jamás leyó una línea de Haya de la Torre y, por tanto, se siente en
la obligación de actuar como actúa, de acuerdo a lo que dictan las
estructuras mandonas y poderosas del país! No obstante que es
secretario general del partido oficialista, es imposible reclamarle
posición y postura. No las tuvo, no las tiene hoy y jamás las tendrá.
Apenas la maroma, el brinco, el aderezo, de cómo mejor pasarla,
siempre y cuando, eso beneficie sus muy miopes puntos de vista que son
de parroquia pequeña, contorno estrecho, callejón limitado.
¿Será ése el caso también del señor Alan García Pérez? Tengo mis
dudas. Sé, por lo menos, que leyó a Víctor Raúl. Otra cosa es que,
hasta la fecha, en menos de 5 ó 6 meses, haya puesto todo su empeño en
disimular cualquier vinculación ideológica con el fundador del
aprismo. Su cometido ¡qué duda cabe! es la de "tranquilizar" a quienes
no ganaron los comicios, carecen de cualquier vinculación popular y
son los anti-cholos oligarcas de siempre, estafadores por convicción y
temperamento, expoliadores de la rica, ancha y generosa tierra del
Perú. Si de alumnos se trata, hay aquí el caso legítimo de una
fractura integral que habrá de concitar el juicio letal que los
historiadores no comprados habrán de emitir. Más pronto que tarde.
Leamos.
"¿Nuestros países necesitan de capitales? La respuesta es afirmativa: Sí.
Si los necesitan, ¿hay que darles entrada vengan de donde vengan y
vengan como vengan? La respuesta es negativa. No.
Y es menester explicarse:
En tanto que el sistema capitalista impere en el mundo, los pueblos de
Indoamérica, como todos los económicamente retrasados, tienen que
recibir capitales del extranjero y tratar con ellos. Ya queda bien
aclarado en estas páginas que el Apra sitúa en el plano realista de
nuestra época y de nuestra ubicación en la geografía y en la historia
económica de la humanidad. Nuestro tiempo y nuestro espacio económicos
nos señalan una posición y un camino: mientras el capitalismo subsista
como sistema dominante en los países más avanzados, tendremos que
tratar con el capitalismo. ¿Cómo tratar? He ahí la gran cuestión.
Es evidente que bajo el prejuicio de que "nuestros países necesitan
capitales vengan de donde vengan y vengan como vengan", Indoamérica
los ha recibido siempre sin condiciones. ¡Sin condiciones de su parte,
pero sometiéndose a muy duras por parte y para beneficio de los
capitales inmigrantes! Y este sometimiento y esta incondicionalidad
unilateral se han debido sin duda a la ignorancia de las leyes
económicas que presiden la exportación de capitales, totalmente
desconocidas para nuestros "estadistas" y "generales-presidentes". Por
eso, el imperialismo ha creado el fetiche del capital extranjero,
mesiánico, redentor e infinitamente generoso.
Fetichismo e ignorancia replican llenos de pavor cuando alguien señala
los peligros del imperialismo: "Si oponéis condiciones al capital
extranjero, no vendrá nunca y entonces nuestro país quedará sumido en
la barbarie y en la degradación…" ¿No es éste el tipo standard de los
razonamientos de nuestros hombres públicos, agentes del imperialismo y
voceadores de su misión providencial? Con diversas palabras, con
distintos objetivos, no hay ciudadano conciente de Indoamérica que no
guarde memoria de este lenguaje panamericanista leído u oído. En la
cantata vacua y mil veces repetida de los devotos del imperialismo,
prosternados, convencidos y, no lo olvidemos, bien pagados.
No es difícil saber que el capital moderno que busca, fuera del país
de origen, campos de provechosa inversión, medios de acrecentarse, no
emigra para hacer el bien, por contribuir al progreso mundial, por
atracción de aventura o por patriótico ensueño de llevar lejos su
bandera, su cultura y su lengua. La emigración del capital se produce
obedeciendo a una ley económica tan imperiosa como la que impele a
recibirlo en los pueblos no económicamente desarrollados. Es ese hecho
económico el que determina todo un sistema político, complementando
así las características generales del fenómeno que denominamos
imperialismo…….
Otra objeción que se desprende de esta facultad extraordinaria y
exclusiva del Estado para controlar las inversiones del capital
extranjero y de las concesiones que a éste se hagan, ha de venir de
los partidos de la libertad individual, del ejercicio del derecho de
propiedad, de los devotos teóricos y prácticos de las libertades y
derechos heredados de Roma en beneficio de la clase dominante, y, en
última instancia, del imperialismo. Esbozada anteriormente la idea,
insistimos en ella. El derecho individual debe ser limitado por las
necesidades de la colectividad. Un libre contrato de concesión o venta
entre un ciudadano indoamericano y un capitalista yanqui no es un
negocio privado. Repitámoslo mil veces: en esa libertad de
contratación, en esa alianza entre el capitalista nacional o
latifundista o propietario minero o agrario nacional –pequeños
capitales con relación al capitalismo imperial- y el capitalismo
extranjero, radica en gran parte el problema de la soberanía de
nuestros países". El Antimperialismo y el Apra, Víctor Raúl Haya de la
Torre, El Estado Antimperialista, pp. 184-189.
Entonces, hay –como dice del Castillo- ¿no afear la imagen de
estabilidad de los contratos porque "no vienen los capitales" o
premunirse de patriotismo soberano y dignidad ciudadana y poner los
puntos sobre las íes?
Pero los mendigos profesionales, del Estado y de las asociaciones
civiles, no tienen –como el capital- ni Dios, ni patria, ni ley,
actúan en nombre de Mr. Dollar y sus sagrados intereses. ¡A ellos no
se les puede pedir nada! Pero eso no significa silencio o complicidad
de los pueblos. ¡De ninguna manera!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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