Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
29-8-2023
Costumbre de hablar en estúpido
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Los políticos peruanos,
con escasísimas excepciones (las hay, las hay), se destacan no por sus actos y
determinaciones, sino por hablar, con maestría inigualable, en estúpido. Con
sus comas, interjecciones, muletillas, bufidos y dramáticos quiebres de voz,
han convertido la política en una deleznable práctica de logreros, débiles
mentales y madreselvas humanas de infecta presencia cotidiana.
Ayer, uno de los dos
grandes culpables de la destrucción institucional del Apra, afirmó que la
democracia del Perú es a través de “partidos institucionalizados”. Si esa
agrupación política hoy en retazos múltiples, carente de presencia o influencia
en cualquier parte del país y huérfana de todo respaldo en las urnas, es lo que
es ¡precisamente! se debe a la labor destructora de este anticarismático
improvisado.
Si Cantinflas, el genial
cómico mexicano, discurría por el lenguaje, profiriendo multitud de términos,
para no decir nada y embrollar más las situaciones, nuestros políticos abundan
en “conceptos”, reiteran naderías y diagnostican con gesto grave, enarcan cejas
y al hablar en estúpido unen sus rostros –también estúpidos- y vaticinan quién
tiene o no razón.
La moda consiste en
inocular el plan Bukele a ver si funciona en Perú en el combate contra la
delincuencia. Olvidan los vasallos de novedades aparentes que este país es
inmensamente más grande, con mucha más población y que no tiene el más mínimo
deseo de desatar otro baño de sangre como cuando el terrorismo y la reciente violencia
del Estado que ha cobrado casi 70 muertos desde diciembre del 2022.
El circunloquio, la
garrulería, el lenguaje con interjecciones, el afán insólito de parecer
“criollo” diciendo bobadas, seduce a no pocos, en el Legislativo, Ejecutivo,
instituciones del Estado, taifas electoreras, en todas partes.
Si bien es cierto que la
Comisión de la Verdad condena a los terroristas de Sendero Luminoso, su
lenguaje reconoce innumerables palabras inanes para decir algo tan simple como
la categórica condena de un grupo demencial. Los rodeos son parte de la farsa
democrática que nos hace hablar mucho. Y decir poco.
En Tacna, en ocasión de un
nuevo aniversario de la Reincorporación a la Patria, tras la cruenta guerra del
salitre en que Chile invadió al Perú (1879-1883), dan de palos a los
protestantes y la jefe de Estado, doña Dina Boluarte, pretende desoír el clamor
que la rechaza e impugna. Y los discursos sobran en buenas intenciones y de
aquellas está empredrado el suelo del infierno.
Ayer publicamos que las
lunas reflectoras de la novísima Torre de Control instalada por la
concesionaria Lima Airport Partners, LAP, en el Aeropuerto Jorge Chávez, no
eran aptas para seguir funcionando con esas fallas que son presagio de
accidentes y que a esa conclusión llegó una institución internacional
responsable de NNUU, de la aviación civil mundial.
Y, al momento de cerrar
esta columna, desconocemos si hay pronunciamientos, condenas o excusas,
habladas en estúpido o en cualquier forma, de los especialistas en control de
daños.
Interrogado, cualquier
político, habla mucho, no se compromete, no sindica, no denuncia, sólo enuncia,
frisa la epidermis, calienta el ambiente, pero es lo suficientemente cobarde y
pusilánime como para no ser taxativo o categórico. ¡En eso está precisamente la
pobreza de sus existencias: no pelearse con nadie para estar bien con todos! ¿Y
el pueblo?: ¡qué importa el pueblo!
Los gremios empresariales están
pidiendo mano dura y palo y cárcel para todos los que salen a protestar por la
contaminación masiva e indiscriminada que impulsan las empresas mineras que se
saltan a la garrocha las inversiones fuertes que deberían hacer en cuestiones
de conservación ambiental.
Se ha presentado una nueva
demanda millonaria contra Repsol por el derrame de hidrocarburo de meses atrás
y que hasta hoy ha sido una burla consentida por las autoridades
gubernamentales y frente a la cual, surge este enérgico alegato ante los
tribunales.
Pandillas periodísticas
usan como piñata todo tipo de pretextos. En cambio brindan tribuna y espacios
abundantes a quiénes ayer nomás, cobraban miles de dólares en las campañas de
Fujimori y sus adláteres. Hoy son los “referentes” de la prensa y asquea ver
cómo se prodigan elogios y salmodias entre sí.
Hablar en estúpido,
palabrería infame, dicharrachera, vocinglera pero ineficaz para transmitir
grandes ideas-fuerza, es parte de nuestra naturaleza defectuosa. Entenderlo,
combatirlo y reeducar al ciudadano, tarea primordial e indispensable en la
forja de un Perú libre, digno, justo y culto.