Tuesday, January 28, 2025

Campañas, partidos y corrupción

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

28-1-2025

 


Campañas, partidos y corrupción

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¿Debe darse dinero para que los así llamados partidos, financien sus campañas electorales? El dinero proviene de fondos estatales, es decir son parte del tributo que el pueblo paga periódicamente y que en este caso serviría para múltiples causas, entre otras, acaso la menos importante, el trabajo político público.

 

Consultado el ex presidente de la Cámara de Diputados, varias veces legislador e historiador, Héctor Vargas Haya, tuvo pronunciamientos categóricos. Leamos.

 

“Lo único que faltaba para el perfeccionamiento de la corrupción política, es sin duda, la peregrina decisión de las autoridades electorales que establecieron una nueva y amplia compuerta hacia el incremento de la corrupción que es sin duda, el anuncio oficial de hacer viable el denominado financiamiento de los partidos políticos, por la vía del aporte oficial del Estado a las campañas electorales.”

 

Se pregunta con sentida preocupación Vargas Haya: “¿Se trata acaso de engrandecer el campo de la corrupción que ya forma parte incontrovertible de la política criolla? Para responder a éste y otros interrogantes, debemos preguntarnos si de tal modo, ¿no se está  abriendo una inmensa compuerta a la corrupción institucionalizada? En primer término hay que averiguar de qué partidos se trata.”

 

El estilo y dinámica de grandes partidos con locales, concentraciones enormes de gente, marchas, pintas, ha desaparecido y, subraya Vargas Haya: “No cabe duda que a los ya informales denominados partidos, que no son sino pequeños grupos de amigos que se reúnen con objetivos personales, se sumarán no pocos, estimulados por los subsidios oficiales o estatales, una nueva sangría oficial.”

 

“Ya podemos imaginarnos las filas de dirigentes o de sus apoderados, en las ventanillas del Banco de la Nación a la espera de recibir sus correspondientes cheques por concepto de subvención estatal, desdoroso espectáculo, protagonizado por los dirigentes o apoderados de cada grupo, en cada campaña electoral”, expresa don Héctor.

 

Enérgico, Vargas Haya sentencia: “La corrupción no tiene límites y podemos preguntarnos ¿de qué modo se podrá evitar que funcionen paralelamente aportantes privados esperanzados en lograr los consabidos contratos de obras públicas bajo ya consabidas formas criollas de  oscuros pactos?”.

 

Agrega categórico: “Nadie puede garantizar la abstención y la participación en negociados, que generalmente son practicados mediante interpósitas personas o testaferros, tampoco que los favores no sean devueltos por la puerta falsa”.

 

Y en torno a las medidas de control, ratifica Vargas Haya: “Las prohibiciones legales o administrativas contra empresarios aportantes, no significan ninguna garantía para evitar el otorgamiento de favores políticos. Es muy fecunda la habilidad de los corruptos”.

 

En torno a la eficacia de controles, don Héctor, severo, puntualiza: “Por lo demás, repetimos, no es admisible lo prohibido, no se santifica algo declarado pecaminoso e ilícito, aceptando lo que se condena, aunque se establezcan condiciones. La prohibición debe ser absoluta”.

 

Y sobre el billete, agrega “Las subvenciones en dinero efectivo, de parte del Presupuesto Fiscal, tal como se propone, sólo acarrearían inevitablemente más corrupción”.

 

Aclaró don Héctor: “No se requiere de mucho dinero para limitarse a difundir programas de gobierno, salvo que primen intereses dolosos. Al final de cuentas, lo que los electores necesitan conocer es el contenido de las propuestas”.

 

“Lo ideal, entonces, como lo era en el pasado, es la difusión de los planes y programas mediante las conocidas franjas electorales gratuitamente concedidas por el Estado, sin trámite de dinero”, indica Vargas Haya.

 

“Finalmente, no hay necesidad alguna para realizar exhibiciones de poderío económico, no se trata de eso”, concluye así su amable contribución al debate sobre un tema harto polémico.

 

En los días actuales, se vienen comprobando malos usos del dinero que el Estado facilitó a algunos grupos políticos con representación parlamentaria. Viajes de placer, gastos inanes, disfraces aparentes, nada puede constituirse en antifaz que oculte las intenciones privadas, particulares e ilegales del uso del dinero.

 

¿Cuántos narcotraficantes, mineros ilegales, tratantes de personas, hampones de bandas armadas, delincuentes de todo pelaje, ya son aportantes activos que aparte del billete, pagan fiestas, convites bien regados, hoteles con huéspedes importantes a los que hay que agasajar?

 

Antes, los militantes se las ingeniaban con un inmenso cúmulo de actividades para reunir el dinero para las campañas. Claro entonces existían las grandes figuras honestas y partidos a cuya convocatoria decenas de miles de hombres y mujeres, acudían al llamado de marcha o presencia en calles y plazas.