Adiós Rolando Lucio
por Zully Pinchi Ramírez; zullyarlene39@gmail.com
16-6-2020
El fúnebre mensaje me dejó perpleja, Rolando Lucio había
muerto infectado por el coronavirus. Inmediatamente después de ver tan lamentable noticia, sentí
el estómago revuelto con una especie de náuseas y dolores de cabeza, fue
inevitable no repudiar, una vez más, al virus que se está llevando la vida de
muchos compatriotas y de miles de personas en el mundo.
Rolando Lucio fue un inmigrante en Europa, en la hermosa
España, a la multicultural Barcelona llegó imagino como todos los peruanos,
cuando solo tenemos dos maletas y una tonelada de sueños incumplidos y creemos
que en otra tierra podemos ser profetas, cuando pensamos que otro mundo nos
puede abrir puertas y ventanas que en nuestro propio país nos las han cerrado.
Conozco y sé perfectamente ese sentimiento porque he sido inmigrante en el país
ibérico por 5 años y aún lo sigo siendo.
Ya el racismo, exclusión, miradas, gestos y hasta palabras
despectivas, forman parte del día a día cuando empiezas una nueva vida en otro
país, pero eso lo negativo, lo vuelves el motivo para salir adelante y después
de muchos intentos, venciendo tus pánicos, temores, errores y fracasos le tomas
el gusto y te das cuenta que el sacrificio de haber dejado todo por cumplir una
meta ha valido la pena, es allí cuando te valoras a ti mismo y te vuelves
totalmente invencible, es a ese punto donde estoy segura Rolando Lucio, pudo
aterrizar y desarrollar sus proyectos, ser conocido y reconocido por la comunidad
peruana en el extranjero.
Coincidimos en un evento político, académico y cultural en
Barcelona a mediados del 2016. Quién diría que años después, la ruptura de mi
matrimonio y la muerte de su esposa e hija a causa del cáncer, nos uniría en
nuestro amado puerto pesquero Chimbote en septiembre del 2019 y que además me
invitara a formar parte de una las experiencias más inolvidables de mi vida y
haber podido ser parte de un todo de la pequeña ciudad que me vio crecer, dar
mis primeros pasos, sentir grandes alegrías y mis profundos llantos.
La plenitud y sensación hermosas e inexplicables de haber
cumplido un reto muy importante me la dio precisamente Rolando Lucio al poder
estar en la Primera Feria Internacional del Libro de Chimbote. Y es que a la
edad que tengo ya he tenido muchas experiencias, otros aforos, otros
escenarios, pero en mi pueblo, en mi lugar especial, en el único sitio que me
hace sentir la piel erizada de la emoción, yo nunca había estado como una
invitada en la palestra y ese regalo se lo debo a él.
La humildad es una virtud que hay que saber guardar pero el
agradecimiento es como el aire que uno respira, hay que verbalizar sin temor a
que se banalice lo que uno quiere expresar y es lo que deseo que quede en el
recuerdo de muchas generaciones, la feria que se organizó en Chimbote, fue una
gestión exitosa, con puesta y apuesta en escena trascendental, una propuesta
arriesgada pero que a todos los que participamos nos hizo sentir seres mágicos,
ya que no hay mayor bienestar que regalar sonrisas a los que van a verte, que
generar risas adheridas al corazón de tu gente, ver las salas de las
presentaciones de los libros completamente llenas de amor y respeto, eso no
tiene precio, no tiene rivalidad ni envidia alguna con nada ni con nadie.
Rolando Lucio ha partido pero su recuerdo memorable es imborrable
en nuestras mentes, un precursor de la cultura, atrevido, vencedor, cazador de
talentos, caballero, buen profesional, alguien que hasta en su último minuto no
hizo más que dejar un legado de esperanza, ánimo, fe y mucha paz.
Descansa en paz Rolando.