Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
19-12-2023
¡Ratas las primeras que huyen!
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Las profundas convulsiones que sacuden al Perú contemporáneo
no tienen nada de originales. Nacimos en turbulencia en 1821 como república,
con una parte del país ocupada y una desorientación que ha marcado 202 años de
vida llamada “independiente”.
Nuestros pillos, con y sin uniforme, consideraron la
presidencia como el fin fundamental de sus vidas y apenas llegados a Palacio
(por las buenas o las malas), asaltaron la caja fiscal, aseguraron sus futuros
y compraron títulos nobiliarios o bienes inmuebles a los que hoy hacen nombrar
patrimonio nacional.
Generales asaltantes o civiles sórdidos, unos y otros
compitieron por exaccionar al país y nos metieron en guerras que no pelearon y
en su lugar sacrificaron como carne de cañón, al pueblo que todo lo paga,
incluidos sus robos.
Con las modernizaciones cosméticas de los años, Perú siguió
viviendo como pudo y casi siempre al margen del Estado y de los sucesivos
gobiernos con linajes inventados, anticholos y profundamente deshonestos.
¿Podría sorprendernos hoy que en plena ventisca y con aguas
amenazantes a los cuatro vientos, algunas ratas, tomen las de Villadiego,
esgriman persecuciones y amenazas a quienes, dicen ellos, no han hecho nada
ilegal? ¡Por supuesto que no!
Escuché a un tinterillo de viejas y mañosas costumbres
aseverar que el odio político contra la declinante ex fiscal de la Nación,
debíase a su participación en “la lucha por la democracia contra el ex
presidente Castillo”. ¿Qué tenía que hacer la ex fiscal en el asunto sin decisión
formal del Congreso, sin haber sido vacado don Pedro, con operativo plagado de
yerros que están siendo objetados todos los días?
¿Cómo puede una pandilla de miedos de comunicación prestar
oídos a un mediocre cuya única virtud fue traficar influencias, vivir a la
sombra de su miopía cívica y al de ser audaz en una ciénaga de zancudos
ponzoñosos?
En un país de plástico como el Perú en que abundan los
gestos, muecas, disfuerzos e ignorancias a granel y el idiota es analista y el
plagiador, sabio, lo anterior puede parecer resentimiento o amargura. No
obstante la premisa es atroz: que somos
una sociedad en que los rateros y todos sus parientes, gobiernan al margen de
quien esté en Palacio.
¿Somos una suma de ladrones?
Dos centurias de estafas a la fe del pueblo, signan nuestra
conformación incompleta, débil, enrarecida como país. Mientras que en el mundo
y en comunidades vecinas, el proyecto nacional levanta a multitudes, aquí nos
confunde, nos sumerge en el fango y los amigos de lo ajeno resultan siempre los
beneficiarios.
¿Y el pueblo? Básica y fundamentalmente un buen recurso
político, poético, literario, excusa ineludible a la hora de las promesas. No
obstante, esas masas pagan todos los impuestos, mantienen a delincuentes en los
sucesivos gobiernos y jamás ¡siquiera! atisban la realidad de las ofertas.
Los chicos malos, esos que vienen justificando sus mentiras
de justicia con libracos mal escritos y bien financiados, con viajes por todo
el mundo y no pocas veces a Washington D.C., donde queda el Departamento de
Estado, hacen lo propio pero arropados en la envoltura social y de futuro.
¡Pamplinas!
Los de siempre les gritan a los otros “caviares”. ¿No será
que unos y otros no son sino limosneros profesionales que viven de la cansada
ubre del Estado y de no pagar impuestos y de asegurar sus vidas a través de
asesorías eternas y paliativas?
De lo anterior no se quiere hablar aunque el hartazgo sea
patente en las mismas poblaciones que supuestamente deberían ser gratificadas
con sus maravillosos planes y vía sus organizaciones de nuevos gángsteres.
La borrasca se puso muy fuerte en Perú. Fiscales, jueces,
policías, legisladores, burócratas, todos metidos en el zafarrancho de la
corrupción, saben que las cabezas están rodando y que Sansón tiene también aquí
sus filisteos con destino inevitable: la cárcel.
El otro día produje revuelo al anunciar, sin decirlo
expresamente, el título de mi próximo libro: ¿Cuántos años de cárcel?. Y eso en
Perú es tan común, son tan perversamente malhechores los que están en la cosa
pública, que el asunto no debiera llamar mayormente la atención.
La estupidez navega por calles y plazas e infecta casi todos
los ámbitos de la vida nacional. Para darse pisto una parlamentaria no tuvo más
peregrina idea que irse de turismo a Europa. Según dijo, ya sabe que le van a
allanar su casa, oficina y la denunciarán por ciertos hechos que nadie conoce,
porque ellas simplemente dijo “jurídicamente sin base” o algo así.
¿No debió quedarse para afrontar con la inocencia de que
dice ser dueña, los cargos y los embates? Quien no la debe, no la teme. De
repente, no es el caso.
Los días que vienen podrían ser las navidades más ingratas
para algunos. Deberían verlo por el lado positivo: sus ilustres existencias que
¡ni en su casa, son conocidas! dejarán el anonimato para convertirse en fotos,
leyendas y textos con sus prontuarios. ¡Algo es algo!
¡Ratas las primeras
que huyen!