Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica
Rojas
8-3-2025
¡Hombres íntegros y no vanidosos de Estado!
https://senaldealerta.pe/hombres-integros-y-no-vanidosos-de-estado/
El
año electoral 2026 ha puesto en ebullición vanidades, reavivado ambiciones y
sacado de su letargo a gnomos con la inteligencia de una cebolla, aunque
perciben que “su hora ha llegado” y se “sacrificarán” porque el país los
necesita.
De
ese modo, cientos de pelmazos vibran hasta las lágrimas con sus “candidaturas
presidenciales” y su destino manifiesto de prohombres para la historia. Y las
otras dos opciones en diputados y senadores.
Lo
antedicho y la frivolidad insolente con que se encara la justa votacional, da
una idea de cuan pobre es la percepción que se tiene del arte de coordinar, de
solucionar y de llegar a acuerdos que es la política.
La
política, si no orienta los esfuerzos de sus protagonistas en la conquista de
retos, beneficios y progresos para las grandes mayorías, no es más que la
rutina fenicia del doy para que me des, ¿cómo es la mía? y las coimisiones
(soborno en la cosa pública), para beneficiar a grupúsculos de asaltantes y
bandidos.
Reconocer
a los vanidosos de Estado es sumamente fácil, casi hasta crecen en los árboles
o están debajo de cada piedra en el camino. Estos errores con patas han
determinado que sus alforjas llenas suplirán su impresionante falta de cultura,
miserable conocimiento del Perú y de los peruanos y de sus tradicionales como
sempiternos problemas de todo jaez en salud, trabajo o educación.
Y
aunque lo que Dios no da, Salamanca no lo presta, hay decenas de imitadores y
clowns cuyos disfuerzos dan risa y ausencia de originalidad y sabiduría, les
atan a copias palurdas.
Capitanear
con destreza una nación con más de 30 millones de habitantes, 5 fronteras, gas
y agua, riquezas naturales ingentes y por eso codiciadas urbi et orbi, un mar
muy rico al que pusilánimes quisieran regalar a transnacionales y, sobre todo,
definir bien qué cosas convienen al Perú en su privilegiada –y por eso
riesgosa- ubicación geopolítica y una lucha a muerte contra la corrupción, constituyen
algunos de los más importantes temas.
¿Qué
se necesita para lograr siquiera los barruntos fundamentales del plan
nacional?: ¡hombres y no vanidosos de Estado!
El
elector tiene que exigir a los que se presenten solicitando el voto ciudadano,
garantías personales, familiares, intelectuales y éticas de que cumplirán
cuanto prometen si acaso concitan el sufragio de respaldo que tanto piden con
toda clase de fórmulas.
¿Por
qué no inventamos un Certificado de Estupidez Negativa? Aunque me temo que eso
liquida al 95% de los vanidosos de Estado.
Hay
hasta postulantes que están aprendiendo a conocer los barrios marginales de la
capital y las provincias que antes jamás visitaron, aunque no pocos sí expoliaron,
desde puestos de gobierno central, municipal o regional.
¡No
bastan caminatas, bailecitos, reparto de víveres, discursos comunes o promesas
que asemejan listas de lavandería! ¡Todo eso es parte de lo más vulgar y
rufianesco que es menú cotidiano en todas las campañas!
¿Cómo
combatirán a la corrupción si algunas probables listas estarán plagadas de
alimañas que han hecho en varios momentos, riquezas oscuras, patrimonio
sospechoso y guardan íntima vinculación con escándalos repugnantes?
¿Y
qué haría cualquiera de aquellos en las mieles y goznes de inmensas maquinarias
de corrupción masiva? La respuesta es inequívoca: generar más pobredumbre e
inmoralidad.
La
democracia electoral sin correlato económico en que las fuerzas de la
producción, capital, Estado y trabajadores, generen respuestas nacionales
competitivas y modernas, sólo alargará el modelo primario exportador, de nula o
insuficiente soberanía para gobernar sobre sus recursos y reformar todos los
contratos hechos con maña y con el avieso propósito de llevarse la parte del
león y dejar los huesos en Perú.
Mientras
que el empresario no entienda que tiene que participar activamente en la
defensa de sus productos y que para ello requiere de formar alianzas
estratégicas con los trabajadores, adiestrándolos, haciéndolos técnicos y
delegando responsabilidades, los TLCs se convertirán en amenazas latentes y muy
peligrosas.
Siendo
que la defensa del Perú no es solo militar sino también política, intelectual,
educacional deviene imprescindible recordar que un país desarmado, no es una
garantía de paz. Un país desarmado es una presa apetecible (1836-39; 1879-83).
¿Cómo
llevar a cabo la tarea monumental de construir una nación cuasi liquidada por
la corrupción en todos los niveles de su vida institucional? He allí un
estupendo reto para la imaginación y la inteligencia.
Un
paso indudable siempre será participar con opinión crítica, cuestionario
directo y profundo amor al país, su historia, sus Andes, su ubérrimo mar y
riquezas naturales.
Necesitamos
¡hombres y mujeres íntegros y no vanidosos de Estado!