Los
partidos progresistas de América Latina y el nuevo reto del imperialismo*
por Jesús Guzmán Gallardo; jeguzga@hotmail.com
12-3-2016
(Ciudad de México).-Hace más de 85 años
Víctor Raúl Haya de la Torre planteó varias tesis de alcance continental que al
día de hoy resultan insospechadamente actualizadas, a pesar que el mundo ha
sido impactado por la gran revolución de las comunicaciones y ha motivado que
los científicos sociales hayan coincidido en la afirmación que vivimos en una
sociedad de la información. Sociedad que no ha modificado en su esencia las razones
o fundamentos que motivaron el enunciado de dichas tesis.
Estamos refiriéndonos al imperialismo como
fenómeno fundamentalmente económico con inevitables proyecciones políticas y
sociales, y la forma como hay que enfrentarlo sin caer en un lugar común que
linde con la grita o algarada. Más aún, cuando se vuelven a utilizar viejos
conceptos que el devenir ha sentenciado como obsoletos, habida cuenta la
confrontación con los hechos históricos que hacen necesario ya, un debate
esclarecedor libre de sectarismos y sensualidades.
La llamada globalización o mundialización ha
impresionado, por no decir en tono generoso: sorprendido, a muchos políticos de
Indoamérica, de tal forma que, ingenua o interesadamente, la han suscrito sin
pudor alguno; haciéndole el juego a los intereses imperiales. Otros, sin mayor
información, la han hecho suya por inercia, convirtiéndose en meros repetidores
sin un mínimo de análisis. En esto coincidimos con muchos investigadores que no
se han rendido fácilmente ante estos eufemismos denunciando su verdadera
denominación: imperialismo.
Ya desde el Congreso Antimperialista de
Bruselas en 1927, Haya de la Torre, planteó que si bien para Europa el imperialismo
era la última o etapa superior del capitalismo, como reza el título de la
célebre obra de Lenin, para Indoamérica es la primera etapa de su capitalismo.
Fue una clara alusión al hecho que la presencia del capitalismo en nuestras
latitudes no se insinúa, con respecto a su evolución, de la misma forma que en
los países industrializados. La afirmación de Marx sobre que Europa (países
desarrollados), es el espejo de los países de Indoamérica, Asia y Africa (países
subdesarrollados), entraba en revisión.
La tesis enunciada de esta manera, significó
el inicio de la configuración de una nueva tesis que podría resumirse en: “Si
la realidad de los pueblos subdesarrollados es completamente distinta que la de
los países desarrollados, entonces la solución de nuestros problemas debería
ser el resultado del estudio e investigación científica que emane de las
propias entrañas de nuestra realidad”. Lo cual puede expresarse, también así:
“Siendo los problemas de Indoamérica distintos de los de Europa, las soluciones
deben ser también diferentes”.
Haya definió inmediatamente la ambivalencia
del imperialismo al llegar a nuestro continente, vale decir que hay que saber
aprovechar el lado positivo que significa el adelanto tecnológico y desechar y
enfrentar el lado negativo que explica la dominación, dependencia y explotación
que distorsiona nuestras economías. El se preguntaba en su obra “El Antimperialismo
y el APRA”: ¿necesitamos capitales vengan de donde vengan?, la respuesta es
afirmativa; ¿vengan como vengan?, la respuesta es negativa. ¿Cómo tratar?, he
ahí la gran cuestión.
Surge enseguida la necesidad de plantear la
unión política y económica de Indoamérica, dicho en otras palabras la integración
continental de todos nuestros pueblos¸ como forma efectiva de luchar contra la
agresión imperialista. Es cierto que hay un avance en este terreno, pero es
necesario poner mayor énfasis en esta acción por el peligro que representan los
hechos como son el terminar con la desactivación de la cuarta flota
norteamericana y el establecimiento de bases militares en países como el Perú y
otros, el eje del Pacífico que actúa como quinta columna contra el propósito de
la unión como mandato inalienable de nuestras repúblicas, amén de los tratados
asimétricos como el TPP y los tratados de libre comercio que dividen y no
suman. El sueño de Bolívar y los próceres de nuestras independencias es, por lo
tanto, impostergable y deben renovarse los esfuerzos para consolidar y
fortalecer el Mercosur y la Unasur como formas efectivas de proyectar una cabal
y real integración.
Tuvo razón Haya de la Torre cuando,
respondiendo a algunos impacientes expresó que: “La lucha por el desarrollo, no
es una lucha de clases sino de pueblos”. La integración continental es,
entonces un mandato imperativo de los partidos que acusen la búsqueda de la
gran transformación en beneficio de los más necesitados.
Luego plantea la necesidad de formar estados
antimperialistas defensores y contralores de nuestra riqueza y de nuestra
soberanía. En los años veinte, como un ejemplo, al estudiar Haya la forma cómo
se realizaba la agresión imperialista en nuestro continente, propuso la
interamericanización del canal de Panamá y la posibilidad de construir, con la
ayuda y acción de nuestros pueblos, un canal por Nicaragua. En la actualidad
hay en nuestro seno gobiernos progresistas que comienzan a realizar este planteamiento
y que saludamos con entusiasmo y expectativa, lo cual demuestra la confirmación
de que es posible esta realización en provecho de las clases explotadas de
nuestra región.
La base social que debe luchar por la captura
del Estado y desde allí decidir el destino de los marginados, consideró el
viejo líder peruano, que debían ser los trabajadores manuales e intelectuales,
o sea los campesinos, los estudiantes, los obreros, las clases medias, los
desocupados, los subempleados y los profesionales; todos reunidos en un gran
frente único de clases explotadas por el imperialismo. Muchos de los Estados
actuales están capturados por los obsecuentes con los dictados imperiales y por
consiguiente títeres autoritarios y corrompidos. Sigue siendo válida, pues, la
afirmación de que es necesario e insoslayable que el pueblo y sólo el pueblo
llegue al poder con sus cuadros y auténticos líderes; luchadores sociales que
tengan la misión sacrosanta de alcanzar la justicia social para los más pobres.
Por lo tanto, ni la caída del muro de Berlín,
ni el consenso de Washington, ni la globalización con su doctrina neoliberal,
nos pueden hacer perder de vista la presencia imperialista con sus nuevas y
sutiles formas de penetración. El fenómeno fundamentalmente económico descrito
sigue siendo el mismo en su esencia. Haya no se equivocó cuando afirmó en
palabras sencillas “Acción contra todo imperialismo”.
En consecuencia los partidos progresistas no
deben afirmar que son antimperialistas porque son de izquierda sino que son de
izquierda porque son antimperialistas; tal y como lo afirmó el recordado
luchador del siglo XX, Víctor Raúl Haya de la Torre. Todo esto sin perder de
vista que toda lucha revolucionaria, ahora más que nunca, debe estar acompañada
de un testimonio ético y moral que defina una sincera y transparente vocación y
convicción para cambiar el sistema imperante.
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*Ponencia
XX Seminario Internacional
Los partidos y una nueva sociedad
10-11-12 de marzo, México, D.F.