Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
22-3-2021
¿Cucufatería impedirá más contagios de covid19?
En Perú el fanatismo incurre en excesos de todo tipo y
calibre. Hasta los más irracionales. En Europa se extreman medidas para evitar
aglomeraciones, se decretan cuarentenas porque la propagación del covid19
habría entrado en una imparable tercera ola. Y aquí un grupo de ciudadanos
afirma que no debe limitarse la libertad religiosa y eso, entre otras cosas,
significa la asistencia a las iglesias y celebración de liturgias.
Si una vía –letal- de propagación del covid19 es el conjunto
de personas reunidas en grupos numerosos ¿qué razón realista puede solicitar lo
contrario, es decir que la gente asista a los templos y parroquias de las
diferentes confesiones religiosas?
¿Es una limitación al ejercicio de fe o es una medida
imprescindible de salud pública en estado de emergencia y con 50 mil muertos
desde hace un año?
Nadie discute la adhesión de fe o su manojo de creencias. Perú
es un Estado laico y hay un grupo mayoritario de católicos. Sabida es, también
aunque se la niegue por cuestiones de “decoro”, la proverbial indisciplina
ciudadana que usa mascarillas mal, a medio rostro o ¡simplemente! no las lleva.
Estas consideraciones inevitables en cualquier exégesis
debieran llamar a reflexión a quienes no hesitan en usar políticamente las
circunstancias de una campaña electoral gris, plena en mediocridades y que
también tiene a un fanático ultramontano, lenguaraz que dice cualquier cosa.
He visto cómo, por el solo enunciado que Rafael López Aliaga
“protege” a la familia –de la cual carece- o que está contra el aborto,
desequilibrados hacen forward en las redes sociales y adhieren acríticamente a
su candidatura. No importa que aquél hiciera su fortuna por medios muy
discutibles y con favores polémicos; que considere a la Virgen María como ser
terrenal y que castigue sus confesos deseos con un cilicio. Tampoco que haya
sido denunciado por vicios vulgares y palurdos y que no sea más que un
matoncito de quinta pero “con su billete”. La pobreza ideológica de los
peruanos aterra y más que eso consterna.
El fanatismo religioso o cucufato sólo produce momentos
fallidos en cualquier historia societal. Un ejemplo interesante: en mayo de 1923,
los estudiantes –liderados por Víctor Raúl Haya de la Torre y los obreros,
preludio del Frente Unico de Trabajadores Manuales e Intelectuales, salieron a
protestar contra la maniobra leguiísta de consagración del Perú al Sagrado
Corazón de Jesús ¡precisamente! en nombre del libre pensamiento. Haya fue
apresado y partió a un largo exilio, las bajas fueron 2 y empezó un capítulo
creador en la historia del Perú. Hoy, entre los más “entusiastas” e ignaros
adherentes de la candidatura hay no pocos apristas –o que se llaman como tales-
y que muestran total indiferencia a la crónica de su propio grupo político.
Contrabandear la cucufatería con la campaña electoral, una
postura conservadora y reaccionaria es un asunto que revive fuerte en estos
días. No se trata de asuntos de fe, el acápite eleccionario trata sobre cómo
manejar los destinos del gobierno del Perú. Y pretender mezclar una cosa con
otra sólo produce el tradicional arroz con mango.
Tomar a lo serio cosas del Perú, esto no es república, es
mojiganga, decía Manuel González Prada.