Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
2-4-2023
Mar de Grau al Escudo Nacional
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De los tres
símbolos que figuran en el Escudo Nacional del Perú, la vicuña representa a los
camélidos andinos, el árbol de la quina aún posee utilidades medicinales pero
la cornucopia o cuerno de la abundancia llama a polémica por ¡precisamente!
jamás haber representado una democrática riqueza que abarcara en sus confines a
las mayorías nacionales.
¡Ni en 1825
cuando el Congreso Constituyente de entonces la aprobó ni el 31-3-1950 cuando
se ratificara su conformación vigente. En nuestro Perú de reprobable ausencia
de ideas, acaso esta iniciativa concite algún interés.
¿No es el
Mar de Grau en algo más de 2600 kilómetros de litoral, fuente de riqueza
ictiológica, minera, acuífera, generadora de hidrocarburos y dignificadora del
trabajo, nuestra 4ta Región Natural?
De
considerarse así, entonces ¿por causa de qué no encuentra su representación
gráfica y de adentramiento cívico en hombres y mujeres a lo largo y ancho del
Perú?
El hombre,
la mujer, laboriosos, pescadores, lanchas y barcos dedicados a una tarea dura,
deben tener su representación en los símbolos patrios, en este caso el Escudo.
Pertenecer
a un país no es sólo decirlo, es sentirlo, amarlo, representarlo en sus
gráficos, emblemas y enseñas.
De norte a
sur, de Tumbes a Tacna, cientos de playas y decenas de puertos (muchos hoy,
gracias al entreguismo de los últimos 35 años, en manos ajenas) son escenarios
de múltiples jornadas en que hombres y mujeres contribuyen con la despensa
cotidiana, en el deporte de aventura, en la pesca artesanal e industrial, en la
exploración y explotación minera.
Vale decir,
la inmensa franja costera del Océano Pacífico, nuestro Mar de Grau, es una
región de riqueza hasta hoy incalculable y a la que han puesto puntería las grandes
transnacionales con sus tratados y avances de toda índole.
Verbi
gracia, un instrumento internacional, la Convención del Mar, por ejemplo nos
constreñiría a 12 millas y consagraría la intromisión a partir de ese límite,
de depredadores de alto nivel tecnológico y potente poder económico para
premiar a sus operadores nativos.
Si la
cornucopia simboliza más bien la inequitativa circunstancia republicana en que
minorías poco ilustradas, cuasi ignaras pero profundamente racistas hasta para
despreciar el brazo hercúleo y vernacular del humilde hombre y mujer de abajo
¿para qué seguir manteniendo un gráfico inconveniente y hasta extraño?
Los
emblemas deben poseer como premisa fundamental la reivindicación o ambición de
las sociedades y pueblos. En este caso, la desigualdad constituyó la norma
pobremente cuestionada hasta nuestros días.
Infiérese,
con meridiana claridad que si nuestra 4ta Región Natural es el Mar de Grau,
entonces su uso en el Escudo Nacional, en reemplazo de esa cornucopia griega
que jamás fue cuerno de ninguna abundancia igualadora, deviene como un
reconocimiento palmario, inequívoco y jubiloso al pueblo y refiere que su
dignidad está siempre de pie, teniéndolo de ahora en adelante como su símbolo
en el Escudo.
Nótese que
la mediocridad política impide la polémica ideológica y la discusión
doctrinaria. No sólo en torno a formas de liderazgo del país sino también en la
imagen de una visión de país más justo y democrático.
Es preciso
aprehender que la democracia es el gobierno de los más y no de los menos. En
Perú, desde siempre, han sido patotas delincuenciales, minorías y grupúsculos
rufianescos, los que han piloteado la nave del gobierno desde 1821 a la fecha.
¿De qué
otro modo se explica que las grandes empresas posean contratos de estabilidad
jurídica que les permiten evadir impuestos y exportar capitales que necesitan
ser reinvertidos en Perú?.
¿Por causa
de qué el pueblo no está involucrado en los enormes planes de inversión, en un
proyecto nacional que nos vuelva al sitial de liderazgo latinoamericano en un
concepto integral y con gente que viva bien y disfrute de alamedas futuristas
para las próximas 5 generaciones?
Los últimos
quince meses han sido el escenario de la involución en el país. Sectores
minoritarios, profundamente racistas, a veces sin mayor raíz peruana y no pocas
veces servidores obsecuentes de poderes extranjeros, persisten en su miope
visión torpe.
Infame
guarismo en que 32 millones de peruanos son dueños nominales de sus recursos,
mar y puertos y en la práctica son poseedores de ¡absolutamente nada!
El Mar de
Grau, su grandeza que recuerda al héroe epónimo, su feracidad en recursos
múltiples y, sobre todo y en los tiempos que vienen, despensa y tambo, ruta y
camino, patrimonio maravilloso, debe constituirse, en lugar de la cornucopia,
en el nuevo-viejo símbolo del Escudo Nacional.