Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
26-10-2007
¿Y el analfabeto de arriba?*
Anunció el presidente
García que en los próximos meses, medio millón de iletrados dejaría de serlo
merced al impulso de un plan ideado por su gobierno. Interesante pero común
oferta a que apelan todos los mandatarios. Está bien. Pero ¿qué hacemos con los
otros analfabetos, esos dañinos, cancerosos, letales y grandilocuentes cretinos
que abundan en la cosa pública, burocrática y política del Perú? ¿Y los
analfabetos de arriba?
¿Cómo reconocer a un
analfabeto de arriba? ¡Nada más fácil! Es el idiota que solicitado en
declaración periodística, no tiene más original idea que “pedir un paso al
costado” de éste o de aquél.
El analfabeto de arriba es
incontinente, sólo que esta disfunción no la muestra como el resto en forma
discreta o recatada. No. El de marras es exhibicionista, goza en la ridícula
exposición de su figura informe y no cesa de ataviarse con los mejores trapos,
olvidando que aunque la mona se vista de seda, mona se queda. ¿Cuántos
politicantes dan sus conferencias o declaraciones a diario? Toneladas de
palabras, gramos de virtud y estupidez a granel.
En todo el enfermo cuerpo
social del Perú, el analfabeto de arriba es un profesor suma cum laude. Se
atiborra la boca de los términos: espacio, mesa de concertación, consenso,
contrato social, pero su interés reside fundamentalmente en el vulgarísimo
costo-beneficio de cada actividad. ¿Cuánta prensa consigo con decir tal o cual
cosa? es parte de su sesuda reflexión diaria. Entendido es que nada de cuanto
profiera se acerca, ni de broma, a más allá que un mugido, un berreo, una
acción inercial de sus desmadejadas e informes naturalezas. Es un infeliz de
saco y corbata o traje o falda que dice interpretar la voluntad ciudadana y en
realidad no hace sino envilecerla. Más aún.
Si usted pide al
analfabeto de arriba credenciales académicas, le sacará diplomas de cientos de
seminarios, talleres, monsergas por el estilo, a la que fueron inscritos para
que figuren en registros, pero ¡eso sí! nunca deja de recabar el certificado.
Con eso puede pedir o exigir más dólares. Lo usual y cotidiano es que concurran,
a estos saraos disfrazados de cultura política, los asesores, rara vez, menos
tullidos que sus jefes ocasionales a quienes no importa nada salvo el
cartoncito. El analfabeto de arriba es aliado de cualquier gobierno y practica
la fea costumbre de colocar amigotes, amantes, queridos o queridas en las
reparticiones del Congreso, de los ministerios, del gobierno ¡de cualquier
cosa!
Un importante político hoy
olvidado en sus enseñanzas de vida y citado mercantilmente para cohonestar
cualquier sacrilegio contra lo que él pensó, Víctor Raúl Haya de la Torre , solía aludir a los
analfabetos de arriba porque, decía, eran los más peligrosos, audaces,
desvergonzados. En efecto, los capos de la media lengua, los buhoneros de sebo
de culebra y que hoy en su partido político fungen de “voceros”, son capaces de
justificar las más aberrantes truculencias con la poca envidiable ambición de
no parecer algo más tarados que al nacer. ¡De esos abominaba Haya cuando
hablaba de los analfabetos de arriba!
En este país en que las
lamentables ¡pero privadísimas! separaciones o divorcios de profesionales de la
actuación, ocupan primeras planas, en que pandillas de delincuentes
intelectuales se roban literalmente (con muchos dólares de sueldo, ciertamente)
la fe del pueblo y que empresas transnacionales y sus esbirros criollos,
practican la viejísima, secular e imperturbable política del cholo barato y el
azúcar, gas o energía caros, los analfabetos de arriba, han llegado a momentos
estelares de su oprobiosa existencia. No hay sino que dar un paso y entonces se
los encuentra en todas partes. Cualquiera es un señor, lo mismo un burro que un
gran profesor. De cada diez, la estadística regala el aterrador cuadro de 7 con
tendencia a 8, poblado por esta clase de especímenes. Si hay algo notable, al
lado de su zafiedad zoológica, es que provienen de canteras multipartidarias y
mezcladas en lodo y verguenza. Es decir, en los fondos abisales, de repente, sí
es posible llevar a cabo la anhelada “unión nacional”. ¡Qué desmadre!
¡Atentos a la historia;
las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el
gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame
y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará
al Perú!
Lea www.voltairenet.org/es
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*Publicado originalmente
en la Red Voltaire el 26-10-2007 http://www.voltairenet.org/Y-el-analfabeto-de-arriba