Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
3-7-2006
La abominable conciencia acrítica*
El fatalismo de la vida
peruana se acentúa desde los medios de comunicación cuando se “borreguiza” el
mensaje y se da por hecho lo que son abominables y aberrantes prácticas que una
conciencia acrítica, profundamente enraizada en el espíritu nacional, no
cuestiona, toma como parte de su medio ambiente y asimila con la consabida
sentencia infeliz: “así son las cosas”. Se lee que un pobre diablo gana el
equivalente de US$ 5 mil en el actual gobierno y emerge automáticamente la
pseudo justificación: ¿debería cobrar menos? No se dice que es el mal utilizado
dinero del pueblo.
Se anuncia con bombos y
platillos que el próximo Establo parlamentario será peor que el actual pero no
se inquiere por las tropas de asesores, las bandadas de secretarias y brigadas
de conserjes que cobran por hacer muy poco o porque integran la cohorte de
mantenidos por la ubre estatal y que hacen “estudios de imagen, propuestas”,
etc. como si lo podrido pudiera oler bien alguna vez. De repente, como decía
Manuel González Prada, lo más sensato que pudiera hacer el Establo ¡es el
análisis, inmediato, categórico y definitivo de su propia cerrazón y clausura
por los tiempos de los tiempos!
Las universidades, sobre
todo las particulares, preparan profesionales-soldados de la empresa privada.
No hay grandes gerentes con visión nacional o nacionalista, privilegiadores de
la industria peruana, sus proyecciones, su valor agregado o el desarrollo en
los próximos 100 años de acuerdo a un gigantesco proyecto-país que tenga en
ellos a los vectores fundamentales de esa construcción. ¿Para qué queremos
“brillantes” turiferarios de las firmas transnacionales? ¿No será que el diseño
de la universidad-materia prima para los dólares foráneos colisiona
directamente con el ágora creadora de líderes forjadores de una nación?
No muchos lustros atrás, a
una cáfila de descastados, se le ocurrió que la historia de la guerra con Chile
debía ser reescrita. ¡Claro, el propósito es suavizar, matizar, difuminar, el
paso de la pezuña bestial del invasor, con su larga e interminable lista de
tropelías y abusos con un país vencido, para edulcorar y justificar la invasión
actual globalizante que privilegia asimetrías culturales, raciales y ¡sobre
todo! económicas. Con una mentalidad acrítica, de colonos mentales, el futuro
está aherrojado a los sirvientes de cualquier país que tenga un relativo mayor
desarrollo. Y aquí no hay jingoísmos o xenofobias, simple y llanamente, la
constatación de una cobardía que siempre pretende oropeles intelectuales y
coberturas mediáticas, muy fáciles, por cierto.
En Perú hay que aprender a
pensar. No sólo eso. A pensar con criterio ferozmente crítico. Si la nación
está en flecos y con unas desigualdades protervas es porque el diseño de su
desarrollo está mal y sólo protege a minorías insolentes que no entienden que
un país desarmado de cultura, de armas disuasivas, carente de una política
externa agresiva e inteligente, no es una garantía de paz. Un país desarmado,
es una presa apetecible.
La conciencia crítica está
al alcance de todos. Basta con ver diarios, oír noticieros radiales o
televisivos. Cuanto allí se dice contiene un estilo apocalíptico y de
caballazo. ¿No fue así la ratificación del TLC con Gringolandia la semana
pasada a cargo de un Establo claudicante? ¿En cuatro horas “analizaron” miles
de páginas? Muchos no hablan siquiera castellano entendible, menos inglés,
lenguaje en que fue escrito el tratado de marras. Simplemente, ejerza su
derecho a criticar críticamente. ¡Y no dé por hecho las verdades públicas,
piense, pregunte, levante el espíritu peruano! ¡Piense y critique, así se hace patria!
¡Atentos a la historia;
las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el
gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame
y tácito de hablar a media voz!
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*Publicado originalmente
en la Red Voltaire el 3-7-2006 http://www.voltairenet.org/article141584.html