Sunday, June 26, 2011

¡Trabajo sí, limosna no!

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
26-6-2011

¡Trabajo sí, limosna no!
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El 13/01/42 muchos amigos de Raúl quedan perplejos al leer el siguiente aviso en los ofrecidos de "La Prensa":

"Caballero argentino, casado, de 44 años, con amplias relaciones, estudios universitarios, técnicos, una vasta cultura general, científica, literaria y filosófica, con experiencia general y profunda de nuestro ambiente económico y político, ex redactor de los principales diarios, autor de varios libros premiados y de investigaciones, aceptaría dirección, administración o consulta de empresa argentina, en planta o en proyecto, en los órdenes industria, comercial o agrario. Dirigirse a Raúl Scalabrini Ortiz, Calle Vergara 1355, Vicente López". http://www.elortiba.org/sortiz.html

Una oferta, no pedida ni solicitada, de ingente colaboración crematística, motiva la reproducción del texto que muchos años atrás publicara en La Prensa de Buenos Aires, el notable ensayista, político y literato argentino, Raúl Scalabrini Ortiz.

Es que en el avatar cotidiano de las andanzas periodísticas uno se adentra en los pagos que los poderosos dominan y en donde quien se introduzca, sin invitación y con crítica, resbala, es liquidado o enjuiciado. Y comentando con algunos amigos, por email y por teléfono, los costos monstruosos que implica defenderse en los tribunales de "justicia", hice mención episódica de las decenas de nuevos soles que ello implica para los, como en mi caso, fuimos obsequiados con, al menos, ¡5 juicios penales! conocidos.

Colofón obligado de toda charla es la curiosidad de conocer por vetas de trabajo en qué aplicar lo que uno sabe hacer y en procura de recursos honestos para sufragar las cosas simples de la vida que no esperan, que sí castigan con el corte de servicios y que a veces acumulan sus formatos impagos mes tras mes.

Entonces una voz amiga se ofrece a dar un préstamo a honrar "como tú puedas". Sorpresivo por cordial e inesperado por no pedido ni insinuado, la especie dibuja en el horizonte menos dolores de cabeza ni quebraderos de sesera para inventar fórmulas y satisfacer cuentas huérfanas del vil pago.

Para hacer la historia corta y simple, luego que me solicitaran número de cuenta (de que carezco) para depositar la suma, la persona desapareció, no escribió más. Había protestado aquella que las diferencias políticas no interesaban y que guardaba un sentimiento de respeto para conmigo y eso era suficiente para su samaritana opción.

Frente a un desmán que la razón rechaza por ociosa, no hay sino que elevar el lema allende y aquende vigente para todos los efectos: ¡Trabajo sí, limosnas no!

En estos últimos seis lustros he visto contribuciones generosas de gente muy humilde que quiso gratificar al periodista hasta con cargas de lapicero o tinta para impresora. Una vaca vendida por un grupo de jóvenes en Cajamarca, cuyo monto, llegó a Lima a la mitad (pagó impuestos y deducciones por todo el camino), premió un trabajo de años atrás. Un ex militar me obsequió una moneda áurea de colección, recibí una carta de enfermos de cáncer por los que había pedido en un artículo con demanda enérgica, recibo llamadas telefónicas del interior y del exterior de personas que no conozco pero que aplican generosos términos en su conversación y a todos contesto: ¡sólo cumplo con mi deber informativo! En buena cuenta, uno incurre en el ámbito aleccionador del periodismo por entereza y convicción y por el profundo amor a las causas de justicia.

Por razones que nunca he podido explicarme son varias las personas que me brindan documentos, comunican pistas, dan datos de escándalos mil y actos delincuenciales que la "gran prensa" no publica por la razón palurda que sus funcionarios o primos o parientes, son los protagonistas de esas historias. Y, que digamos, no estoy en la prensa televisiva, radial o escrita.

Cierto que año tras año recibo reconvenciones: "¿y cuánto ganaste?"; "¿te da para comer?"; "¿y las cuentas?", "¿por qué no te dedicas a algo que sea "productivo"?". Todas mis explicaciones caen en saco roto frente a argumentos tan potentes. El espíritu, es cierto, no alcanza a llenar las alforjas y tampoco a honrar compromisos.

Nada de eso autoriza a quienes carecen de facultades, cualquiera, para burlarse o fulminar la amistad en nombre de circunstancias que no están en capacidad de asumir.

Lo divertido es que uno pretende trabajo, no limosna.

Haciendo analogía al texto del célebre Raúl Scalabrini Ortiz habría que decir:

"Caballero peruano, de nariz generosa, ex redactor de diarios y revistas, entusiasta de la primera y última hora del día, capaz de enhebrar tres o cuatro párrafos seguidos sin surmenage, pone empeño y es como los árboles que mueren de pie antes que rendirse. De sonrisa invariable y tesón perseverante aceptaría responsabilidades en equipos de imagen, construcción de liderazgos, capacitación de jóvenes. Dirigirse a Av. de la Esperanza 355, dpto. 104, Lima. Y no lo olvide: trabajo sí, limosnas, no."


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Congreso y Presidente prohibidos de amnistiar e indultar a Fujimori

Congreso y Presidente prohibidos de amnistiar e indultar a Fujimori

por Guillermo Olivera Díaz; godgod_1@hotmail.com

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26-6-2011

 

1.      El actual Congreso de la República, o el próximo, no puede dictar una ley que otorgue amnistía a los autores de crímenes de lesa humanidad, porque el derecho internacional ratificado por el Perú con rango constitucional lo prohíbe.

 

La Décimo Sexta Disposición General y Transitoria de la Constitución Política de 1979 les otorgó "ratificación constitucional" al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 12-12-1966 y a la Convención Americana sobre Derechos Humanos de San José de Costa Rica de 22-11-1969.

 

Este mismo rango o jerarquía fluye de la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución Política de 1993 cuando señala que:  "Las normas relativas a los derechos y libertades que la Constitución reconoce se interpretan de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por el Perú". Más clara y limpia ni el agua ni la patena.

 

En consecuencia, no es atribución del Congreso "ejercer el derecho de amnistía" aprobando una ley que viole o contravenga  la letra y espíritu de los tratados internacionales celebrados, suscritos, ratificados y que el Perú no haya denunciado con "aprobación previa" del propio Congreso cuando se refieren a "derechos humanos" (Arts. 55, 56 y 57° de la Constitución Política, 1993). Los jueces no aplicarían una ley semejante, como ya sucedió en el pasado con la Ley de Amnistía N° 26479 promulgada por Alberto Fujimori el 14-06-1995 y su presurosa Ley interpretativa N° 26492 de 02-07-1995.

 

¡Recordemos a la valiente jueza  Antonia Saquicuray Sánchez  que vía control difuso declaró inaplicables estas leyes de amnistía al Caso Barrios Altos en plena satrapía fujimorista, ante los ojos de Montesinos y Alberto Fujimori! Era junio de 1995 y fue del mismo criterio, la entonces fiscal Ana Cecilia Magallanes Cortéz,  mi alumna en Villarreal,   a quien el cáncer tempranamente nos la arrebató sin indultarla.

 

2.      Ley penal prohibitiva de indulto.-  Del mismo modo, el Presidente de la República no puede conceder el indulto a un condenado por  delito de secuestro agravado, como es el caso de Fujimori preso en DIROES, cuando existe una ley interna que también lo prohíbe: la Ley N° 26478 de 03-06-1995, "excluye del beneficio del indulto a los autores del delito de secuestro agravado". ¡Esta norma la promulgó Fujimori; ahora es para él!

 

El Presidente que fuere violaría esta ley con responsabilidad penal  en lugar de cumplirla y hacerla cumplir como es su obligación. El Art. 118° de la Constitución Política manda al Presidente "cumplir  y hacer cumplir la Constitución, tratados  y  leyes" y no violarlas o desacatarlas.  La conducta ilícita del que concede un indulto que la ley prohíbe tiene clarísimo contenido penal, al sustraerlo al beneficiario de una medida penal ordenada por los jueces.

 

Es un tema conocido por trillado que "corresponde al Presidente de la República conceder indultos y conmutar penas"; empero tal atribución no se ejerce ad líbitum violando leyes, pretextando sentimientos de humanidad que esconden intereses nefandos llamados políticos, corrupción y a menudo  prebendas millonarias.

 

Con mayor razón el Presidente no puede conceder un indulto por crímenes de lesa humanidad, a través de un simple Decreto Supremo incompatible con el derecho internacional de los derechos humanos  de rango constitucional. La justicia internacional ha establecido tal incompatibilidad.

 

3.      Cosa juzgada internacional.- Además, el Caso de las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta  ya fue judicializado internacionalmente. El 14-03-2001 la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por unanimidad decidió, en forma definitiva, que el "Estado del Perú violó el derecho a la vida (de más de 25 personas); que "debe investigar los hechos y sancionar  a los responsables" y que las "leyes de amnistía 26479 y 26492 son incompatibles con la Convención Americana sobre Derechos Humanos y, en consecuencia, carecen  de  efectos  jurídicos". Véase el Punto 51 de dicha sentencia.

 

Siendo así, tanto el Congreso de la República como el Presidente Alan García u Ollanta Humala mal pueden contrariar un tema judicializado sin incurrir en responsabilidad penal.

 

El Indulto "suprime la pena impuesta"; o sea, deja sin sanción al condenado. Así reza el Art. 89° del Código Penal, pese a que el fallo de la Corte de San José de Costa Rica obliga al Estado peruano a "investigar los hechos y  sancionar a los responsables", que ya fueron identificados: Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos, los inefables del grupo Colina, entre otros.

 

Esta sentencia supranacional niega la amnistía y el indulto. Ordena la sanción que ha impuesto ya el Poder Judicial peruano en última instancia, considerando crímenes de lesa humanidad los de Fujimori.

 

Al Congreso y al Presidente no les compete decidir contra los jueces internacionales. Sería una  monstruosidad que corrigieran o enervaran los efectos de una sentencia de un caso concreto que es cosa juzgada. Si lo hacen el Estado peruano incurre en una costosa responsabilidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

García, el de la sangre

García, el de la sangre


Alan García, insaciable en cuanto al dinero, está dominado también por una ardiente sed de sangre. Los seis muertos de ayer en Juliaca ingresan en la cuenta progresiva de ese instinto.

Conocido es el itinerario de su extravío. Incapaz, primero, de prevenir, procede después a negarse al diálogo o a asumirlo en tono de farsa, para enseguida ordenar la represión. La sangre (ajena) lo llama.

Sólo entonces procede a rectificarse. Espera que haya muertos para resolver. Su última coartada consiste en declarar que está matando por defender a Ollanta Humala. Faltaba más.

Ayer aseguró que es "inocultable y claro" que las protestas de Puno no son contra el gobierno que se va. "Hay", afirmó, "oscuros intereses que exigen una parte del poder en el cambio de gobierno. Lo que buscan es presionar al próximo gobierno".

O sea que él, de puro bueno, está despejando el terreno a punta de bala.

En todo caso, si eso fuera cierto, ha debido informar y consultar primero a Humala. La respuesta hubiera sido, sin duda: "No me defiendas, compadre. No con ese método".

Humala despejó dudas ayer, cuando emplazó al gobierno actual "a solucionar este problema y a que no permita más derramamiento de sangre".

La sangre derramada recae, pues, sobre García y su régimen.

Los puneños reclaman medidas razonables y viables, que no requieren esperar la instalación de Humala en el poder. La prueba de esa viabilidad la ha dado el propio Poder Ejecutivo al derogar el Decreto Supremo 003-2007, con lo cual se da por terminado el proyecto minero Santa Ana y se abre paso a la Consulta Previa respecto a proyectos mineros en Puno.

También se ha dispuesto la descontaminación del río Ramis, envenenado por la minería informal, cosa que los puneños reclamaban desde hace cuatro años.

No hacía falta esperar el resultado de las elecciones para tomar medidas tan practicables. A menos que se estuviera esperando que el conflicto estallara en caso de que triunfara Humala, para provocar y avivar pasiones, precisamente para dejar como herencia para el gobierno venidero un cLima de ira e incertidumbre.

Hace medio siglo, Federico More describió el método de los gobiernos autoritarios. Al aplicar represión, crean protestas y por lo tanto desorden, en vista de lo cual recurren a defender al orden. Por medio de la violencia. Y el desorden se acentúa. Los déspotas recurren entonces a las masacres.

Jorge del Castillo reformó el método. Se negaba a atender reclamos. Cuando la impaciencia llevaba a paralización, decía que no podía negociar mientras hubiera medidas de fuerza. Suspendidas éstas, entablaba diálogos, cuyos acuerdos terminaban en el cesto del olvido.

García pone el sello de oro, de sangre mejor dicho, mediante la matanza. Ahora que se le acaba la temporada de crímenes, deberá responder por éstos.