Informe
Señal de Alerta
4-9-2022
La reinscripción alanista
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La dinámica por la cual se entregaban los documentos
iniciales para la reinscripción del alanismo ante el Jurado Nacional de
Elecciones, arrancó con algún desconcierto. No fueron, no tuvieron para el
pasaje, naderías poco serias y bagatelas por un asunto que pretende reivindicar
a un partido de manera registral.
Más allá de estas consideraciones, es importante señalar
algunas cosas que los analistas obvian, omiten mencionar y se tapan los ojos
porque no conviene malquistarse con los alanistas que poseen contactos y son
especialistas en el tráfico de influencias, la adhesión a causas reaccionarias
y están sideralmente separados del pensamiento, doctrina y ejemplo moral de
Víctor Raúl Haya de la Torre.
¿No son los mismos rostros detrás de la maquinaria que
auspicia dicha reinscripción? Los señores Mauricio Mulder y Jorge del Castillo,
alanistas conspicuos y de matices en su feligresía ¿no son los personajes
anticarismáticos que la población identifica como parte de un desprestigio hondo
y cabal, reflejado en el 2% que consiguiera su agrupación en el comicio de
meses atrás?
La declinación electoral del alanismo, cuando su adalid
estaba vivo, vino claramente establecida por los guarismos poco después de
asumir un gobierno -2006- simpático al status quo y en servicio de los más
poderosos, no tributantes y mandones en el Perú. Hasta Trujillo, antaño bastión
inexpugnable, se perdió tanto en municipales como en la gobernación. Las
lágrimas de entonces se asemejaron a aquellas cuando no se supo defender la
posicion en el campo de batalla.
Uno de los mitos más insólitos ha sido el pretender que Alan
García representaba fuerza electoral y arrastre multitudinario. Sus caudalosos
discursos apenas si consiguieron en su última participación como candidato
presidencial menos del 6%.
Los especialistas en marketing, mercadotecnia aplicada a la
liza política, no hesitarían, al hacer un examen prolijo, riguroso, serio y muy
profesional, en confirmar que la figura o mención del nombre de Alan García
Pérez, gatilla en forma automática y hasta irreflexiva, los peores denuestos y
calificativos. Ergo, en lugar de ser aquél un imán, es una suma cero.
Escribí más de dos décadas atrás:
“Uno de los contrabandos más
eximios, de esos que parecen verdad pero son más bien aparentes que reales, ha
sido la especie que pretende mimetizar al aprismo con la carrera particular,
personal, absolutamente angurrienta de mando del señor Alan García Pérez, ex
presidente del Perú, durante el bochornoso, por aventurero, quinquenio de
ejercicio gubernativo entre 1985-1990. Así, la noche de 1992, cuando la fuga
del Mozallón por los techos, tras una incómoda estancia en un barril sin agua,
hacia Colombia, se estudió bien el destino. Entre 1949-1954, Haya de
Si el alanismo consigue su
inscripción nada garantiza simpatías o adhesiones. Por el contrario tan solo
una agonía avalada por la inverecundia y mala actitud de sectarios, mediocres y
corruptos.