Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
13-3-2013
¿Es Perú una mercancía?*
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La ambivalencia de la expresión "poner en valor" es para algunos, otorgar reconocimiento
y reivindicación a lo que se posee. Para otros, más palurdos y siempre
vinculados al lucro, consiste en dotar de mejores atractivos comerciales en pro
de una venta con más apetitosos resultados. Estriba el cuestionamiento actual
en saber ¿si una nación con 30 millones de habitantes, dotada de los más
extraordinarios ecosistemas y biodiversidad múltiple en todas sus regiones
desde la costa marina hasta las selvas más abruptas, con recursos naturales
ingentes y mal aprovechados, es una vulgar baratija a la que hay que "poner en valor" y venderla
al mejor postor o al conjunto de secuaces que propenden a enajenar hasta su soberanía?
Quien piense al Perú como un bien de cambio sujeto al
cubileteo de postores pirañas, atenazado a cotizaciones que hacen los poderosos
para quienes la soberanía nacional es una patraña, simplemente es un traidor
que hace las veces de agente nativo de poderes supranacionales que deciden
cuánto vende Perú, a qué precios, a quiénes, en qué tiempo y cómo no lo hace si
son propicias las escalinatas hacia abajo de la especulación en que incurren con
mucha frecuencia los monopolios mundiales. En buena cuenta, un palurdo eslabón
del sistema opresor del capitalismo salvaje.
No pocas veces, en los dos años que tiene la actual
administración del presidente Ollanta Humala, se ha repetido la especie "poner en valor". Ayer mismo
el jefe de Estado la usó refiriéndose a la gastronomía y a la pesca. Convendría
enderezarle la pregunta ¿si considera al
Perú como una mercancía? El salió elegido en segunda vuelta y con el
respaldo de quienes creyeron en muchas promesas la mayor parte de las cuales ya
fue olvidada, pulverizada con lápidas de alto tonelaje o descartada alevemente.
El lenguaje político en Perú tiende a la repetición
truculenta de apostillas resobadas que vienen de traducciones que "aligeran"
el trabajo de quienes las usan. Step aside, paso al costado, el galicismo "poner en valor" y así por el
estilo. En los últimos treinta años la mediocridad comunicacional de los
gorilas politicantes ha sido pavorosa y destructiva. Y quien quiera un ejemplo
inverso, basta con que fije su observación en los inquilinos precarios de Plaza
Bolívar: el Congreso.
Acaso convenga recordar -en
Perú las cosas de puro sabidas, se olvidan- que fueron numerosas las
culturas preincaicas y asombrosos sus logros ingenieriles en agua, canales,
fuentes de regadío y técnicas agrícolas; el imperio incaico, aunque breve,
logró la majestuosidad de un tamaño mayestático que tiene resabios en Chile y
Argentina y hay misterios insondables que nos dicen que fueron agrupaciones
humanas y civilizaciones portentosas de las cuales descendemos, con su cuota en
el camino y fractura, de los españoles. Por tanto, algo fuimos y no poco
debemos ser.
Entonces, para la consecución de ese presente y futuro
contemporáneos ¿debemos poner en valor hasta Machu Picchu, vender el Pacífico o
el Titicaca, el gas de Camisea, los recursos mineros, la biodiversidad, a los
mejores precios posibles para enriquecimiento de gavillas antinacionales y
empobrecimiento masivo de los habitantes del Perú? Hay gentuza aquí que ve
"riqueza" y "desarrollo" y sus patrones de medición son los
centros comerciales que instalan Ripley, Saga y otras tiendas. Al lado de esas
realidades de concreto y neón, están los salarios de hambre, el aplastamiento
masivo de la dignidad de los trabajadores, la violación total de las leyes
laborales, la explotación del hombre por la empresa y el gobierno de turno que
permite la comisión de estas tropelías.
Una nación en desarrollo, construcción y evolución, no es
una baratija al decir de cualquier efímero e irresponsable funcionario que
primero debería aprender castellano y luego incurrir en la emisión de
pensamientos integrales, respetuosos de los derechos humanos y, sobre todo, de
un acendrado amor por el Perú, sus Andes, Océano Pacífico y los 30 millones de
habitantes.
No hay posibilidad de un país soberano si antes no logramos
la integración latinoamericana y la puesta en marcha de un Estado nacional y
nacionalista, premunido de firmes convicciones de aprovechar la modernidad del
mundo actual y de dinamizar la valiosa carga humana que es uno de sus mejores
estandartes.
"Poner en
valor", ¡bah, huachafería barata de reducidores del espíritu nacional!
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena
bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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*Publicado originalmente en la Red Voltaire el 13-3-2013 http://www.voltairenet.org/article177861.html?var_mode=recalcul