Radiografía de la
actividad portuaria
por César Reaño Reaño; bloque.maritimo@gmail.com
4-1-2017
El resultado del manejo profesional, y la pugna desatada
entre los puertos para atraer mayor volumen de tráfico, no es más que el
reflejo del equilibrio de fuerzas enfrentadas en el mercado de los servicios
portuarios (estiba/desestiba, manipulación, practicaje, remolcaje, transporte,
etc.).
En él se produce una tensión constante entre su oferta y
demanda, cuya evolución depende fundamentalmente de la incidencia del coste de
los servicios portuarios en el coste total del transporte y, por tanto, en el
precio final del bien, de la elasticidad precio de la demanda de la mercancía
intercambiada por vía marítima; y de la posibilidad de sustituir los servicios
recibidos en un puerto por los prestados desde otras instalaciones.
Efectivamente, las variaciones producidas en el consumo de
los bienes transportados vía marítima, unidas a la evolución del sector del
transporte, alteran la demanda de los servicios portuarios, mientras su oferta
sea módica debido a la competencia desatada por el tráfico existente en cada
momento. Una competencia que en el contexto portuario se produce a dos niveles:
1.
Interno
(intraportuario), entre las diferentes empresas que prestan servicios en cada
puerto.
2. Otro externo (intertraportuario),
que obliga a las distintas instalaciones a competir entre ellas por el tráfico.
La noción, entonces, de equilibrio entre la oferta y la
demanda en el mercado de los servicios portuarios es mucho más dinámica que en
un mercado tradicional. Ha de entenderse como un proceso de ajuste permanente
entre los intereses de las dos partes. No debe olvidarse que si bien la demanda
de los servicios portuarios se deriva de la necesidad que se haga de los
servicios de transporte, derivada a su vez de la demanda de la mercancía que
los requiere, depende también de la calidad de los mismos, de su coste, de la
eficiencia con que se presten o de la disponibilidad de las infraestructuras
oportunas para que armadores y consignatarios puedan desarrollar su actividad.
Este tiempo de espera, durante el cual el buque no puede navegar, depende a su
vez del tiempo que permanece fondeado antes de poder atracar y, una vez
amarrado en el muelle, del necesario para realizar las actividades ligadas a la
carga o descarga de sus bodegas, en la actualidad solo el tiempo de espera
fondeado se debe de dar por espera de carga.
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