Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
24-2-2023
¡Cualquier reelección es un cáncer!
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Una de las cantinelas preferidas, de quienes buscan la
reelección congresal, es que los que ya están por largo tiempo, han adquirido
“experiencia”.
O sea que los legisladores tornaron expertos en el tráfico
de influencias, hicieron los contactos claves para llegar a las oficinas
ministeriales y aprendieron a servirse del Estado en todos los sentidos.
Deducir que nuevos e impolutos legisladores pecarán de
“inexperiencia” es una tontería que repiten no pocos.
¿Y para qué están las brigadas de asesores, pelotones de
secretarias, divisiones de personal administrativo, listos –al mismo tiempo que
adular y “doctorear” al titular- compartir vivencias y anuencias no escritas en
reglamentos o manuales hechos por “expertos”?
La reelección es un genuino cáncer y ataja cualquier
barrunto de dinamismo en las sociedades.
¿Qué
cercena la posibilidad de desarrollo de un pueblo? De cualquiera de los
nuestros. El continuismo, la falta de creatividad y la mediocre estampa de los
políticos puede garantizar cualquier cosa, menos ética y retos nuevos.
¿Qué
renovación podría esperarse de tagarotes cuasi analfabetos, dueños de
portentosas ignorancias y que no rebuznan por un exceso de timidez y que son
habilísimos en la fautoría de trampas y violaciones a granel bajo las armazones
legales de que son finos y audaces autores?: ¡ninguna!
¿Hay alguna
posibilidad de reconocer ideas y lustre en algún porcentaje entre los
políticos? ¿siquiera al 10%? El asunto es muy polémico porque ellos mismos no
se dan cuenta del hastío que provocan.
Débese, de
inmediato, denunciar a los vectores oportunistas de estas maniobras.
Y
señalarlos porque incurren en un delito lesa humanidad a que tienen los pueblos
inequívoco derecho y garantía de cumplimiento como soberanos que son.
La verdad
de la milanesa es que el Congreso paga puntualmente y hay muchos departamentos,
excursiones, autos y casas nuevas pendientes de cancelación. ¡No se puede matar
a la gallina de los huevos de oro!, dicen.
Es más. Una
linda reforma la constituiría prohibir cualquier reelección presidencial o
parlamentaria. Obligaría a muchos ineptos genéticos a comprender que la
política no es vil negociado culpable ni mamadera eterna de ubres cansadas como
son las que posee el Estado.
El
referéndum de años atrás votó por más de ¡15 millones de ciudadanos! contra la
reelección parlamentaria. El minúsculo conjunto de integrantes del Tribunal
Constitucional ¿puede zurrarse en tan contundente dictamen popular?
¿No hemos
visto, cómo ex primeros mandatarios, en vez de preparar legiones juveniles de
lustre y moral, alientan esfuerzos e inoculan noticias de sus charlas,
actividades, libros, folletos, torpedos y disfuerzos mil con tal de que se les
recuerde?
Cuatro o
cinco ex jefes de Estado serán depositados, de por vida, en la cárcel. El que
se autoeliminó y que jamás había sufrido ningún tipo de aprisionamiento, ya no
está, pero su gesto cobarde es inocultable.
Los hombres
y mujeres providenciales no existen, se fabrican y para eso basta con tener
paniaguados con faltriqueras llenas en los medios de comunicación; asesores que
transmitan o insinúen intenciones a modo de ensayo y una sociedad incapaz de
comprender que perennizar la estupidez, por falta de renovación, es el primer
detonante del caos y la violencia.
La
reelección, presidencial o parlamentaria, moviliza millones de dólares porque
así se perpetúan estabilidades jurídicas, castillos legales de impunidad y los
que se van perdonan a los que llegan (o retornan, otra vez), de manera que los
que caen tras las rejas o sufren el acoso de jueces insistentes, son los más
bobos, esos débiles mentales que "se creen" el cuento que son
personajes.
La
discusión fundamental estriba en pulverizar esa monserga que establece que es
un deber expoliar el dinero del pueblo desde la presidencia, el Congreso, los
ministerios o cualquier cargo público.
La
reelección debe ser liquidada: quien fue presidente, ya tuvo su oportunidad y
quien estuvo en la curul, lo propio. ¿Con qué derecho se atrincheran en cargos
que deben ser de estricto apego a los deberes de servicio y solidaridad con el
pueblo que los eligió?
¡30-40 años
de ver los mismos rostros, enfeudados a la minucia de sus pequeñas existencias,
en Palacio o en el Congreso! ¡Es hora de la renovación generacional y de
enfrentar el juicio limpio y la acusación contundente de los que recién llegan
insospechables de robo o estafa!