por Herbert Mujica Rojas
14-4-2009
"Que Dios nos ayude", ¿qué pobrediabladas son éstas?
¿Alguien de la Sunat puede informar al país, de manera responsable y
verídica, a cuánto asciende el monto de impuestos pagados por Dios o
sus representantes en Perú? Hasta donde se sabe el concordato firmado
entre el Estado Vaticano y Perú, entre gallos y medianoche en 1979, no
ha sido ratificado por ningún Congreso, por tanto es un instrumento
jurídico que NO tiene validez pero que funciona. Es decir pedirle
ayuda a Dios, como lo ha hecho el primer ministro Yehude Simon en
alusión a las múltiples desgracias recientes, deviene en un llamado
ocioso y a una figura que carece de autoridad porque no cumple con el
deber en que sí incurre el resto de la ciudadanía.
Murió el soldado número 14 caído malamente y por artera mano criminal
del terrorismo en el VRAE-Ayacucho y el ministro de Defensa, Antero
Flores nos recuerda que él no va a renunciar y que siempre, en toda
guerra, se producen bajas. Un descubrimiento notable para el estratega
de marras.
El presidente del Establo de la Plaza Bolívar, Javier Velásquez, ha
dicho que va a procurar que la junta de portavoces representados en
esa abominable colectividad de la que hasta el caballo de Calígula se
avergonzaría de formar parte –así lo denunció Manuel González Prada-
planearía un viaje al VRAE para "sensibilizarse" con dicha realidad
sangrienta. Ha admitido, sin ambages ni vergüenza alguna, que no están
"sensibilizados". ¡Cómo si la presencia de esos ilustres burócratas,
allá o acá fuera o tuviera la más mínima importancia!
¿Qué pobrediabladas son éstas?
Las iras están hoy desbordadas porque compruébase que el país no
avanza un milímetro, en cambio retrocede kilómetros y millas a paso
redoblado. Nuestros políticos son una casta que merece un acto
heroico, por tanto, ir al VRAE, de repente troca en una acción
sacrificada y por la cual merezcan recuerdo algún día. En el 2006 y a
propósito de la búsqueda de local a posteriori del sismo de agosto de
ese año, propuse que el Establo se trasladara a Tacna, de modo que en
casus belli, representaba el primer escalón dispuesto a rendir la vida
como lo hicieron los compatricios que pelearon en la guerra de rapiña
que Chile impulsó contra Perú entre 1879-1883. No caería mal un
monumento masivo por quienes de otro modo no son sino el acopio de
noticias escandalosas y muy mediocres. La idea no tuvo mayor eco hasta
hoy que Velásquez ha propuesto ir al VRAE.
Las tragedias en las carreteras, en los puentes, en la lucha de dudosa
eficacia contra el terrorismo demencial, son temas humanos en los que
la ayuda de Dios no tiene nada que ver. Las balas que asesinan son de
metal, el dinero que se emplea en su compra forma parte de los
impuestos que los ilustres de la Iglesia Católica no pagan o del
narcotráfico y también reconoce presencia terrena, no celestial. ¿A
cuénto de qué invoca a Dios el señor Simon? Tiene derecho a sus
creencias, aunque formen parte del engaño colectivo impulsado desde
hace dos mil años, pero a lo que no tiene posibilidad alguna es a la
superchería y a la idiotez de creer que todos somos débiles mentales
como para pensar que de otras partes y no de nuestras propias obras
valientemente acometidas, llegarán las soluciones puntuales a tanta
fragilidad como país.
La nación tiene que comprender que la pelea contra sus taras no tiene
otra salida que, como premisa inicial e inequívoca, reconocerlas en
toda su fealdad maloliente. Al terrorismo no se le combate con poemas
en forma de leyes, se le derrota desde el trabajo esforzado de los
ronderos, de la fuerza armada, desde el periodismo, desde la célular
familiar, el colegio, la universidad, las entidades del Estado, todas
juntas y premunidas de armas ideológicas y materiales para pulverizar
su cáncer violentista. ¿No lo sabe Yehude Simon? Me temo que él es el
único que puede responder esta pregunta con alguna relativa propiedad.
Y digo que es parcial porque clamar por la ayuda de Dios nos revela
cuan y qué tan grave es la impotencia de este agotado político de tan
aguda y abisal perspectiva.
¡Aquí y ahora se resuelven los grandes temas de la problemática
nacional! Que otros estafen desde los púlpitos y vivan gratis del
dinero que paga el resto de los peruanos es un tema que debe
corregirse pero para ello se requiere de un Congreso con mayúscula y
de hombres y mujeres justos y convictos en la igualdad de las personas
ante la ley. Mientras tanto, lo que todos vemos.
"Que Dios nos ayude", ¿qué pobrediabladas son éstas?
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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