Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
28-3-2025
¡Pierden el pelo, pero no las mañas!
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Ya comenzaron los poemas, promesas, salmodias literarias que los clubes
electorales (cascarones o minúsculos), ofrecen a la ciudadanía. Motivados por
la convocatoria a elecciones para abril 2026, los impresentables de siempre, se
afilan las uñas.
Discurramos sobre estos ejemplares que dicen sentir el llamado telúrico
para la conducción de los destinos de la Patria.
Pero ¡nuestros políticos siguen siendo de juguete!
¿No es común ver, para cualquier fenómeno u ocurrencia que demanda una sola
explicación, mil o más conjeturas, revestidas de palabras bonitas, mucha
nadería y soberbia estupidez, la que emiten nuestros políticos de juguete?
No dudan, nuestros errores con patas, en agenciarse cursos de
gobernabilidad en el extranjero y aunque casi nunca el seso les acompañe,
orondos, muestran sus diplomas que los nominan como “facilitadores, gestores,
estrategas” del tan manido arte de “gobernar”.
Pero más allá de la voz “profunda”, los lentes que intelectualizan cerebros
congénitamente idiotas, hay poco, tan solo palabras, palabras, palabras. Y,
ciertamente la “gobernanza”, neologismo simplón, queda en garrulería.
Nuestros políticos de juguete lo son ¡precisamente! porque de cada mil
términos que emiten, 998 son ejercicio hueco o habilísima destreza para
confundir más, no proponer nada y ¡mucho menos! impulsar un mensaje orgánico
pensando en los más y en el horizonte de cinco o siete décadas.
Inmediatistas, vocingleros en la forma y palurdos, categorizan que la
aparición en cualquier medio, radio, periódico o televisión, llena el objetivo
de sus casi ciegas y torpes ambiciones. Con ese marco más bien pobre, no
importa lo que emitan, el asunto es “tener presencia”.
Nuestros yerros andantes son como los zorros. ¡Pierden el pelo, pero NO las
mañas!
¿Por causa de qué el ciudadano nacional es tan poco exigente? No le extraña
que el político sea de juguete, al contrario, se solaza en cuál de los
escándalos fue de mayor estrépito o intimidad, como si ello procurara una luz
de esperanza para el habitante común y corriente.
¡Cuánto más escabroso el intríngulis, más pita para el chisme o las famosas
bolas peruanas! Aciago (y no hay forma de refutar la sentencia) el país que
basa su camino en dimes y diretes.
En cambio, los miedos de comunicación han fabricado a un elector acrítico,
bobo, profundamente idiotizado. Todas las mañanas los noticieros dan cuenta
escrupulosa si el asesinado lo fue por ajuste de cuentas, asalto y la precisión
de saber si fue el tiro a la cabeza o al pulmón, es francamente morbosa.
En Perú hemos tenido decenas de miles de muertos a bombazos y crímenes
masivos en todas direcciones, desde el terrorismo dinamitero hasta el Estado
nocturnino y alevoso que cohonestó matanzas en nombre de la “democracia”.
Hay una conclusión irrebatible: el peruano de hoy, es genio y figura,
diseñado por los miedos de comunicación. No extraña, por tanto, que estos
mismos miedos, no sean criticados ni emplazados porque, además, están concentrados
en una o dos manos propietarias.
Es muy fácil conocer a los políticos de juguete. Hablan con una profundidad
de que carecen y para eso vomitan por donde pasan, términos que suenan bien y a
difícil: gobernabilidad, generación de mercados, sociedad civil, la defensa de
la democracia, etc.
Usan anteojos (por imagen) y pronuncian citas de libros que no entienden y
que jamás terminaron más allá de las primeras diez páginas, pero que abundan en
sus “conferencias” y tratados que las más de las veces son compilaciones de sus
intentendibles “artículos periodísticos”.
Sobornan hombres de prensa con desayunos, almuerzos y comidas y son los que
suelen alimentar desde la efímera coyuntura del gobierno o posición de dominio
con propinas a malos elementos que los dejan apenas pierden la pitanza.
Su “presencia” vía declaración o discurso da para uno o dos días, luego
deben buscar más palabrería porque la coyuntura así lo requiere.
Hace largas décadas que Perú carece de políticos de fuste, con vocación de
futuro y capacidad de renuncia al yo personal para abundar y discurrir en el yo
colectivo. Si se los convoca a trabajar en equipo declinan porque sus egos son
elefantiásicos.
Sí tenemos por miles, traficantes de influencias, asaltantes de saco y
corbata, monreros perversos y vendedores de la Patria en todo contrato público.
Y dicen que tienen “experiencia en cómo funciona el Estado”.
Mientras que en Perú nuestros políticos sigan siendo de juguete por la
terquedad ignorante de no entender que la unión hace la fuerza, el país
persistirá engrilletado a la mediocridad y a la desesperanza.
No es en definitiva, un panorama alentador. Pero tampoco es una meta
invencible. Depende de cuanta convicción pongamos en el tema para erradicarlo a
favor de las grandes mayorías.
Y los políticos más jóvenes deberían darse cuenta que imitar los vicios
veteranos sólo produce monumentos grotescos y ¡olvidables!