Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
9-9-2024
¿Renovación con dinosaurios?
https://senaldealerta.pe/renovacion-con-dinosaurios/
La historia del Perú no es más que –y nos cuesta mucho
entenderlo y admitirlo- una luenga sucesión de paradojas, retazos inconexos,
frustraciones, quejidos, victorias episódicas y una sensación añosa que no se
puede lograr más, que ese es nuestro destino y que todo está escrito.
Una de esas paradojas se presenta cada ciertos años cuando
hay convocatorias electorales. Viejos taimados, famosos por ser traficantes de
influencias, ladrones con prontuario escrito, registrado y –en algunos casos-
desaparecido, se exhiben como los “líderes” de sus “partidos políticos” y, por
supuesto, aspirantes a diputados y ahora a senadores.
A través de maniobras arteras, cambio de ánforas y de
credenciales, esas taifas añosas aseguran que sus “bases” les encomienden la
dirección de sus colectividades o clubes electorales de amigos por interés en
hacer de la política vil negociado culpable.
Antaño la vejez era credencial de trayectoria, limpieza, fe
y acrisolado amor a las causas de justicia y estas personas, hombres y mujeres,
podían contar sus años de carcelería, de exilio, de dolor transido en la lucha
por un Perú justo, culto, digno y libre.
¿Cuál el rosario de méritos de estafadores, vividores de la
ubre del Estado, sinverguenzas que traficaron influencias, propiedades,
ejercieron presión en temas non sanctos, no sólo en Perú sino en cuanto lugar
les cupo estar de manera nefasta?
Escribió Jorge Basadre: “Un país robusto necesita una juventud entusiasta
con capacidad para sentir un íntimo asco ante toda falsificación de valores,
con voluntad de construcción inteligente y honestamente combatiente, con pudor
de lo que hace y lo que dice, inspirado en la dignidad cívica sin la cual la
república no merece ese nombre.”
“Pero, a su vez, –prosigue Basadre- un país sano necesita ofrecer a su
propia juventud perspectivas amplias, posibilidades abiertas, colaboración
efectiva en el quehacer común. De modo que el problema no es sólo el progreso
material, de reformas sociales, de organización estatal. Es también problema de
renovación de valores, de fervor espiritual, de capacidad de entusiasmo, de
mística colectiva”.
Agrega el historiador: “Entre las oligarquías aferradas al pasado –en el
cual no todo es sacrosanto y sin cuya rectificación y superación no existiría
la historia-, las iras revolucionarias de otro lado y las concupiscencias
inmediatas como tercer término, más lamentable todavía, un progresismo
constructivo con nutricias raíces populares y con la mira puesta en el
bienestar común podía evitar los peligros de la estagnación y del estallido,
siempre y cuando reuniera el triple requisito de la técnica, de un mínimo ético
y de la capacidad para planificar con lucidez y coherencia y ejecutar una
decisión”.
Conviene preguntar de inmediato si los partidos políticos o lo que así
gustan llamar a sus clubes de aspirantes a burócratas, están preparando cuadros
y les están enseñando desde la más elemental forma de leer un diario, escuchar
una radioemisora o ver críticamente televisión. Porque no se puede creer cuanto
dicen las publicaciones, ni lo que repiten los locutores, loros modernos con
voces engoladas y graves y, ¡mucho menos!, atenerse a cuanta estupidez se
propaga por la televisión y a cargo de irresponsables que hacen cualquier cosa
con tal de embolsicarse buenos miles de dólares.
¿Qué renovación puede haber cuando los dinosaurios persisten
tozudamente en las cúpulas de los clubes electorales? ¡Ninguna!
La nave nacional hace huecos por todos lados. Asesinatos
cotidianos, asaltos vulgares pistola en mano, torcedura de leyes con nombre y
apellidos propios gracias a la crónica e indiscutible mediocridad de los
parlamentarios, buenas pro direccionadas, y el servilismo geopolítico del Perú
a las potencias imperiales nos ha convertido en ring de box de las mismas.
¿Y el pueblo? Esa masa de millones de hombres y mujeres
carece de esperanza y fe en algo. Sus hombres y mujeres públicos en un 90% son
alfiles de un diseño perverso que custodia los privilegios de quienes parten la
torta. El resto vive en una pobreza material oprobiosa.
¡No hay peor tragedia que vivir en un país que ha llegado a
la “convicción” que hay que soportar las cosas como están, como si no se
pudiera hacer nada para tomar mejores y más constructivos rumbos!
Los vendepatria siempre disfrazados de tecnócratas, quieren
repetir la infame historia de los años 90 cuando el régimen fujimorista
obsequió con precios a barrer infraestructuras, mercados y negocios del Perú a
los amigotes que luego vendieron triplicando ganancias y robándole al país.
¿Ha leído la expresión estudiosa de los grandes temas
nacionales a algún dinosaurio? ¡Están a la caza de puestitos desde donde
blindarse en caso de futuras investigaciones. ¿Y los militantes de clubes? ¡En
las nubes, discutiendo tonterías pero nunca cuestionando a los saurios
corruptos e incorregibles!
¡Dinosaurios a la tumba, jóvenes a la obra!