Inmortal Jorge
Luis Borges, felicidad, vida y literatura
por David
Auris Villegas; davidauris@gmail.com
12-8-2020
Quien
no ha leído o escuchado a Borges, está perdiéndose un exquisito bálsamo de
inacabable aventura. Considerado por la crítica ícono de la literatura mundial.
Cada día hablamos de él como patrimonio de la humanidad. En mi mesita de noche,
al lado de la Biblia, habita mi maestro Borges, como un talismán contra el
insomnio y la infelicidad.
Hoy
aparecen best seller de consumo, destinados a eclipsarse como el
relámpago después de millonarias ventas, propio de la globalización líquida. La
ingenua academia sueca ha premiado a más de cien escritores con el Nobel. Cual
maldición griega, casi todos han caído abatidos por el olvido. Librado de este
hechizo, Borges suplicó olvidarnos que existió, sin embargo, cada día se
multiplican sus fans alrededor del mundo.
Esta
súper estrella de culto y magistralmente tímido, arribó a Buenos Aires,
Argentina, la noche del 24 de agosto de 1899, mientras el diablo cazaba
ángeles. Nunca se apartó de su biblioteca y publicó obras inmortales.
Acompañado de su fidelísima novia, María Kodama, a los 86 años viajó a Suiza
para dormir eternamente. Nunca gustó lucir un libro suyo en su biblioteca,
considerándose indigno de aparecer al lado de Schopenhauer.
Satirizaba
las escuelas literarias. Su esotérica e inimitable literatura, germinada de su
prodigiosa imaginación es traducida a casi todos los idiomas. Nos contó el
secreto de las ruinas circulares cuyo fuego no calcinó al hijo que jamás tuvo.
Nos descubrió el Aleph, átomo del universo, invisible como Internet, atrapado
en laberintos de la nada.
De
arrebatadora sonrisa fue maestro de la ironía, natural y exquisito conversador.
Vivió en su paraíso, su biblioteca. Ahora con Internet, es más leído que todos
los autores juntos del boom latinoamericano. El más citado escritor del planeta
en el campo científico, fue profesor de literatura y dio conferencias en las
más grandes universidades del orbe. Amaba la libertad. Su mayor acto de
felicidad fue leer y escribir como coinciden los expertos.
Borges,
anarquista individual y colosal adalid de la literatura fantástica, desafió el
tiempo, obsequiándonos obras clásicas, para transitar el resto de nuestras
vidas especulando sobre él. Cuentos: Ficciones, El Aleph y Libro de arena.
Ensayos: Historia de la eternidad y Otras Inquisiciones. Poemarios: El Hacedor,
El Oro de los Tigres, Luna de enfrente y Elogio de la sombra. Textos para soñar,
Manual de zoología fantástica.
Cuando
nos sumergimos en su cosmos literario, la eternidad es posible. Los trucos
revelan nuestro inesperado destino. Gozamos de la biblioteca de Babel,
intentando capturar el tiempo y los recuerdos. A través de espejos circulares,
jugamos con mandalas, sin temor a extraviarnos en los laberintos y desandamos
candentes desiertos, seguros de beber el agua de la inmortalidad.
Borges
nos legó su extraordinaria humildad. Jamás buscó premios. Perseverante, hizo
aquello que disfrutaba a pesar de su ceguera. Nos educó a ser libres y
conversar amorosamente. Vivía en un modesto departamento y a la vez fue un
ciudadano del mundo, más allá de trasnochadas fronteras. Nunca se jactó de su
literatura. Disfrutaba hablar bien de los demás. Escuchaba con pasión a los
bisoños escritores, como no suelen hacer muchos presumidos escritores. Afirmaba,
la ética salvará a la humanidad.
Curiosamente
el destino le gastó ironías. Perdió la visión a los 55 años ante una frondosa biblioteca
por leer, recordándonos en su poema, Los Dones. En el atardecer del camino,
tropezó con el gran amor de su vida, la bellísima María Kodama. Tuvo tantas
patrias como pudo, pero siempre fiel a la literatura. Fue echado de su puesto
de bibliotecario para ocupar el puesto de inspector de aves. Renunció, para
dedicarse a encandilarnos con sus eruditas y amenas conferencias alrededor del
mundo.
Enigmático
padre del boom latinoamericano. Releía las mil y una noches. Saboreaba hojas de
hierbas de Whitman. Disfrutaba ironías de Wilde. Soñaba con Verlaine. Devoto de
Baudelaire. Aventuraba cabalgar con Cervantes. Reía a carcajadas con Quevedo.
Desandaba la selva de Kipling. Recorría Dublín de la mano de Joyce. Meditaba la
moral de Conrad. Saboreaba las paradojas de Chesterton. Gozaba poemas de
Emerson. Gustaba de Eca De Queiros. Viajaba con Shakespeare. Buscaba la
felicidad en Schopenhauer y Spencer.
El
legado de Borges es literatura y vida. Profundamente humano y genio universal a
quien le gustaba el color amarillo y libre anarquista en lo individual.
Aquellos quienes se precian de escribir, han de leerlo ineludiblemente con
lápiz y papel. De Borges podemos aprender a prescindir de los premios, pues
pronto acabará sepultándonos. Solía decir, sin un día sin leer y escribir. Borges
es una manera de vivir feliz.
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Fuentes:
-
Todo Jorge Luis Borges en la internet y textos físicos.
-
Expertos y críticos literarios de Borges.
-
Lectores y lectoras de Borges.
-
Entrevistas, conversaciones y conferencias de Borges en Youtube.
© David Auris
Villegas, escritor y pedagogo peruano.