Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
28-2-2023
¿Es Perú una mercancía?
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Sin corrupción, NO
funciona el Estado.
La maquinaria informe, desordenada, paquidérmica que es el
Estado requiere, como el cuerpo necesita la sangre, de la emulsión estimulante
de la corrupción, malas prácticas, taras envilecedoras y engrasadoras de un
edificio muy alto en putrefacción.
¿Quién puede negar o refutar lo antedicho?
La pregunta fundamental es ¿cómo es que una monstruosidad
como la enunciada, logra funcionar?
El Perú camina, lo hace, a pesar de sus múltiples gobiernos
plenos en trebejos sin el más mínimo amor por el país. Un fenómeno que retrata
nuestras miserias desde hace 202 años.
Como cualquier plaga asimilada al cuerpo social del país, la
corrupción ha mutado y sus formas son diversas. En Perú pasamos la consolidación
de la deuda, algunos aprovecharon la riqueza del guano, caucho, petróleo, la
pesca, el oro.
Cuando los poderes genuinos y reales del mundo deciden y los
precios de las materias primas extraídas en nuestros cerros (léase minerales),
suben. Hay dinero y caja en el Estado.
¡No sería raro cotejar el nacimiento de new rich people con
estas alzas episódicas!
En nuestros turbados tiempos, el narcotráfico y su producto
principal, la cocaína, son los agentes que han vuelto multimillonarios a sus
protagonistas, nativos o foráneos, con y sin uniforme, y que amanecen aquí hoy
y mañana aterrizan en cualquier urbe en el mundo.
Si hay cientos de miles de mafiosos en el narcotráfico es
porque hay países en que millares de consumidores presionan por tener la droga
como pan diario y matarse de ese modo.
Un edificio multinacional se ha erigido sobre el criminal
negocio.
¿De dónde salen los dólares negros de cuya contabilidad
legal nadie sabe porque son alijos enormes en “negro”?
Hay muchos estudios que demuestran la importancia vital del
narcotrafico para el capitalismo. De
cómo la liquidez del narcotrafico ayudó a patear la crisis del 2008. ¿De dónde
salieron los miles de millones de dólares que, irónicamente, indemnizaron a los
hampones que causaron la ruina de muchísima gente?
¿Alguien puede negar que hay escuelas del crimen en el
Estado, gobiernos regionales y municipalidades? Basta con reparar los
noticieros y siempre se encontrará algún necio inmiscuido en el delito.
No tenemos industria, solo servicios y se importa casi todo,
las mineras, los agroexportadores y las empresas de gas sacan casi todo el
capital afuera. ¿Bancarizan todos sus dólares aquellos?
¿O usan los avioncitos bien pagados, con pistas ad hoc que
tienen más vigilancia armada que en Lima?
Cuando los políticos discuten “naderías” y entierran el pico
cuando se trata de hablar de los pingues negocios en ciertos lugares selváticos
del país, asistimos al concierto del silencio. Crimen que condena a una
sociedad a la violencia de bandas armadas hasta los dientes y que asesinan a
quien se interponga en su camino.
Estriba el cuestionamiento actual en saber ¿si una nación
con 33 millones de habitantes, dotada de los más extraordinarios ecosistemas y
biodiversidad múltiple en todas sus regiones desde la costa marina hasta las
selvas más abruptas, con recursos naturales ingentes y mal aprovechados, es una
vulgar mercancía para que la aprovechen facinerosos?
Quien piense al Perú como un bien de cambio, sujeto al
cubileteo de postores pirañas, atenazado a cotizaciones que hacen los poderosos,
para quienes la soberanía nacional es una patraña, simplemente es un traidor.
Y hace las veces de
agente nativo de poderes supranacionales que deciden cuánto vende Perú, a qué
precios, a quiénes, en qué tiempo y cómo no lo hace si son propicias las
escalinatas hacia abajo de la especulación en que incurren con mucha frecuencia
los monopolios mundiales.
Acaso convenga recordar -en
Perú las cosas de puro sabidas, se olvidan- que fueron numerosas las
culturas preincaicas y asombrosos sus logros ingenieriles en agua, canales,
fuentes de regadío y técnicas agrícolas.
Por tanto, algo fuimos y no poco debemos ser.
No hay posibilidad de un país soberano si antes no logramos
la integración latinoamericana y la puesta en marcha de un Estado nacional y
nacionalista, premunido de firmes convicciones de aprovechar la modernidad del
mundo actual y de dinamizar la valiosa carga humana que es uno de sus mejores
estandartes.