por Herbert Mujica Rojas
21-7-2009
¡La estupidez no tiene edad!
http://www.voltairenet.org/article161140.html
En alguna colectividad política impera, nadie sabe por cuáles razones
específicas, la moda de etiquetar a sus líderes, o a quienes así se
considera, como cuarentones, cincuentones, sesentones, etc. Pero -el
insalvable pero adviene firme- la estupidez (casi como la brutalidad,
ese otro ámbito humano tan común en nuestros pagos) es una deliciosa
estación cuasi primaveral, por su tibieza, en que casi la edad no
cuenta para nada. Hay estúpidos desde los 15, los 20, 25, 30, 40, 50,
60. Los hay toda su vida, como reza el dicho, genio y estúpido, hasta
la sepultura. ¿Para qué, entonces, distinguir a sus vectores o
separarlos en promociones que generan pérdidas, derrotas,
frustraciones, monras, traiciones, a cual peor que la anterior, por
años cronológicos? Convengamos entonces que ¡la estupidez no tiene
edad!
¿Cómo se explica la impresionante estupidez que un partido político
con más de ocho décadas haya perdido casi toda su influencia nacional
y esté constreñido al respaldo que la frívola y racista Lima le da con
la derecha que apuesta por el mal menor y que graficara sus guarismos
trágicos en el comicio del 2006? Esa dirigencia, hasta hoy no explica
los métodos científicos que usó para perder de una manera tan
vergonzosa y convertir al antaño movimiento esperanza de los pobres
del Perú en una cofradía de oportunistas recién llegados y en búsqueda
angurrienta de cualquier puesto con tal de conseguirse un ingreso. No
causa pues asombro que a la vuelta de pocos años, los resultados sean
los que se observan: falta de respuesta política, putrefacción en el
pensamiento y una impresionante carencia de líderes con calidad y
educación geopolíticas. La estupidez se nutre de la ignorancia.
No ha mucho una de las mayúsculas estupideces consistió en la
expulsión del ciudadano Luis Alberto Salgado Tantte. ¿Cuál el pecado
del mencionado?: aspirar a la secretaría general de su partido, ser un
especialista en derechos humanos y poseer la envidiable presea de una
coherencia que acompasa la trayectoria de su padre, Romeo Eduardo
Salgado Hurtado, que fuera con Armando Villanueva, Andrés Townsend,
Tulio Velásquez, Luis Rodríguez Vildósola, Mario Suárez Castañeyra,
Urbano Julve Ciriaco, Susana Medrano y muchos otros, fundador en 1934
de la gloriosa Federación Aprista Juvenil, el "escudo" del Partido
como llamó Haya de la Torre a esa muchachada heroica que pasó por las
alamedas del encierro, destierro o entierro, cuando no fueron
asesinados a sangre fría. Es pertinente, para vergüenza de su fautor
contumaz, mencionar que el verdugo que firma la resolución que elimina
al incómodo Salgado, es nada menos que Mauricio Mulder Bedoya, alumno
que aprendió cualquier arista del tema social ¡precisamente! de la
mano guía y linterna intelectual de………. ¡Salgado! ¡Cosas veredes
Sancho! decíale el Caballero de la Triste Figura a su escudero.
¿Cómo se miden las estupideces? Como en los negocios: ¡por sus
resultados! Los múltiples pronunciamientos de solidaridad con Luis
Alberto Salgado y el renacimiento de los grupos juveniles abominando
de la torpeza cometida, dan testimonio suficiente de que los autores
de la infamia deberían analizar –si esa simpleza es posible- su
debilidad mental.
Esto no debería consolar a nadie pues la estupidez, como el capital no
tiene edad, tampoco patria y se manifiesta en todas partes. ¿A la
fecha hay alguna organización de esas que se llaman de derechos
humanos, que haya protestado ruidosamente por cómo le pasaron un
camión encima a LAS? La respuesta es categórica: ¡ninguna! Nótese el
grado de mercancía a que se ha reducido la política nacional.
¡A la estupidez hay que oponerle optimista creación imaginativa!
¡Alegría de vencedores y convicción de luchadores que mueren pero no
se rinden! A los ladrones hay que denunciarlos y a los estafadores hay
que meterlos a la cárcel luego de sendos juicios de residencia, lo que
significa que no hay que incurrir en la inocentada de dejarlos huir
para que retornen en tres o cuatro años. Y eso mueve a la dignidad de
reaccionar frente a tanta inmundicia de fraudes y mentiras en que han
convertido a un partido político.
Por cierto, aunque sea una estupidez advertirlo: cualquier parecido
con la realidad es sólo coincidencia.
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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