Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
31-10-2024
¡Puertas abiertas de par en par!
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Casi no hay duda que el Congreso autorizará el ingreso con
equipo militar, vehículos y toda clase de utilería de tropas estadounidenses
para actividades antes, durante y después de la reunión de APEC a mediados de
noviembre. Los conceptos de soberanía, dignidad, pizca de vergüenza, brillan
por su ausencia entre los legiferantes.
Si los chinos, cuyos intereses redoblados y más recientes,
multimillonarios y con una pica en Chancay, ya son de por sí redoblados, piden
lo mismo, tropas y armamento en esos mismos días ¿hará lo propio el gobierno de
Dina Boluarte?
Por equidad, con desverguenza impúdica, el Congreso
autorizando la petición de Palacio, no podría hacer otra cosa que abrir las
puertas de par en par.
Entonces decenas o centenas de militares, con sus
banderitas, carros y tanques, serán vistos por las calles de Lima. Una manera
muy ingeniosa de turismo con uniforme. ¿También pedirán aquiescencia los
australianos y las demás naciones?
Entendí que APEC era una cita básicamente económica y que
como tal, contempla intereses que Perú debe desarrollar a la altura, con el
loable fin de una generación grande de industria, comercio y finanzas y sus
actividades conexas.
De repente, en este imperio del silencio y el secretismo, no
se ha informado a la ciudadanía en torno a jornadas militares de prácticas que
incluyen a efectivos de varias nacionalidades. ¡Qué interesante, debe ser por
eso que el primer ministro ruega porque la ciudadanía no haga marchas!
El vocero presidencial y para justificar su puesto, ya
mencionó que quienes participen en marchas esos días, son traidores a los
intereses del Perú. La licencia que se toma el caballero es excesiva. Mantener
a un rompehuelga en Interior, descuidando criminalmente la seguridad ciudadana
y con cancha libre para el hampa, sí es acción proditora y apóstata de
cualquier decencia.
El momento es excepcional. Pero la exigencia urgente de
talentos es imprescindible. Los termocéfalos que abundan en el Parlamento y
gabinete de ministros, sobran y requiérese que doña Dina busque soluciones que
sean compartidas por todos.
El esquirol de ministro cuya única tarea ha sido blindar a
doña Dina, debe irse a su casa a esperar las denuncias en curso y las que
vienen en contra de su pésima gestión. Mejor dicho a este caballero debía
dársele las gracias y ¡echarlo de una buena vez!
Tildar de traidores a quienes ejercen el reclamo, desde
mucho antes que APEC, y por la torpe y mala gestión del gobierno, cuyo desmadre
incluye asesinatos y una violencia desaforada, resulta una torpeza que trasunta
nerviosismo a ultranza.
¿No es la ocasión de ensayar medidas de acuerdo para las
partes? Esto implica que todos estén dispuestos a ceder algo de sus pretensiones?
Si el gobierno bota al rompehuelgas, abre una mesa de diálogo amplia.
Los protestantes que exigen seguridad a su trabajo, podrían
comprender que la demostración gubernamental, previo desafuero del esquirol, es
cabal. Esto implica la dación de medidas concretas y vigorosas contra el hampa
y el crimen.
Si hay acuerdos antes de APEC ¿qué sentido tendrían paros
cuyos propósitos ya fueron resueltos? Hablamos en términos hipotéticos y
deseables. A veces se enuncia como el mejor de los escenarios.
Vayamos a la antípoda. El gobierno de doña Dina, abre las
puertas de par en par del país, cientos de militares de diferentes
nacionalidades haciendo turismo y comprando recuerdos, selfies y souvenirs
incluidos para sus familias.
Por otro lado, los dueños de casa, la ciudadanía que hace
caso omiso a dicterios exaltados de empleados del gobierno, marcha clamando por
soluciones que la administración está en la obligación ineludible de proveer al
pueblo: seguridad y confianza para trabajar, producir y circular la economía.
El ámbito que describimos camina por los ríspidos derroteros
de una posible confrontación. Los acólitos de doña Dina creen que Perú debe ser
una vitrina en los días de APEC. La gente asevera que está en su derecho
inalienable de exigir al gobierno que garantice la paz en las calles.
¿Ordenarán doña Dina y sus asesores de seguridad que echen
gas lacrimógeno, palazos al por mayor y que encierren a los protestantes esos
días? Tal como enunció el trovador de Palacio, no sería raro que se acuse de
“traición” a los detenidos.
Como es de verse, el entendimiento es premioso.
Atrincherarse cada quien en su lugar sin capacidad de renuncia o sacrificio, sí
es una desverguenza censurable.
¿Incurrirán los inquilinos precarios de Plaza Bolívar en el
ominoso pecado de abrir las puertas de par en par del Perú, a soldados
foráneos? Sin guerra declarada, una invasión de facto ante la ineptitud de
Palacio de dar seguridad y paz urbi et orbi.
Tomar a lo serio cosas del Perú. Esto no es república, sino
mojiganga. (Manuel González Prada).