Crónicas
corovirales 11
Igualdad de género se avanza con
liderazgos eficaces
2-7-2020
Aunque sea
algo no admitido generalmente por el género masculino, es una evidencia que las
sociedades humanas, sobre todo gracias a las mujeres que tienen una dinámica
fluida desde que las sociedades organizadas existen en por menos cuatro campos:
1.- El campo
de las labores domésticas, preparar el alimento y la higiene de los bebes y
niños básicamente.
2.- En el
campo de la enseñanza, sobre todo de la etapa de los aprendizajes iniciales de
la vida desde el tiempo de las cavernas mientras el hombre se iba de caza o a
buscar el alimento. Luego en los nidos como al inicio de la edad escolar, la
educación ha estado desde decenios casi en forma monopólica en manos femeninas.
3.- En el
sector salud, enfermeras y quienes trabajan en el sector sanitario. Durante
largos años por no decir siglos, el cuidado de los enfermos ha estado en manos
femeninas tanto en tiempo de guerra como en tiempo de paz. Algunas
instituciones de monjas, tienen incluso como labor principal cuidar a los
enfermos y a ese título incluso gerenciar clínicas. (Hoy en día, en algunos
países incluso, la proporción de médicos mujeres es superior a la de los
hombres).
4.-En el
cuidado de los adultos mayores. Hay una reconocida dedicación mayor por parte
de las mujeres que de los hombres. Las mentalidades también han cambiado muy
poco sobre algunos temas. Se acepta por ejemplo que una mujer se ocupe de los
cuidados higiénicos de una anciana o un anciano, pero suele haber reticencias a
que un hombre, se ocupe del aseo o cuidados higiénicos de una anciana.
En lo que
concierne al campo de la enseñanza y de la educación en general, la presencia
masiva de la mujer es más reciente, en la medida misma que la capacitación
formal de las mujeres, en colegios y universidades y sobre todo en todas las
disciplinas, no es algo que exista desde siempre. En algunos países de
tradición islámica, el hecho mismo que puedan ir a la universidad es reciente.
En lo que se denomina temas de género los avances han sido muy desiguales y a
veces hasta contradictorios.
En los
avances de la presencia femenina de alto perfil, como por ejemplo los puestos
públicos o responsabilidades políticas más importantes, las mujeres ya han
llegado en muchos lugares al tope. En países como el Perú, salvo el puesto de
presidente de la República, mujeres han sido ministros en prácticamente todas
las carteras ministeriales, incluso en ministerios donde antes hubiese sido
inconcebible la presencia de una mujer como en Defensa o Interior.
Un apóstol de
la igualdad de género en la alta gerencia administrativa como Antonio Guterres,
actual Secretario General de Naciones Unidas, nos dice justamente que si de
algún logro puede enorgullecerse es que en la ONU en forma exactamente igual,
mitad y mitad hombres y mujeres hoy ocupan las más altas responsabilidades. El
ha empujado esa paridad no porque se le ocurrió, sino porque en su experiencia
como primer ministro de Portugal y como alto ejecutivo de empresas públicas y
privadas, cuando ha habido mujeres en los directorios ha constatado que las
tomas de decisión han sido más realistas, las negociaciones más productivas y
la propuesta de alternativas más ricas.
Estos
argumentos han sido más que suficientes para la reforma interna que él ha
realizado. Han pasado 25 años después del encuentro de los países miembros de
Naciones Unidas en Beijing, en el cual por primera vez se trató el tema de
género y se lograron acuerdos muy visionarios, pero que en los hechos recién se
están implementando en forma sistemática en los países específicos, para que
haya una participación efectiva de las mujeres en el manejo de los diferentes
poderes del Estado. Eso va mucho más allá del simple tema de introducir la
paridad de género en las listas para elecciones parlamentarias.
Es muy cierto
que los países que tienen actualmente políticas de género avanzadas,
constituyen los países más prósperos, hay un acceso más democrático a la toma
de decisiones y al de compartir responsabilidades. Sobre todo hay también un
deseo más explícito de transparencia. La mujer se engolosina menos que el
hombre en el poder. A la reina Isabel sus súbditos después de casi 70 años la
siguen apreciando. Casi todas las reinas que han muerto longevas en tiempos que
ser reina significaba también gobernar y no solo reinar, han muerto en olor de
multitud. En cambio no hay dictador que siga siendo apreciado en las
postrimerías de que abandone o que lo saquen del poder. Casi todos terminan,
aborrecidos, asesinados o desterrados. Son temidos más no amados. Con el pasar
del tiempo, mas que buscar consensos a lo cual debería llevar la experiencia en
el poder, los dictadores se vuelven intolerantes y paranoicos.
Eso debería
hacernos reflexionar mucho sobre la relación entre la mujer y el poder cuando
pensamos en el tema de género. No todas las mujeres que han tenido el poder
absoluto han sido necesariamente cautas. Pensemos en la Hasheput, en el antiguo
Egipto, que hizo algunas interesantes reformas, pero las últimas
investigaciones muestran que era una juerguera empedernida o años después, el
caso de la célebre Cleopatra,
inteligente como ninguna, pero cuyos amoríos con los romanos Julio César y
Marco Antonio, le generaron la desconfianza de sus paisanos y terminó
suicidándose.
En América
Latina siendo un subcontinente todavía observado desde fuera como una zona que
tiene todavía un sesgo algo machista, han habido mujeres presidentes en
diversos países, Argentina, Brasil y Chile por citar solo algunos.
Si entramos
ya directamente al tema de la pandemia es interesante el hecho de que los
países que mejor y más eficientemente han manejado el tema de la pandemia en la
forma de contenerla e implementando soluciones preventivas y eficaces, tenemos
a la primera ministra de Alemania y sus pares de Taiwán, Nueva Zelanda y
Dinamarca. Todas ellas son mujeres. Donde vemos que más bien hay una actitud
intransigente, errática y machista, como EEUU y Brasil, la percepción del tema
y las medidas tomadas son justamente erráticas y la situación sanitaria está
costando un número de fallecidos muy preocupante.
Las mujeres
políticas han actuado con simple sentido común. En cambio Trump con su sesgo
fascistoide y autoritario, en una actitud de denegación inicial, sique actuando
al margen del realismo y tino que una urgencia como la actual exige. El émulo
de Trump por estos lares que es Bolsonaro, igual, está cometiendo los mismos
errores. Tosco y caricatural en su percepción de los hechos, está tomando
decisiones incoherentes y a veces tardías o mal implementadas para un virus que
ya comienza a generar una tasa de mortandad alarmante, por simple capricho,
impulsividad e ignorancia, incomprensible en un país de la importancia de
Brasil.
La pandemia
también está haciendo relucir el tema de género a nivel de los empleos básicos
y de las profesiones mas corrientes. Esto se nota en los países emergentes,
como el Perú, en el día a día habitual. Si bien las diferencias salariales en
puestos empresariales tienen una diferencia de no más de 20%, todavía suele
haber una preferencia por candidatos hombres, cuando se requiere asumir un
puesto de responsabilidad en algunos ámbitos industriales. En los sectores,
como prensa y publicidad, la presencia femenina es relevante, incluso los
rostros más visibles de muchos de los noticieros televisivos, sea en Perú o
Estados Unidos, en los canales de señal abierta o de cable, son de mujeres y
ellas también son las entrevistadoras estrella de sus respectivas redes
televisivas, pienso en Carmen Aristegui o Christiane Amanpour, por citar solo
los casos más relevantes.
A un nivel
incluso más terrestre, en los ámbitos laborales mas cercanos a la actual
pandemia, es allí sí en donde surgen las contradicciones más fuertes, pues la
mujeres son las que más ocupan los puestos de servicio y estos son los que más
están sufriendo en esta pandemia. El caso de enfermeras y empleadas del
servicio sanitario la situación es relevante y es contradictorio que si bien
quienes ocupan mayoritariamente puestos en esos sectores son mujeres, quienes
administran dichos servicios son hombres. Son mujeres en su mayoría quienes
están en primera línea con todos los riesgos que comporta ahora trabajar en
hospitales.
Los trabajos
en primera línea, incluso de los mismos médicos además son mal pagados y tienen
una estabilidad laboral muy precaria. Una enfermera me decía: “Ahora como
sabrás no nos falta trabajo pero pero
las condiciones siguen siendo injustas y para colmo la situación es peligrosa.
Los horarios pueden ser interminables y si dices que eres enfermera, la gente
un poco que toma distancia contigo. Tú misma vida relacional por lo mismo se
distorsiona. Si eres reticente a someterte a las actuales exigencias, sabes
bien que siempre habrá alguien que pueda reemplazarte.”
Sin duda al
descubrir lo importante e imprescindible que ha sido el trabajo de las enfermeras
y el personal sanitario durante la pandemia, que todavía tiene para rato, es
difícil de comprender el porqué en muchos países como Perú se les sigue
regateando bonos especiales o aumentos de salario o contratos laborales
definitivos en sus centros de trabajo.
En el ámbito
laboral en general, ya las estadísticas lo muestran, han sido las mujeres las
primeras en perder puestos de trabajo, cuando se han producido licenciamientos
y está claro que estarán en segunda o tercera línea para poder volver a ser
contratados, ahora que la actividad económica comienza a activarse. En realidad
estamos en un proceso aunque se pretende lo contrario, que más parece una
reanudación de actividades, financiado por un forado fiscal descomunal
insostenible en una forma permanente, que una verdadera reactivación
económica. Esta reanudación se hará
gracias a los enormes recursos económicos que ya ha puesto en obra el gobierno.
Muchos
empresarios no parecen comprender que esta pandemia no es como cualquier otra,
pues al ser simultánea y universal ha distorsionado toda la cadena productiva,
de cada país, entre los países y a escala universal también. El apoyo económico
en mucho se está dando a muchas empresas que no lo necesitaban objetivamente y
están utilizando el dinero para saldar deudas que tenían antes de la pandemia y
en vez de utilizar el dinero para mantener el personal a su cargo, para
liquidarlo.
La gravedad
de lo que ocurre debe llevar a repensar la actividad económica y por lo mismo
también a evaluar cuál es la función y el significado del trabajo. Esta
situación durará y fragilizará aún más la situación de la mujer en el ámbito
laboral. La pandemia lamentablemente ha detenido cosas que positivamente se
estaban consolidando en el caso de la igualdad de género en materia laboral.
Sobre este tema no sólo habrá paro sino me aventuraría a decir que quizás hasta
habrá retroceso.
En ningún
sector se nota más la inequidad de género como en el trabajo doméstico, donde
ya era sabido que las mujeres suelen trabajar tres veces más que los hombres,
si son parejas casadas y con hijos. Estas horas, además, todos sabemos, que no
son pagadas. Por otro lado como hemos afirmado si una mujer pierde el trabajo y
su esposo también, todo indica que el esposo o pareja será el primero en
conseguir reengancharse a un trabajo.
El problema
se dobla actualmente pues con la pandemia, en muchos países los hijos han
dejado de ir al colegio, por lo mismo los padres tienen que hacer de profesores
de primaria y responder a sus hijos sobre preguntas alrededor de temas que no
conocen, lo cual genera frustración y muchas tensiones. O sea la pandemia ha
hecho de un porrazo, que muchas mujeres que ya estaban logrando una
independencia económica, con los hijos en el colegio y contratando a una persona
que viniese un par de veces por semana a hacer la limpieza, ahora dichas
mujeres se encuentran en una condición de amas de casa.
He notado que
la pandemia ha acentuado un sentimiento de frustración que poco a poco, se irá
reflejando en tensiones familiares de todo orden, pues detrás de esa inesperada
situación hay el telón de fondo de la precariedad económica, pues la economía
se va a recuperar muy lentamente. Todo este escenario es muy negativo para
avanzar la agenda de igualdad de género, que poco a poco ya estaba entrando en
las agendas y lo más importante, sobre todo en las mentalidades de las
personas.
Las
sociedades, sobre todo occidentales, que son patriarcales por excelencia, pero
que al mismo tiempo han sido las primeras en aceptar el tema de género aunque a
regañadientes, estaban comenzando a asumir los frutos positivos de este avance.
Los Estados
Unidos han sido estos últimos decenios un excelente país laboratorio para
observar, los avances de la igualdad de género por la vehemencia del activismo
político en relación al tema. Por otro lado la pandemia ha puesto en evidencia,
ahora que se ha destapado en todo sus horror el tema de la violencia racial
hacia la población afroamericana en dicho país, también el tema de las
relaciones entre las mujeres y el ejercicio del poder, sobre todo cuando se
trata de evaluar el manejo del poder coercitivo como lo es la policía, por el
hecho mismo que en los Estados Unidos de América, como sabemos, los alcaldes
tienen a su cargo también a la policía.
La muerte de
un joven de 26 años de dos balazos en la espalda por resistirse a ser detenido
ha puesto sobre el tapete el tema. La alcaldesa de Atlanta, Keisha Lance
Bottoms, afroamericana ella y una de las principales candidatas a estar en la
plancha presidencial en las elecciones de noviembre, inmediatamente destituyó
al jefe de la policía, en una clara muestra de liderazgo, para lo cual han sido
lentos sus contrapartes masculinas frente a equivalentes circunstancias.
Dos días
después y a menos de tres semanas del asesinato de George Floyd en Minneapolis,
en un excepcional debate organizado el 14 de junio por CNN entre las alcaldesas
de Washington DC (Muriel Bowser), Chicago (Lori Lightfoot), San Francisco
London Breed y Atlanta (Keisha Lance Bottoms), todas ellas afroamericanas, se
ha visto cómo el tema de género, el tema racial y el tema de la mujer y el
poder político están a veces muy ligados.
Todas ellas,
excepcionales lideresas, testimoniaron sobre los problemas de la policía que
está justamente bajo su mando y cuyo cuerpo está formado mayoritariamente por
hombres y, sobre todo hombres blancos. Las opiniones que daban eran por lo
demás preocupantes e indican el por qué se está exigiendo una reforma de raíz
de la policía en dicho país. Los sesgos raciales y una propensión a la
represión violenta a sabiendas que hay una no confesada tradición de impunidad,
al amparo de una mal entendida inmunidad han terminado creando un ambiente
tóxico en la policía que además consume una gigantesca parte del presupuesto de
las ciudades, fuera de recibir otros subsidios y también a veces como regalos,
armamento militar por parte del FBI o el Ministerio de Defensa.
Una de las
alcaldesas afirmó que la policía tenía tendencia a solo responder llamadas
cuando están provenían de un lugar donde habían hechos de violencia. Se
dirigían por lo mismo a ir al lugar de los hechos a reprimir lo que ocurría en
forma expeditiva y por así decirlo violenta, aunque esto se hiciese respetando
los aspectos formales del reglamento (by the book). Aun así usualmente el uso
represivo era desproporcionado a las circunstancias cuando se ha tratado de
posibles arrestos a ciudadanos afroamericanos.
El sesgo
racial en la conducta represiva era que se protegía con mayor celeridad y con
mayor eficacia a quien era de su propia raza. Que esta sea una conducta
promedio, por la regularidad de los excesos de los últimos meses indica que hay
profundas reformas a hacer tanto en el reclutamiento de los policías como en su
formación. Eso no quiere decir que no haya habido excesos de policías
afroamericanos reprimiendo violentamente a ciudadanos afroamericanos.
Todas estas
lideresas coincidieron en que lo que la población quiere es que se les dé
seguridad y no que se reprima violentamente a nombre de ella. Ellas están
demostrando en estos cruciales días, en ciudades tan importantes como las que
ellas manejan, que una mujer puede liderar momentos tan difíciles con mayor
eficacia que lo que no manejaron sus contrapartes masculinas durante décadas,
por razones muy simples: buscan menos protagonismo, tienen una mejor capacidad
de escucha, menos ego o impulsividad al tomar decisiones.
Es evidente
que las soluciones a problemas que involucran temas raciales y de género
implican manejar variables muy complejas y las soluciones no son tan simples
como lo que dicen las pancartas que se leen en los mitines o en las marchas de
estos días. La alcaldesa de Washington DC, lo dice con conocimiento de causa.
No es fácil ser alcaldesa de la capital de los Estados Unidos siendo mujer y
afroamericana y teniendo como principal vecino un presidente como Trump
caracterizado por opiniones racistas y misóginas. Ella misma Muriel Bowser, lo
afirma “Ser alcaldesa de Washington DC, es estar en el vientre mismo de la
bestia”.
Estas
excepcionales mujeres, todas ellas han crecido en entornos caracterizados por
la pobreza e incluso en la miseria, por el abandono familiar, criadas por
madres solteras o por sus abuelos, con dificultades de acceso a los servicios
médicos y a una educación esmerada. Han vivido ellas o sus familias, la
segregación racial en carne propia y que alguien de su familia haya sido puesto
en prisión largos años por crímenes menores arbitrariamente o reprimido con
violencia o segregado de algún trabajo por su color de piel. Ya no creen en
cuentos y toman sus distancias de sus hermanos de color, que apenas logran
algún éxito en la industria del espectáculo sobre todo, se convierten en mascotas
del orden establecido y más bien perpetúan la segregación vigente haciéndola
mas solapada y dolorosa.
El político
blanco mas bien suele venir de familias con una formación esmerada, muchas
veces en las mejores universidades o vienen de clanes familiares ricos y
poderosos que entran en política a defender intereses económicos precisos.
Ellas más que
nadie, por su liderazgo cauto e inteligente, en este momento especial de la
historia de los Estados Unidos con fondo de pandemia y violencia racial, están
encarnando una forma nueva de entender la acción política. Las palabras
pronunciadas en ese excepcional debate de CNN eran claras y pocas veces
escuchados de labios masculinos. “Uno debe decir la verdad una sola vez”, “Uno
es elegido para ser auténtico”, “ La principal función del elegido es cuidar de
la vida de sus elegidos”.
Mas de 50
años después del célebre discurso de Luther King, “I have a dream”, todo indica
que estamos entrando a las vísperas de un momento refundacional en la historia
de ese gran país.
La igualdad
de género, se avanza con liderazgos eficaces y no con activismos
intransigentes, ni haciendo juicios porque te enviaron un piropo subido de
tono. Lo peor es a veces que se imite el comportamiento masculino en sus peores
aspectos. Hay mutaciones que vienen como producto de los cambios lentos de una
sociedad como lo son las mentalidades. Confundir liderazgo real con activismo
intransigente, es generar una contra reacción que puede hacer que lo que se
avanza en igualdad de género, genere reacciones de los sectores mas
conservadores.
Hoy en día
eso es muy visible, pues mezclado a propuestas populistas de todo tipo y con un
ropaje de revindicación social, está resurgiendo todo tipo de fundamentalismos
políticos y muchas veces religiosos, que posibilitan todo tipo de agendas
ultraconservadoras que se oponen a cualquier cambio. Estas propuestas
cavernarias, están detrás de todos los obstáculos que no permiten avanzar en
forma irreversible en temas como los de género. Por el momento es vital que uno
de los efectos de la pandemia no sea detener lo ya avanzado, sobre todo en el escenario
de la vida doméstica. La pandemia sobre un tema como éste puede llevarnos a
retroceder.