Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
8-6-2006
TLC: hechura de Toledo
¿No fue el presidente Toledo quien, en alarde antológico, anunció que el TLC con Gringolandia iba a ser aprobado sí o sí? ¿No han sido las pandillas de funcionarios públicos de distinta vertiente ministerial las que viajaban a escuchar instrucciones norteamericanas y disfrazaban el asunto bajo el mote de negociaciones? Si el Establo envió a decenas de sus inquilinos precarios a aquellas rondas, aunque el 90% prefirió hacer un poquito de turismo con dinero del pueblo, ¿no es acaso responsabilidad del gobierno saliente y de su esquema tributario y vasallo hacia Estados Unidos? Sibilinamente se pretende otorgar un poder que no tiene al virtual presidente electo Alan García quien ni siquiera ha sido aún proclamado.
Pero ¡bajo ningún punto de vista! cabe la posibilidad de olvidar que el Apra tiene decenas de parlamentarios con voz importante en la decisión que se tome frente al TLC. Si quieren hacerse cómplices de un caballazo de indigestos ingredientes ¡allá ellos y el inminente costo político para su administración a partir del 28 de julio! Lo sensato sería discutir, in extenso, con escrutinio crítico al milímetro y lupa fiscalizadora, todo lo referido al TLC firmado con prisas apuradas ha poco en Washington. Y para nadie es un secreto que cuatro semanas son ¡dramáticamente insuficientes!
Las expresiones de los Ferreros, Ayaipomas, no dan sino la medida de un servilismo a prueba de bombas nucleares. Hay que preguntarse ¿cuántos puestos de trabajo hay prometidos, en cargos de caporales y quintacolumnas, para muchos de los actuales involucrados a partir del TLC y las empresas que lleguen al Perú? El mito mediático ha hecho creer que la inversión extranjera es la panacea milagrosa y curandera de los males peruanos. Y, olvida, adrede, que lo mal negociado, siempre será fuente de protestas e indignación y, sobre todo, de desarrollo insuficiente y perverso de un Perú que tiene mucha riqueza, pero también pillos y delincuentes de cuello y corbata ¡al por mayor!
Todas, sin excepción, las invocaciones del Ejecutivo parecen mandatos: .. y que se apruebe el TLC, bla, bla, bla . ¿Con qué legitimidad, quienes no obtuvieron sino un pobrísimo 4%, pretenden obligar al Perú a encarrilarse en un tratado internacional y apenas un pacto de quinto o sexto orden para Estados Unidos? ¡Qué desverguenza y qué impostura!
Que el notable fronterizo que gobierna Estados Unidos, George W. Bush, haya llamado al presidente electo García no significa un espaldarazo como ha calificado algún bobo en la prensa al TLC y su gestión en el Establo y gobierno peruanos. Antes bien, es protocolo y una señal velada de qué quiere Gringolandia. Varias veces dijo García en campaña que aquel TLC iba a ser minuciosamente revisado y que no habían prisas para su aprobación. Por tanto, si quiere caminar con juicio, sólo debe ¡cumplir con su palabra y poner de testigo al pueblo de aquella importantísma comisión o participación!
La ignorancia por desinformación del TLC que tiene el pueblo peruano es más contundente que el proceso comicial pasado: el 98% desconoce cualquier arista del adefesio de marras, envilecido por el secretismo tan raro que el propio gobierno otorgó a los documentos y a sus especificaciones. ¿Por causa de qué existió este fenómeno? Es algo que el Establo debía investigar para descubrir trapisondas y leguleyadas en las que son especialistas no pocos abogángsteres siempre al servicio de quien pague bien: el Estado o la potencia extranjera. ¡Así es la globalización!
La historia, de modo indubitable, tendrá que cargar en la cuenta del presidente Toledo y su gestión, todo lo referido al TLC con Estados Unidos. ¡Así de simple!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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