Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
4-2-2020
Políticos chatos y miopes
Una definición más o menos
didáctica precisa el término chato: carente de la inteligencia, perspicacia, capacidad de prever
y analizar eventos esperables o normales.
Otra se refiere
a miope: corto de alcances o de miras, poco perspicaz.
Y no es que me
esté adelantando a nominar al común de nuestros animales políticos que son, en
elevado porcentaje, miopes, chatos, ignaros y de microscópica, si alguna,
mirada nacional.
Los días
actuales, en que aún no pisan el hemiciclo los novísimos parlamentarios, los
miedos de comunicación se refocilan en presentar impresentables que dicen
cuanto la inercia les mueve la boca, a cual peor y lenguaraz.
La pregunta es
sencilla: ¿para qué van al Congreso? ¡A hacer leyes meditadas y bajo el escrutinio
de las grandes mayorías nacionales que aspiran a que esas legislaciones les favorezcan
en la construcción de un Perú libre, justo y culto. ¿Piensan eso los miopes y
chatos que parecieran haber ganado una curul? Usted puede mejor contestar.
Cuando las
semanas iniciales, en 1978, de la Asamblea Constituyente, los sectores de la
izquierda marxista con virulencia y algazara acusaban a diestra y siniestra y
en la presidencia hubo un titular que soportaba lo que él llamó desfleme de los
representantes. Bueno recordar que Víctor Raúl Haya de la Torre ganó luego el
respeto de todas las bancadas y el país conoció al político influyente cuyo
movimiento había sido, a favor o en contra, eje de la política peruana desde
1930 en adelante sin dejar de mencionar los sucesos a partir de 1923.
¿Hay tiempo
para el desfleme en estos escasos 14 meses? Me temo que no. El 2021 hay
elecciones generales y quien no se prepare o corrija sus monumentales yerros
está en ciernes de desaparición radical.
Por tanto
nuestros políticos chatos y miopes, debieran tener consejo, asesoría y
orientación más que urgente y responsable en torno a sus declaraciones
públicas. Unos anuncian el fusilamiento de otros; los de más allá proclaman
persecuciones; a alguien se le ha ocurrido borrar del mapa a los gays; el
sábado escuché la disparatada propuesta de guarecerse en las iglesias como
“protesta” ante el cáncer alanista. La variedad es aterradora pero muy
mediocre.
Nuestros
políticos deben entender o estudiar o conseguir los rudimentos de una mirada
nacional, con profundo horizonte de futuro para los próximos 50 años; con
estudio de la soberanía nacional basada en la soberanía popular; en la
definición del Estado como herramienta y presa apetecible –como es hoy- de
sectores minoritarios y privilegiados en detrimento de los mayoritarios y
empobrecidos. Nuestra relación internacional y bajo qué reglas empujamos los
tratados que realmente favorezcan al país no a los oligopolios armados hasta
los dientes de periodistas al kilo y capaces no sólo de vender a sus
respectivas madres sino ¡hasta de negociar el precio, centavo a centavo!
¿Es mucho
pedir? ¡De ninguna manera! El colapso de agrupaciones, como ocurre con el Apra,
halla su origen en la inmoralidad venal y estafadora de sus líderes, baste con
recordar que el principal capitoste, lejos de asumir con valentía la comisión
de sus delitos, se disparó en la cabeza. Los apristas genuinos sólo tenían tres
caminos: encierro, destierro o entierro.
Exijamos
decencia y mesura. El Perú no es juguete de nadie ni puede ser tampoco una
chacra en que improvisados brutos hagan lo que les dé la gana.
¡Para eso se
paga impuestos y hay que mirar escrupulosamente a los políticos miopes y chatos
para demandarles una acción responsable y seria en favor el país!