Crónicas corovirales 10
Pandemia desnudó
carencias y resacas que siempre son penosas
por Jorge Smith Maguiña; kokosmithm@hotmail.com
24-6-2020
El tema ecológico y el tema de género han sido excesivamente
manoseados estos últimos años. En todo el mundo, sobre todo los sectores
izquierdistas y/o radicales, han visto en estos temas, una trinchera de la cual
prácticamente se han apropiado, como algunos de los últimos reductos para no
perder vigencia. Dichos sectores políticos han copado en muchos países los
asesoramientos sobre estos temas y en algunos casos los han tratado de promover
con mayor o menor suerte. Pocas veces, aun en puestos claves como ministros o
secretarios de Estado los abanderados de dichos temas han logrado generar
políticas públicas al respecto.
En realidad, más que hacer avanzar la agenda, la han puesto
en evidencia. De eso no hay ninguna duda y hay que reconocerlo. Ocurre que
dichos cambios pertenecen a lo que se llama los movimientos lentos de la
historia. No se adquiere conciencia sobre esos temas de un día al otro, y es aún
más ingenuo creer que los cambios sobre esos temas se van a dar por decreto.
Es evidente que la pandemia es un momento muy especial para
avanzar en que la población tome conciencia de estos temas, aunque en
apariencia no parezcan urgentes. Lo paradójico es que en el caso de lo
ecológico la conciencia avanzara por razones inesperadas que se han vuelto
positivas.
El confinamiento y paro laboral por casi dos meses en muchos
países ha disminuido en algo la emisión de gases de efecto invernadero que
mucho tienen que ver con el cambio climático. Por allí entonces que la pandemia
ha tenido un efecto positivo. Sobre el segundo tema, el de género (que trataré
en un próximo artículo), las consecuencias han sido por el momento -yo diría-
hasta negativas, pues todo indica que algo de lo avanzado sobre esta agenda se
ha estancado o incluso ha retrocedido. Esperemos que esto sea solo algo
pasajero o un error de óptica. Lo cierto es que las cifras preocupan un poco.
El desempleo, es evidente, ha tocado más a las mujeres que a
los hombres, pues más mujeres trabajan en el área de servicios y estas áreas
han sido muy afectadas. Cuando, como en el momento actual, se está produciendo
un tímido reclutamiento para reiniciar labores, en muchos países ha sido a
hombres a quienes de preferencia se ha contratado. Por otro lado en muchos
casos al quedarse la mujer en casa, cuando hay una familia en casa, la situación
ya usual de que las mujeres trabajen más que los hombres en las labores
domésticas, lamentablemente se ha consolidado aun más.
En realidad a quien sí debemos reconocerle ser un apóstol
sobre ambos temas, el ecológico y el de género y que con convicción y lucidez,
y sobre todo por su manejo erudito de los mismos, es a Antonio Guterres, el
actual Secretario General de las Naciones Unidas. Díficil escucharlo hablar
sobre estos temas y no quedar convencido de la urgencia de los mismos. Lejos
del tacto excesivamente diplomático, “politically correct”, de sus antecesores,
este ingeniero de profesión y apasionado por la física es un hombre de una rara
lucidez. El hecho de haber estado casado con una psicoanalista y tener una
hermana psiquiatra, hace que Antonio Guterres, tenga también una visión clara,
contundente y compasiva de los diversos e inevitables impactos que tendrá en la
salud mental de los ciudadanos de todo el mundo, esta pandemia. Sobre todo a
los sectores mas vulnerables como lo son los niños, adultos mayores,
inmigrantes y refugiados. Es una suerte que en este momento crucial de la
historia alguien como Guterres, esté a la cabeza de las Naciones Unidas, no
solo a la cabeza sino en el cerebro de la misma.
I.-El tema ecológico
En lo ecológico, ya algunos años antes de la pandemia, hubo
tímidos pero reales avances, en acuerdos escritos y en consensos a futuro. Por
lo menos se ha logrado que China, Europa y muchos países del tercer mundo
suscriban acuerdos que disminuirán, el uso de combustibles fósiles en los
próximos años y optarán más por el uso de recursos renovables. La actual e
irresponsable ceguera de los actuales presidentes de Estados Unidos y Brasil,
de negar los impactos reales del cambio climático, es algo que los compromete a
ellos como personas, que son aves de paso. Sin embargo sus países y sus
respectivos pueblos, saben que el cambio climático es real, y los impactos en
muchas partes del mundo son negativos. Si bien muchos no adoptan todavía
medidas sobre el tema ecológico como una política de Estado, la conciencia de
estos cambios es creciente en la población y eso es lo que importa.
La situación sigue siendo, sin embargo, en lo ecológico un
poco anárquica, pues muchos países emergentes, en su necesidad de desarrollo-
muchas veces confundida con simple crecimiento- han optado por regulaciones
excesivas sobre el tema. El caso de países como Perú es evidente. Las
regulaciones ambientales peruanas excesivas, rígidas y contradictorias, son más
rigurosas que las de Suiza y por lo tanto dichas regulaciones se vuelven
disuasivas, para quienes quieran invertir en minería en el país.
Varios proyectos grandes en esta área minera en Perú fueron
cancelados estos últimos años, otros están bloqueados temporalmente y algunos
caminan a paso de tortuga. Lo penoso es que la indolencia burocrática esta vez
ha coincidido con la pandemia y se está perdiendo un tiempo muy valioso en
permitir y acelerar que la actividad retorne en el sector minero, que salvo en
la minería informal, es una actividad altamente tecnificada y al estar en
lugares apartados, no hay problema de prevenir contagios y donde se pueden
aplicar los protocolos pertinentes.
La minería formal no es una fuente muy grande de empleo,
como la gente quizás cree, pero dicha actividad, sí es una fuente de ingresos
muy grande para el Estado. Por cada mil millones de inversión en el Perú se
crean por lo menos 100,000 puestos de empleo. Ahora incluso, en que la pandemia
va a llevar a una redefinición prioritaria de muchos ámbitos de la actividad
laboral, la actividad minera puede
orientarse a explotar recursos mineros diferentes fuera de los tradicionales.
Algo de todas maneras
es claro y es el hecho que el impulso a trabajar en casa, que la enseñanza sea
a distancia, va a llevar a un uso intensivo del uso de computadoras, laptops,
tablets y todo tipo de herramientas que sirven para la comunicación digital.
Perú que es un país bendito en minería, tiene yacimientos poco explorados de
muchos metales raros y escasos, como cadmio, litio, molibdeno y otros, muchos
de los cuales sirven para hacer los circuitos, chips y las baterías de estos
aparatos.
La pequeña pero real descontaminación del medio ambiente en
estos dos meses o más de confinamiento que se han dado en la mayor parte del
mundo y que Perú fue uno de los primeros países en decretarlo, paralizó en
todos los países gran parte del parque automotor no esencial y a su vez, se
detuvo la labor en muchas industrias que por su naturaleza misma son muy contaminantes. Ambos paros, han permitido lo
que no han logrado los movimientos ecologistas los últimos 20 años por lo
menos. Un amigo que vive en una zona muy contaminada de Lima, me decía que
ahora puede escuchar y distinguir el canto de algunos pajaritos, cuyos trinos
ni siquiera se podían escuchar por el ruido de los carros. Además muy pocos
venían a posarse en los pocos árboles de la avenida donde vive. Hoy han vuelto
en cantidad. La gente ha comenzado a descubrir la posibilidad de respirar un
aire más puro y ver un cielo mas limpio. Eso de carambola sin duda acelerará
para que la gente si decide comprar un carro querrá que éste funcione a gas y
no con combustibles fósiles o otros derivados del petróleo.
Para la gran minería, sobre todo la del cobre, esto también
puede ser muy positivo, pues un automóvil a gasolina utiliza en su cableado
solo unos 25 kilos de cobre, en cambio un automóvil electrico necesita cuatro
veces más de cobre. Muchos países han asumido disminuir el efecto invernadero
en los próximos años y se supone que para el 2030 no menos de la mitad de los
vehículos funcionarán con gas, si no es con energía eléctrica. Una ocasión
única para de una vez por todas desbloquear los grandes proyectos acuíferos que
tenemos empantanados.
Una desgracia como la pandemia nos da, como vemos, una nueva
oportunidad. Ya bastantes chances hemos dejado pasar en países como el Perú
desde la Independencia en 1821. Siempre hubo riqueza minera y luego el boom del
guano, el salitre, el caucho, la pesca de anchoveta y otras oportunidades, que
luego del enriquecimiento de algunos personajes y considerables ingresos para
el Estado, éste terminó inmediatamente malgastándolo o despilfarrándolo en
proyectos delirantes. Perú siempre ha vuelto después de un entusiasmo febril y
casi eufórico de épocas pasajeras de bonanza, a descubrir que seguimos con
instituciones débiles, una infraestructura deficiente, y con servicios médicos
y educativos desastrosos. La pandemia con crudeza ha desnudado, podríamos decir
vulgarmente ha calateado nuestras carencias, que acarreamos desde siempre.
Nuestras resacas siempre son penosas.
El confinamiento obligatorio por la pandemia, detuvo
momentáneamente, muchas actividades informales que en diversas áreas
específicas tienen un impacto negativo en lo ecológico. La tala informal de
árboles en nuestra Amazonía es una. La recesión económica que seguirá a la pandemia,
por el momento reducirá el pedido de madera, pero tememos que después la tala
informal regresará con fuerza. El hecho que dicha actividad se realice en zonas
recónditas del país, donde por otro lado no hay posibilidades de trabajo
alternativo, hacen que esta actividad fuera de ser lucrativa, nunca deje de ser
floreciente.
Se realiza de vez en cuando, una que otra captura de algún
camión cargado de troncos. Son noticias que distraen, titulares para tabloides,
que duran unos días, para hacer creer que hay una fiscalización a una actividad
depredadora, del medio ambiente, que nos afecta negativamente a todos. Es algo
que continúa desde hace décadas, a vista y paciencia de las autoridades.
Las nuevas regulaciones que se darán para actividades que
tienen un impacto en lo ecológico, pueden hacerse esta vez con un criterio
realista, mientras dura la recesión, que puede ser mas larga y profunda de lo
previsto. Minería ilegal y tala informal lamentablemente en muchas zonas del
Perú van de la mano. No escuchamos lamentablemente, propuestas viables por
parte de los ministerios pertinentes, para aprovechar de dar medidas positivas
al respecto, que apoyen el empleo en estas áreas sin generar impactos
ecológicos negativos. Lo peor sería que cuando las aguas se calmen, simplemente
se “reanuden las actividades”, que las cosas vuelvan a ser como antes, en una versión
peor. Si la reactivación, y no simple reanudación, implicará, una ayuda del Estado
peruano en forma directa o en facilidades tributarias o de cualquier tipo para
las actividades mas diversas entre las cuales la actividad minera como la
forestal, cabe imponer progresivamente estándares posibles y alcanzables en el
cuidado del medio ambiente.