Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
5-11-2025
Perú, un naufragio permanente
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Cada 30 minutos, a lo más 60, Perú vive al filo de
situaciones riesgosas, sin definición, al compás de vientos furiosos que nadie
sabe cómo contener, siguiera morigerar. Nuestros gobiernos son equipos
frágiles, ineptos, pusilánimes, proclives al facilismo y a la mediocridad
total.
Desde el gobierno y hacia todo el aparato estatal y
burocrático, la situación arrasa cualquier vestigio de criterio y se producen
las circunstancias más ridículas y aberrantes con un solo perjudicado: el
pueblo peruano que son más de 33 millones de ciudadanos.
Recordemos algunas premisas.
El Estado y su representante episódico cada 5 años, el
gobierno, en Perú no representa a las grandes mayorías. No responde a sus
expectativas de justicia, pan con libertad o igualdad.
Por el contrario, es vocero de grupos minúsculos que
persisten en la creencia que el país es una chacra, ellos son los mandones y el
resto debe acatar cuanto se les ocurra y de lo que se trata es ¡que no toquen
sus intereses y ganancias!
Para el profesor Francisco Durand “Nuestro estudio sirve
para reflexionar sobre un fenómeno no solo poco estudiado sino pobremente
comprendido. La captura del Estado, un pernicioso juego de poder contemporáneo,
puede ocurrir en democracias o en dictaduras, y es por lo tanto un fenómeno que
no está relacionado a un tipo particular de régimen, indicando cómo ciertos
poderes, en este caso el corporativo, pueden lograr privilegios y ventajas con
gobiernos elegidos o gobiernos de facto.
La captura económica o corporativa, sin embargo, preocupa
más en las democracias, porque en principio la suma de decisiones debe ser
transparente y operar en un sistema de rendición de cuentas y estado de
derecho”. Odebrecht, la empresa que capturaba gobiernos, p. 275, Lima,
2018.
La problemática fundamental sobre qué tipo de Estado y para
qué, está totalmente olvidada por los clubes electorales, mal llamados
“partidos políticos”. A estos grupos interesa colocar presidentes,
congresistas, alcaldes, burócratas y copar todo puesto de poder administrativo
pero conservando celosamente el status quo. Nada debe moverse o cambiarse
porque he allí la gallina de los huevos de oro y ¡de ninguna manera –dicen- hay
que matarla!
La ambición pequeña, minúscula, sin mayor trascendencia de
logreros que buscan satisfacer su hambre y ambición, no pasa por la concepción
concertada de un gran movimiento sino por la angurria de enanos mentales. Hemos
visto a decenas de estos ridículos como ministros, parlamentarios, alcaldes,
gobernadores regionales, grandes gerentes, compitiendo por demostrar quién es
más estrafalario.
Cuando esto ocurre, los afectados por las malas decisiones,
son los usuarios y los que ganan su sueldo invariablemente, son los burócratas
a quienes importa ¡un bledo! el sistema de bienestar y honestidad en la cosa
pública!
El Estado y sus gobiernos son cotos de caza de las sucesivas
mafias que alternan colocaciones o manejan de manera mixta las riendas de cómo
se administra el poder en el Perú y, ciertamente, muy de acuerdo con los
genuinos y grandes poderes que dominan al mundo y que determinan qué produce y
qué no Perú, cómo cotiza su moneda, qué clase de sistema económico predomina, si
extractivista o exportador de piedras, manteniendo al país engrilletado a
cánones tradicionales.
Las mafias que gobiernan desde siempre por “linaje”, apellido
con autobombo, “tradición” y traiciones en todo orden de cosas: note el lector
quiénes rotan de canal en canal, diario en diario, radioemisora en
radioemisora, ministerio en ministerio, de gobierno a gobierno y constatará la
subrayada repetición de “politólogos, analistas, estrategas, exégetas” que son
los mismos desde hace 40 o más años y con una mediocridad disimulada por
toneladas de “estudios” o cantinfladas llamadas pautas o carpetas o diseños
estratégicos y rimbombancias por el estilo.
¡Los que sí están dentro y en el Estado –y en los gobiernos-
son los tecnócratas sin dios, ni patria ni ley- y no se asemejan a los
anarquistas puros y honestos, y que se dieron un capítulo especial en la
llamada Carta Magna de 1993 poniendo al Estado como apéndice prescindible y
cuasi inútil.
Desde entonces el capitalismo salvaje, la explotación del
hombre por el Estado y por el hombre es ley sin derechos para las grandes
mayorías ni quién los defienda porque todos los poderes: Ejecutivo, Legislativo
y Judicial, están en su contra.
¿No es Perú, un naufragio permanente?
El manto aparente de legalidad es la jurisprudencia de
minorías insolentes, discriminadoras y deshonestas que no dudan en hacer leyes
desvergonzadas, indemnizarse a sí mismos y prestarse dinero por cientos de
millones a bajo interés cuando ellos colocan ese dinero a más alto porcentaje
con perjuicio de los clientes.
Los que no pertenecen a las mafias, los negocios
independientes, acostumbrados a no pagar coimas, los que se ciñen a las leyes
de los organismos de arbitraje, esos, hoy por hoy, corren el peligro de
hundirse y con ello provocar la ruina de cientos o miles de familias a lo largo
de todo el Perú.
La tarea del poder y cómo obtenerlo debiera ocupar un plano
central en las preocupaciones y ambiciones de la política peruana. “Olvidar” el
tema es obsequiarlo –como sucede hoy- a las mafias que hacen lo que les viene
en gana.
