Tuesday, January 20, 2009

Obama y el colonialismo mental

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
20-1-2009

Obama y el colonialismo mental

No pocos millones de latinoamericanos, embarcados en expectativas
falsas creadas por los miedos de comunicación, estarán atentos hasta
las lágrimas a lo que diga el primer presidente negro Barack Obama
desde Washington. No obstante aquél ha demostrado que tiene mucho
menos poder que el que le atribuye la propaganda y que posee el
inefable marbete Made in USA. Pruebas al canto: ya se sancionó el TLC
con Perú, a pesar de la oposición demócrata. El saliente gobierno
republicano de George Bush no dejó de realizar el faenón que celebran
aquí los alfiles nativos adláteres o allegados al poder imperial
norteamericano.

Ni el color de la piel de Mr. Obama o su excelente capacidad oratoria
garantizan la piedra filosofal para Latinoamérica. En ese conjunto
difícil de países desiguales, está el Perú y es bueno recordarlo
porque aquí las cosas de puro sabidas se olvidan. Y cuando ingresen
mercaderías a menor precio y protegidas por el TLC y desplacen a las
locales, entonces se favorecerá a los consumidores cuyo manejo de
dinero es más exiguo. Pero ¡se destruirá a los productores que NO
tendrán dónde colocar sus artículos de toda índole! ¿Quién podrá
salvarlos entonces?

La estupidez nacional, de ribetes excepcionalmente fosforescentes
cuando se trata de impactar con destellos efímeros al modo que hacían
los ibéricos con los indígenas al llegar a costas latinas, ha
consagrado el coloniaje mental como una de las taras más aberrantes
que pueda exhibirse en el comportamiento social. Hoy como ayer casi
toda nuestra filosofía es prestada. El lenguaje reitera las idioteces
miopes del sintético inglés que todo lo agrupa en siglas o iniciales.
Las cacatúas repiten, con éxtasis y borracheras recurrentes, cuanto el
New York Times o el Washington Post, apocalípticamente predicen para
estos países. Y, a veces, hasta copian las sentencias de muerte que
para nuestras industrias comportan los desesperados requiebros de los
malos manejos norteamericanos. No ha mucho el cataclismo ha sido
evidentísimo.

Los analistas, estrategas, politólogos, ensayistas y demás istas que
crecen bajo cada piedra en Perú otorgarán vía televisión, radios y
diarios, el privilegio de sus sesudos informes. Cierto que el 95%
olvida que Perú es un gran porta-aviones con barcos y tropas
extranjeras dicen que para la cooperación en salud y contra la ceguera
de las poblaciones más pobres.

¿Qué podría decir el señor Obama respecto del multimillonario negocio
que es el narcotráfico? Los miedos de comunicación y sus mercenarios
urbi et orbi han difundido la especie que la producción de hoja de
coca, la introducción a sangre y fuego de cultivos alternativos y el
alquiler de decenas de sociólogos, trabajadores sociales, logreros y
capituleros que se subastan a precios en dólares, constituye la
solución en la lucha contra el tráfico ilícito. ¿Y por causa de qué no
se dice que los millones de habitantes de Gringolandia que consumen
esas porquerías son los directos responsables de empujar ese negocio
criminal? Además ¿qué hay del dinero negro que no pasa por bancos ni
contabilidades y que no pocas empresas usan para sanear o tapar sus
déficits? ¿podría Mr. Obama darnos una idea de cómo nuestros
aeropuertos latinoamericanos dejarán de ser coladeras para el
narcotráfico? ¡Y que no enuncie siquiera la especie cipaya que esto no
tiene que ver con Washington!

Luego del gobierno de Colombia, cuyo líder, ostenta el nada envidiable
título de trebejo simplón de Gringolandia, hay por aquí ambiciosos que
desearían ser ellos los detentadores de semejantes condecoraciones
coloniales. ¿Para qué entonces dan pruebas de buena conducta y
pro-imperialismo asqueante y pútrido?

El señor Obama, poseo la modesta impresión, tiene muchas otras broncas
que resolver. En fin, ese es su trabajo. ¿Cuándo acabará la idiotez de
girar alrededor de Gringolandia rogando por las migajas que sus
gobernantes, legisladores y política en general, arrojan a los
pedigueños nativos de cuya miserabilidad no hay ya la más mínima duda?

¡Dignidad, carajo, dignidad! ¡Por lo menos, como los árboles de
Casona, a morir de pie!

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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