Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
1-3-2024
¿Quién le pone el cascabel al gato?
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De cumplirse los cronogramas
(nada más inseguro en Perú), en el 2026 tendremos elecciones generales.
Podremos enviar a su casa a los ilustres mediocres que habitan el Congreso y, a
su vez, elegir un nuevo titular de Palacio.
¿Será verdad tanta belleza? Perú
país de poemas y no de realidades, somos capaces de imaginar idílicos episodios
cuando tenemos muestras oprobiosas de ser apenas una república bananera.
Preguntar quién o quiénes
conducen alternativas, deviene sencillo: a excepción de los mafiosos que han
diseñado bien su apoyo, psicosociales y cómo manejar que todo cambie para que todo
siga igual: ¡nadie!
Los clubes electorales, alias
partidos políticos, viven con la sola ambición de llegar a algún puesto, el que
sea, parlamentario, ministro o asesor en el Congreso, portapliegos de algún
legiferante, ¡lo que sirva para saciar la ambición del sueldo mensual y el consabido
y rentable tráfico de influencias!
Los estribillos de lemas
anacrónicos no producen el desalojo de las fuerzas reaccionarias o conservadoras.
Por el contrario ¡ni les hacen cosquillas! Llamarse, como hacen casi todos como
representantes del pueblo, ya ni siquiera es una utopía sino una estupidez.
Las pintas gigantescas en las
carreteras y en paredes vistosas, son jalones del pasado sin ninguna influencia
en la voluntad decisiva del votante.
¿Qué partido o colectividad puede
movilizar a la sola convocatoria, a decenas de miles de personas? Por ejemplo
en ocasiones como el próximo pleno del Congreso que, todo así lo indica,
destituirá a los integrantes de la Junta Nacional de Justicia.
Con una masa enfervorizada y
protestante rodeando el edificio del Parlamento ¿incurrirían esos tránsfugas en
su comportamiento reprobable?
Cuando, ante la cara pelada,
los aconchabados del Congreso y las fuerzas más retardatarias arriben a su
golpe de estado parlamentario, sólo puede presumirse la generación de
lamentaciones, imprecaciones, pero nada efectivo contra el desmán.
La falta de unidad es
consecuencia de no tener líderes con inteligente visión política. Hay que confeccionar
un plan mínimo de pelea en todas las tarimas y persuadir al hombre y mujer
corriente que la alternativa no pasa por los delincuentes de siempre.
Que es una tarea que insume
tiempo, esfuerzo, inteligencia, hay convicción absoluta pero de otro modo ¿quién
le pone el cascabel al gato derechista que gobierna con las armas y la
violencia del Estado a su disposición?
Mientras que dure la presente
administración de Dina Boluarte, el diseño impopular proseguirá su obsequiosa
política de regalar o rematar los bienes y patrimonio del pueblo, en la mira,
las desaforadas campañas contra Petroperú.
¡Hasta en eso son burros los
mercenarios privatistas, en lugar de defender el valor al alza de la Refinería
de Talara, pretenden que se la venda a barrer como ocurriera con La Pampilla a
Repsol!
El actuar descarado de estos
pelagatos privatistas muy bien rentados, no admite sino un término:
vendepatrias.
¿Y qué hacen los clubes electorales?
Nada. Muy poco. Los que ya fueron parlamentarios y saben del tráfico de influencias
se manejan como peces en el agua y se infiltran o quieren hacerlo por el estipendio
y el dinero negro.
La ciudadanía carece de
mensajes o ideas fuerza que le instruyan sobre la lucha política. ¿Creerán los
intonsos que los privilegiados se van a ir así porque sí de donde están? Grueso
error: ¡por plata matan!
Una renovación radical, el
licenciamiento vitalicio de no pocas momias o sospechosos de haberse
enriquecido desde el Estado, se aguarda en las agrupaciones políticas.
En 1945, para vencer la
candidatura oficialista de Eloy Ureta, el pueblo se organizó en el Frente
Democrático Nacional, cuyo candidato fue José Luis Bustamante y Rivero, jurista
que sacó el doble de votos que su contendor.
El misterio de la no
candidatura de Víctor Raúl Haya de la Torre, ese año y en esa ocasión, aún
permanece en algún arcano no encontrado hasta hoy.
Pero he allí que era
fundamental unir esfuerzos y si bien la columna vertebral del FDN, era el Apra
de esa época, también concursaron otras fuerzas políticas minoritarias.
La unión hace la fuerza. En
lugar de perder el tiempo en bagatelas, ambiciones de parroquias y naderías
improductivas, bien harían los grupos políticos en pensar en serio cómo ganar
todas las competiciones.
Pecar de divisionismo es volver
a regalar a la antipatria, el manubrio de la nación y esto sí garantiza que el
país aniegue sus confines de más violencia, desigualdad y perdición de las
oportunidades del mundo contemporáneo.
¿Quién le pone el cascabel al
gato?