Thursday, December 20, 2007

Manifiesto del general Andrés Avelino Cáceres a la Nación

Historia, madre y maestra

Documento No. 45*

Manifiesto del general Andrés Avelino Cáceres a la Nación

Conciudadanos:

La difícil situación en que la República se encuentra después de tres
años de guerra y la gravedad de los sucesos realizados durante los
últimos meses, me obligan a dirigiros la palabra para exponer ante el
augusto e inapelable tribunal de la opinión pública, la parte que en
esos acontecimientos me ha cabido y los móviles a que obedecieron mis
procedimientos.

Provocado el Perú a una guerra injusta, cuando precisamente trataba de
impedir con su mediación la que estalló entre Chile y Bolivia, mi
deber, como soldado de la patria, era solicitar un puesto de
preferencia en las filas de los que debían derramar primero su sangre
para la defensa del honor nacional. Desde que se iniciaron las
operaciones de la guerra, y durante el primer período de la Campaña
del Sur, tuve la altísima honra de concurrir a los principales
encuentros en que el ejército sostuvo contra el enemigo, y de
compartir con él sus primeros reveses en San Francisco, y sus primeros
triunfos en Tarapacá.

Después de un período de expectativa y de trabajos incesantes para
reorganizar el ejército, en los que no escatimé mi cooperación,
nuestras armas fueron desgraciadamente vencidas en el Campo de la
Alianza, y mi misión, así como la de otros jefes, tuvo que limitarse a
salvar los restos del ejército, que si no logró obtener el triunfo,
supo defender bizarramente el pabellón nacional.

Los planes del invasor después de ese desastre se dirigieron a la
capital de la República, donde se organizaban nuevos ejércitos y
nuevos elementos de defensa. Mi puesto estaba allí, y salvando todos
los inconvenientes que la situación ofrecía, volví a ocupar un lugar
entre los defensores de la patria; y aunque el éxito de la nueva
campaña no ha correspondido a mis esperanzas, tuve al menos por mi
parte la inmensa satisfacción de derramar mi sangre en la desastrosa
jornada de Miraflores, defendiendo hasta el último trance el honor de
nuestra bandera y la justicia de nuestra causa.

Mis aspiraciones y mis ardientes deseos de servir al país, no estaban
sin embargo satisfechos. Restablecido apenas de mi herida, abandoné la
capital hollada por el invasor, para solicitar un puesto entre los que
aún sostenían en la República la resistencia armada. Escaso de
elementos bélicos y venciendo dificultades de todo género, logré
organizar fuerzas respetables que durante ocho meses han estado frente
al enemigo a las puertas mismas de la capital, donde el invasor ha
concentrado los elementos de su poder.

Empero, si el estado de guerra imponía al patriotismo las más arduas
tareas, no lo eran menos las que demandaban nuestra situación interna.
Desencadenada sobre el Perú la borrascosa tormenta de la anarquía,
cuando aún humeaba en los campos de batalla la sangre de nuestros
soldados, cuando la concordia y la fraternidad eran la única prenda de
poder y de fuerza para reparar en la manera posible los quebrantos de
la patria, mis esfuerzos todos se consagraron a la obra de soldar por
mi parte los vínculos de una unión dislocada en nuestras disensiones
políticas, y restablecer en medio del caos, el principio de autoridad,
seriamente conmovido desde sus bases fundamentales.

Por eso creí de mi deber aceptar en parte el movimiento político que
se operó en el Cuartel General de Chosica el 24 de noviembre último,
por el voto unánime del Ejército del Centro; pues no era sino el
corolario ineludible de la actitud asumida por las fuerzas militares y
los departamentos del sur y del norte de la República, que se
sustrajeron a la obediencia del señor Piérola, cuyo gobierno había
llegado a ser un obstáculo para la solución del conflicto
internacional que nos abruma sometiendo la suerte del país a la más
dura prueba, bajo una situación colmada de rigores para el presente, y
de amenazas y peligros para el porvenir.

En la actualidad no hay sacrificio que no pueda arrostrarse en aras de
la patria, ni intereses que no puedan posponerse a los sentimientos de
abnegación y desprendimiento, cuyos consejos, que siempre me he
cuidado consultar en mi carrera pública, no me han permitido deferir a
la investidura de Jefe Supremo que el ejército me confirió, y que los
departamentos del centro ratificaron con sus entusiastas adhesiones,
tributando, sin duda, inmerecido honor a los nobles propósitos que han
guiado mis actos en el puesto que desempeño, no sólo porque debía
alejar de mí toda sospecha de ambición bastarda, sino también porque
era necesario dejar al país campo abierto para el pleno ejercicio de
su soberanía.

Considerando que la fórmula más práctica era llegar a la unificación
anhelada era el establecimiento de una Junta de Gobierno, me apresuré
a someter la idea a la consideración pública, proponiéndola desde
luego a los señores Jefes Superiores y Militares del Sur y Norte, así
como a los ciudadanos caracterizados de la República, estando, en
cuanto a mi decidido a hacer en ella abstracción completa de mi
persona, dado caso que yo fuera un inconveniente para la inmediata
realización de tan fecundo pensamiento.

Desgraciadamente mi propósito no encontró eficaz acogida en los
círculos políticos cuyo concurso era indispensable para llevarse a la
práctica, y fue necesario renunciar a la obra y a los fecundos
resultados que ella prometía, para buscar una solución inmediata que
respondiera más satisfactoriamente a la general impaciencia con que
los pueblos todos deseaban la paz.

Por otra parte, en los momentos en que aquella idea patriótica
comenzaba a abrirse paso en el terreno de la opinión pública, se
acentuó en el país la esperanza de alcanzar una paz compatible con la
autonomía nacional, mediante la intervención del gobierno de los
Estados Unidos que se halla en relaciones oficiales con el gobierno
Provisorio. El fundado temor de que un cambio en la forma de gobierno
llegase a malograr esa intervención, o cuando menos a retardarla, fue
bastante para desviar la atención del país de la idea de constituir un
gobierno que fuera el centro de la unión de todos los partidos y
elementos políticos, cuyo choque ha dado pábulo a la anarquía que ha
venido gastando los resortes de la defensa nacional en provecho
exclusivo del enemigo común.

Mientras tanto la necesidad de unificar el país bajo un solo gobierno
no permitía tregua, y se manifestaba cada día más exigente e
imperiosa. El gobierno chileno, dominando todo el litoral y
aprovechando todas nuestras rentas públicas, pretende llevar adelante
la ocupación indefinida de nuestro territorio, so pretexto de que el
Perú carece de gobierno constituido bajo el respeto y obediencia de
los pueblos todos, para ajustar un tratado de paz con todas las
garantías de que debe estar rodeado. Destruir ese inicuo pretexto es
satisfacer una imperiosa exigencia del patriotismo, sellando la
fecunda obra de la unificación nacional, con el sometimiento de los
pueblos y del Ejército del Centro al régimen proclamado por los
pueblos y Ejércitos del Sur y Norte, con tanta mayor razón cuanto que
el gobierno Provisorio se presenta ante el país en condición de
celebrar una paz que ponga a cubierto la integridad territorial del
Perú, seriamente amenazada por las injustificables exigencias del
enemigo, mediante la intervención del gobierno norteamericano, cuyo
ministro acreditado en Lima ha lanzado declaraciones importantes,
autorizadas por su elevado carácter, en defensa de los principios
tutelares del derecho público americano, que patrocinan la causa de la
autonomía nacional, próxima a ventilarse ante el tribunal de la
diplomacia.

Estas consoladoras seguridades se refuerzan con las protestas que el
Presidente de la República señor García Calderón ha hecho en
documentos solemnes, declarando que jamás cederá al enemigo una línea
de territorio peruano, a ningún precio, desde que cuenta con recursos
bastantes para satisfacer una indemnización de guerra equitativa y
razonable.

Desvanecidas así las justas alarmas del patriotismo, ha llegado el
momento de remover resueltamente el único obstáculo que estorba la
conclusión de la guerra, acallando todo sentimiento que no se encamine
a procurarla, y arrostrando cuanto sacrificio esté a nuestro alcance
para llegar a ese resultado, que es la salvación de la República.
Inspirado en tan elevadas consideraciones, sin más móvil que mi
ferviente amor a la patria, consagrado por abnegados servicios y la
sangre de mis venas, he resuelto reconocer el régimen constitucional,
manteniendo mi carácter de Jefe Superior Político y Militar de los
departamentos del Centro y el mando del ejército que me obedece, a fin
que la patria pueda contar en todo caso con mi débil pero decidido
concurso, para la defensa de su honra y de su autonomía.

Conciudadanos:

Me consuela la seguridad de que al hacer uso de las facultades amplias
que me acordaron los pueblos y las fuerzas militares de mi
jurisdicción, para proceder en el sentido más conforme con los
intereses públicos, he interpretado los sentimientos y aspiraciones de
la nación, sin apartarme ni una línea del sendero espinoso que marca
el deber, en las angustiosas horas de prueba porque atraviesa la
república, condenada a horrores de una guerra sangrienta y al
oprobioso azote de la anarquía.

Si por desgracia mis sentimientos patrióticos fueran traicionados por
los sucesos, me quedará al menos la satisfacción de haber procurado el
acierto con incesante empeño, escuchando siempre la voz de mi
conciencia y las sagradas inspiraciones del deber.

Jauja, a 24 de enero de 1882

Andrés A. Cáceres

Es copia fiel.- El Secretario J. Salvador Cavero

*Campaña de La Breña, Colección de Documentos Inéditos, Luis Guzmán
Palomino, Lima 1990.

Wagner ¿defensor del Perú?: ja, ja

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
20-12-2007

Wagner ¿defensor del Perú?: ja, ja

Así como hay momentos estelares –Stefan Zweig- en la historia de las
naciones, también existen los abisales, abyectos, miserables. Si por
algo se distingue el diplomático Allan Wagner Tizón es por su
mediocridad y su señalado desapego al Perú reiterado en un océano de
disparates pseudo-académicos dichos a través de sus cargos en la cosa
pública (seguridad cooperativa, el ridículo plan NUBE, etc). Sin
embargo de todo lo anterior, perdonable en gente de su calibre –ínfimo
por diminuto- intelectual, es imposible divorciar de esta persona su
anuencia, permisividad, falta de conocimiento, ignorancia insolente,
con respecto a los temas con Chile, país con el que debemos, en breve
plazo, lidiar un contencioso jurídico para el cual se necesita cuadros
de enorme versación y sabiduría.

Se anuncia que Wagner irá como agente del Perú a La Haya. ¿Llevará
también al traidorzuelo barato que es Fabián Novak Talavera como su
asesor? Aquí lo tuvo de viceministro en la cartera de Defensa y nadie
sabe a ciencia cierta qué regaló o negoció con otros países. Vale la
pena recordar, para los desmemoriados, que aquél individuo ha escrito
textos contra la posición oficial del Perú. ¿Creerá Wagner, en su
notoria falta de ilustración, que el vecino del sur desaprovechará la
vigencia de esas afirmaciones, pronunciadas por un dicharrachero amigo
de ellos y sembrado en Perú?

Esto no es república, es mojiganga, advirtió con lacerante exactitud,
el prócer Manuel González Prada y su aserto sigue teniendo igual y
dolorosa vigencia. De repente la situación es mucho peor, porque la
administración García Pérez no puede ocultar su claudicación
principista, su puesta de hinojos ante la potencia norteamericana y su
inexplicable chilenofilia como si ella constituyera garantía de la
complementariedad anhelada con equidad y justicia. Advertida está la
nación, cuál será el destino de la pelea ad portas en La Haya. Wagner
¿defensor del Perú?: ja, ja.

Escribí las siguientes líneas, el 19-10-2007 en ¡Los peruanos indignos!:

"Ayer en La Primera, César Hildebrandt, en su vibrante artículo, Chile
4, Perú 0, recordó el abyecto prochilenismo rastrero de que hacen gala
ciertos personajes públicos de recurrente y siempre mediocre
presencia. Una cosa es el respeto a la convivencia de las naciones, a
la forja y comprensión de la complementariedad que hay que mantener en
equilibrio con la nación del sur y otra, muy distinta, la política de
hinojos y servidumbre que muestran presidentes, burócratas,
embajadores, militares, intelectuales, periodistas, etc. (con notorias
excepciones, eso sí), cuya testa gacha es congénita y parte de su
acción proditora. ¡Nada tiene que ver la altiva creación heroica de la
patria con la absurda capacidad de quintacolumna y traición de algunos
a lo largo de decenios desde el mismísimo 28 de julio de 1821! ¡El
problema –a la par que tragedia, hasta hoy insuperable- siempre fueron
los peruanos indignos y no los foráneos!

De resultas que el vecino austral hizo lo que consideró importante y
vital para su geopolítica y supervivencia. No obstante que eso
significó el aplastamiento de quienes, como Perú que en 1879 ni
siquiera tenía límites con Chile, entonces se los creó de hecho y
propagó por la fuerza de una invasión acaecida a partir de octubre
tras la pérdida del Huáscar en Punta Angamos. La bota fue impuesta
desde Chile y no al revés. En efecto, no me explico cómo el general
Izurieta afirma que el soldado enterrado en su país natal "cayó
defendiendo a su patria" ¡Si fue Perú la tierra invadida y asolada!
Los gimoteos revisionistas de historiadores, aquí y allá, que
pretenden el maquillaje de lo ocurrido, son más bien afeites inanes y
que no conseguirán su protervo y cosmético objetivo: falsear y
morigerar la crueldad inexplicable entonces habida.

Uno de los protagonistas de la crónica escrita el 2006, el hoy
ministro de Defensa, Allan Wagner Tizón, firmó el 28-29 de noviembre
de 1985 un Acta con su entonces par ministro de Relaciones Exteriores
de Chile, Jaime del Valle Alliende, en cuya parte III Revisión de
Textos de Historia, se dice:

"Los ministros estuvieron de acuerdo en poner en práctica, en el más
corto plazo posible, un procedimiento que permita en sus respectivos
países efectuar una revisión de los textos de historia a nivel de la
enseñanza primaria y secundaria, con miras a darle un sentido de paz e
integración. Posteriormente, una Comisión Mixta efectuará un examen
conjunto de las revisiones de dichos textos, con el objeto de
armonizarlos".

Escribió Alfonso Benavides Correa, en Una Difícil Vecindad, p. 218:
"Para recusar tan aberrante acuerdo bastaría meditar sobre la lección
que dio José de la Riva Aguero cuando afirmó con rotundidad que "la
historia, ministerio grave y civil, examen de conciencia de las épocas
y los pueblos, es escuela de seriedad y buen juicio pero también, y
esencialmente, estímulo del deber y el heroísmo, ennoblecedora del
alma, fuente y raíz del amor patrio", atendiendo a que el patriotismo
se alimenta y vive de la historia, a que la palabra patria viene de
padres y, por ello mismo, que "sobre el altar de la patria y bajo su
gallarda llama hecha de ruegos y de inmolaciones, de valor y de
plegarias, deben existir siempre, como en la ritualidad litúrgica
católica, los huesos de sus predecesores y las reliquias de sus
mártires" (La historia en el Perú, José de la Riva Aguero, Lima, 1910,
p. 548).

Lo ocurrido y detallado con buida enunciación filuda, casi en
tinieblas para la prensa peruana, tal como lo escribe César
Hildebrandt, ¿es consecuencia, criatura cimarrona de esa aberrante
dinámica promovida desde entonces?

Leamos.

Los achilenados Pérez, Wagner y Novak
24-10-2006

Durante la campaña electoral reciente fue el hoy presidente Alan
García, quien señaló a Javier Pérez de Cuéllar como el suscriptor de
posiciones a favor de Chile en contra del Perú, en documentos
diplomáticos de años atrás, 1968-69 (cuando era Secretario General de
Torre Tagle) y que jamás han sido mostrados a la opinión pública. El
aludido, el embajador Pérez, dijo por toda respuesta que no se
acordaba del asunto. ¡Cómo si reconocer una delimitación marítima
inexistente, con el vecino del sur, fuese un tema de fácil olvido o
irresponsable como traidor ocultamiento! ¿Qué espera el jefe de Estado
García para solicitar a su canciller que haga públicos aquellos
papeles? ¿Permanecerá el Congreso tan inexistente como hasta hoy?

En el Acta del 29 de noviembre de 1985, suscrita por los ministros de
Relaciones Exteriores de Perú, Allan Wagner Tizón y de Chile, Jaime
del Valle Alliende, se acordó: "1) Las Partes convendrán, a través de
un Acuerdo de Ejecución del Tratado de 1929, un régimen jurídico para
regular el ejercicio pleno y eficaz de los derechos que acuerdan al
Perú los Artículos Quinto del Tratado y Segundo de su Protocolo
Complementario, en los establecimientos y zonas a los que ambas
disposiciones se refieren, sin perjuicio de la soberanía chilena, en
especial en lo concerniente a la aplicación de su ordenamiento
jurídico, la jurisdicción y competencia de sus tribunales y el
mantenimiento del orden público."

En el artículo 3º. se dice: "Las Partes entienden asimismo, que el
Malecón de Atraque para el servicio del Perú integra jurídicamente y
funcionalmente el complejo portuario de Arica y, por ende, está sujeto
a la autoridad chilena en todo lo que guarda relación con las
competencias de la Dirección General del Territorio Marítimo y Marina
Mercante de Chile (Gobernación Marítima y Capitanía del Puerto de
Arica y a la propia autoridad portuaria de Arica".

Réplicas atronadoras

¿Qué sostuvo el maestro y patriota Alfonso Benavides Correa en Los
triunfos que se dejó arrebatar la diplomacia peruana?, p. 213, Una
difícil vecindad: "No fue todo. El comunicado conjunto ocultó que ese
mismo día 29 de noviembre de 1985 los señores ministros de Relaciones
Exteriores de Chile, don Jaime del Valle Alliende y del Perú, don
Allan Wagner Tizón habían suscrito un Acta mediante la cual, en
pretendida ejecución de las Cláusulas contenidas en los artículos
Quinto y Undécimo del Tratado de Lima de 3 de junio de 1929 y Segundo
de su Protocolo Complementario, habían desempolvado y repuesto,
maquillado, el repudiado Protocolo de Liquidación de Obligaciones de
17 de marzo de 1934 que, como ya lo tengo expresado, mereció el
rechazo tanto de la Comisión Consultiva de RREE, como del Congreso
Constituyente de la República, entonces reunido".

Más adelante en el mismo, jamás refutado artículo, sostiene Benavides
Correa: "Sobre la base de la precedente capitulación –que trae a la
memoria el parágrafo segundo del Artículo Once del Protocolo del 17 de
marzo de 1934 Polo-Rivas Vicuña en que se decía que "con la ejecución
de este compromiso se declaran totalmente cumplidas, por parte de
Chile, las obligaciones referentes a obras en el puerto de Arica,
contraídas en el Artículo Quinto del Tratado de Lima, del 3 de junio
de 1929, y en el Artículo Segundo del Protocolo Complementario de la
misma fecha".

Padre de una criatura deleznable

En buena cuenta y como es fácilmente demostrable, acudiendo a las
fuentes y a los escritos de entonces, todos publicados y nunca
enmendados o rectificados, de esa fecha al hoy presente, cabe concluir
que el padre creador de la criatura, es decir, de la recepción por
parte de Chile del inútil y ridículo atracadero en Arica que se
encuentra fuera del perímetro original de la bahía de Arica,
estipulado en el Tratado y Protocolo Complementario del 3 de junio de
1929, es el señor Allan Wagner Tizón.

La historia, buena acusadora

¿Qué pretendieron hacer en 1999, noviembre, los traidores que bajo la
capitanía de Jorge Valdez y el patrocinio del canciller Fernando de
Trazegnies, con Chile? ¡Pues dar carta de ciudadanía al obsequio
pro-chileno y en clara contravención del Tratado de 1929, que negoció
el presidente Augusto B. Leguía!

Escribí en mayo del 2005 en el artículo Valdez: ¿un perdedor dando
lecciones de diplomacia?:

"Tres eran las cuestiones pendientes con Chile en agosto de 1998 que
debieron ser temas resueltos de manera indesligable y sincrónica. Es
decir, todas juntas en el mismo tiempo. A saber, en primer lugar:
lograr la ejecución a satisfacción del Perú del Artículo 5to del
Tratado de 1929, lo que implicaba modificar el desfavorable curso de
acción seguido desde 1985, cuando Allan Wagner era canciller, porque
la diplomacia chilena venía haciendo trampa.

En segundo lugar: debía plantearse la cuestión de la delimitación de
la frontera marítima para corregir la asimétrica práctica de los
paralelos geográficos que por el sur favorecía, también, a Chile. Y en
tercer lugar: atender la petición chilena de llegar a un acuerdo sobre
protección de las inversiones, interesados como estaban los de La
Moneda por proteger a sus connacionales en el Perú.

El Artículo 5to del Tratado entre Perú y Chile del 3 de junio de 1929,
dice a la letra: "Para el servicio del Perú el gobierno de Chile
construirá a su costo, dentro de los mil quinientos setenticinco
metros de la bahía de Arica, un malecón de atraque para vapores de
calado, un edificio para la agencia aduanera y una estación terminal
para el Ferrocarril a Tacna, establecimiento y zonas donde el comercio
de tránsito del Perú gozará de la independencia propia del más amplio
puerto libre".

El novísimo "periodista" Jorge Valdez, era viceministro y secretario
general de la Cancillería del Perú. Además, su identificación con la
dictadura fujimorista no era un asunto extraño, por el contrario lucía
orgulloso semejante y cuestionable "blasón" cívico.

Es importante subrayar que estas tres cuestiones estaban vinculadas
entre sí y una era rehén de la otra, al punto que se tenía conciencia
en Torre Tagle que no habría acuerdo sobre ninguna de ellas si no se
lograba un trato sobre las tres.

Pero, la "estrategia de negociación" fue un dechado vergonzoso de
perdedores, capitaneados por Jorge Valdez porque se siguió la línea
que mejor sirvió al interés de Chile. Se concluyó el Acta de Ejecución
del Artículo 5to del Tratado de 1929, donde se consagró la tesis
chilena. Después se concluyó el acuerdo sobre protección de
inversiones que, igualmente, favorecía a Chile. Y, por último, la
cuestión de delimitación marítima quedó fuera de la agenda bilateral;
también para satisfacción de Chile.

Con los años y sobre el específico punto de la delimitación marítima,
los capituleros y vendepatrias han insistido hasta la saciedad en
promover la adhesión del Perú a la Convención del Mar de las Naciones
Unidas con el pretexto que ésta servía para acordar con Chile la
delimitación en el mar. Y Chile, firmante de la Convemar, ha dicho
expresamente que NO usará nunca este instrumento internacional para
resolver ninguna clase de problemas limítrofes con países con mar
adyacente. ¿Qué país tiene mar adyacente con Chile?: ¡Perú!

En 1985 la Cancillería peruana, capitaneada por Allan Wagner Tizón,
notable por haber pasado los 2 mts. de altura, "logró", en las
"negociaciones" con Chile un mini-atracadero en Arica, diferente a lo
preconizado y establecido en el Artículo 5to del Tratado de 1929. Por
entonces ocurrió una anécdota infame que es bueno hacer de
conocimiento del público.

Las ocurrencias del encuentro entre las delegaciones peruano y
chilenas se llevaron a cabo en Arica.

Una noche de francachela irresponsable y espíritus liberados por el
alcohol generó un desaguisado que fue la comidilla por años de la
diplomacia chilena y una vergüenza oprobiosa para la nacional. El
embajador Eduardo Ponce de Vivanco (otro de los novísimos
"periodistas") perdió una carpeta con todos los documentos de la
posición peruana, oficios confidenciales, cartas y comunicaciones.

Esto no fue todo. La Cancillería de La Moneda llamó al embajador
peruano a Santiago y éste concurrió ignorante del motivo de la
convocatoria. Entonces, se habían dado los encuentros entre las
delegaciones peruano-chilenas en Arica y no existían más motivos
ríspidos o de cualquier otra naturaleza. Como se sabe, que una
cancillería llame a un embajador presume de un motivo sumamente
importante. ¡Y que lo era! La Moneda entregó la valija perdida por
Eduardo Ponce de Vivanco en Arica con todos los documentos al
embajador peruano. ¡Qué tal papelón!

¿Supo el canciller Allan Wagner de este desafortunado como infame
caso? Si lo supo, se calló en todos los idiomas porque nunca hubo
registro escrito sobre el particular y se estableció una especie de
espíritu de cuerpo que no fue otra cosa que motivo de mofa entre
nuestros vecinos del sur. En el equipo de aquella época figuraban al
lado de Wagner, Eduardo Ponce, Hernán Couturier y Alfonso Rivero
Monsalve, este último con los años, llegaría a ser el jefe de la mafia
en Torre Tagle.

El plano del desarrollo portuario propuesto por los chilenos al
presidente Augusto B. Leguía, llegó a Lima en el avión Jesús del Gran
Poder a fines de abril de abril de 1929. Con el golpe de agosto de
1930 y la pasividad de quien era entonces el canciller Montagne, este
plano se perdió en la bóveda de Torre Tagle por ¡nada menos que 70
años!

En 1998 se logró ubicar y reivindicar para la información de la
Cancillería lo que era, nada más y nada menos, que un instrumento
valiosísimo que habría evitado los constantes y aviesos requiebros
mañosos de la diplomacia chilena. Es más: es de suponer que fue
mostrado al entonces secretario general de Torre Tagle: Jorge Valdez.

Con este documento, era prácticamente imposible que las
"negociaciones" siguieran el curso desfavorable que estaban siguiendo
porque era la posición chilena la que prevalecía sin respuesta ni
contundencia de la actitud peruana.

¿Cómo así se concluyó en 1999 el Acta de Ejecución irrespetando –o
mejor dicho ignorando a sabiendas- un plano de inexcusable consulta y
referencia, con Chile? ¿Puede explicar el embajador –ahora
"periodista"- Jorge Valdez qué motivos le indujeron a traicionar los
intereses peruanos y preferir los de otro país? ¿Cuál es la versión de
los otros "negociadores": Carlos Pareja, Fabián Novak, Fernando Pardo?
¿Por causa de qué concedieron entre gallos y medianoche una posición
desfavorable al Perú?

Hoy la prensa y los medios en general, presos de una pereza criminal,
se olvidan del pasado vergonzante y sucio de muchos individuos, como
el caso de Jorge Valdez, y los convierten en "referentes" que
pretenden dar clases de diplomacia, buena conducta, limpieza cívica y
los ponen a "escribir". ¿Qué clase de lecciones –de cualquier cosa-
osarían dar Jorge Valdez, Eduardo Ponce o Alfonso Rivero Monsalve?

¿Qué categoría de prensa es aquella que cobija a malandrines que sólo
han exaccionado al Fisco y mal representado al país que les pagó sus
múltiples viajes y eternas torpezas contranatura?

¿Se atreverá Jorge Valdez a negar que conocía un plano que debió haber
dado otro curso a los entendimientos entonces con Chile?".

Convalidando obsequios contra Perú

Allan Wagner en 1986 convalida en términos de construcción, lo que
Fernando Schwalb en 1964 aprobara en planos desde la Cancillería
durante el primer gobierno de Fernando Belaunde. Aparentemente,
durante los 50s, la diplomacia chilena tomó conocimiento firme que los
planos del remozamiento portuario de Arica enviados a Leguía en el
avión ibérico Cristo del Gran Poder estaban perdidos en Torre Tagle.
Tema que Valdez y la pandilla comandada entre otros por Fabián Novak
Talavera, ignoraron adrede con conocimiento de causa de su existencia.
¡Es decir obliteraron un documento fundamental en la negociación!

Entonces Wagner, en 1986 aprueba la construcción de acuerdo a los nuevos
planos inventados por los chilenos en 1964.

En 1993 los australes quisieron ganar mucho más con las Convenciones
de Lima, pero la resistencia en Perú fue férrea. Y las dichas
Convenciones fueron tiradas a la basura.

Los del sur, en 1999, se contentaron con ceder algo en cuanto a la
"administración" portuaria, pero ratificando la aceptación de ese
atracadero ridículo e inútil. Pero con una gran diferencia, UNA GRAN
DIFERENCIA, los "negociadores peruanos" de 1999 ya sabían, por vez
primera, que lo acordado en 1986 era algo distinto, y a pesar de eso
cerraron los ojos. Y encima concedieron servilmente que el atracadero
estuviera fuera de los 1575 metros dentro de la bahía de Arica y que
fue lo estipulado en 1929.

¿Hay posibilidad de excusar los achilenamientos de Pérez de Cuéllar,
Allan Wagner Tizón y del traidorzuelo bribón Fabián Novak Talavera,
que para colmo de sinverguencerías fue condecorado en 1999 por
"negociar" en nombre de Perú con Chile por esta última nación que
premió sus esfuerzos –nadie sabe si pagados o gratuitos- proditores y
desvergonzados?

¿Cree usted, amigo lector, que Wagner defenderá al Perú? Respondo: ¡ja, ja!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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