Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
5-10-2006
Neocolonización chilena
Por encima de banderías partidistas o cuitas de parroquias pequeñas
hay un hecho inconstrastable que va asomando su oprobiosa certeza con
el paso de los días. Sin guerra u ocupaciones, sin soldados físicos,
sólo con la fuerza disuasiva de miles de millones de dólares empleados
en la compra de armamento y en inversiones en múltiples redes de
servicios en Perú, el país del sur, Chile, está consiguiendo, gracias
a un gobierno de funcionarios acríticos, lo que no pudo en 1836 ó
1879: la neocolonización del Perú. En buena cuenta esto fue lo que
sostuvieron, combativamente, los señores Juan Sheput, Alan Fairlie y
Carlos Ferrero ayer al mediodía.
Ha escrito con vibrante lucidez, el embajador e historiador Félix C.
Calderón en previsor artículo, Constantes históricas en el
comportamiento vecinal de Chile, de mayo de 2005: "El teorema
geopolítico que los peruanos deben tener siempre presente es que Chile
ha visto al Perú, históricamente, como su enemigo natural. Y hacen muy
mal los panegiristas del entendimiento y la cooperación vecinal en
olvidar, soslayar o edulcorar este hecho irrebatible que es, además,
inconmovible, por lo menos mientras siga vigente la concepción del
Estado-nación. No es esto, obviamente, un reflejo de perdedor, como se
ha atrevido a decir un peruano de última hora, a causa sin duda de una
reflexión indigesta provocada por su conocimiento superficial de
nuestra historia. No. Ese teorema fluye fácilmente del análisis del
comportamiento histórico de Chile con respecto al Perú y nos da la
pauta de cómo es menester actuar, porque nunca es tarde, para que por
fin podamos encarrilar las relaciones vecinales sobre un terreno común
de mutuo respeto y ventajas recíprocas.
Antes y después de su existencia como república, Chile ha visto al
Perú como una amenaza y, por lo mismo, ha sabido encontrar su razón de
ser a sus expensas. Pero no ha sido el único. Simón Bolívar fue el
primero en trazar un designio geopolítico avieso contra el Perú,
epicentro ancestral de la gran nación andina (principalmente Perú,
Bolivia y Ecuador), usurpando Guayaquil y creando luego Bolivia. De
esta forma, fragmentó el espinazo andino y contrapuso por casi dos
siglos a sus pueblos. Años más tarde, el comerciante de Valparaíso,
Diego Portales, hizo el resto con un designio concordante, pero por el
sur, a fin de mantener la dependencia del comercio peruano de los
puertos chilenos. En suma, el Perú desde su nacimiento como república
tuvo que hacer frente al embate de dos pretensiones geopolíticas
adversas, por el norte y por el sur, además de la penetración
amazónica del imperio brasileño. Situación altamente desventajosa de
la que Chile supo aprovecharse con el tiempo para satisfacer sus
propias ambiciones."
Antes que en Perú se supiera exactamente qué era el TLC con Chile, una
delegación de parlamentarios sureños ya sabía del mismo y se solazaba,
en el Congreso peruano, de su conocimiento y supuestas ventajas. Es
más, como dijo Sheput, un alto dirigente agrario austral anunció que
sólo esperaban la ratificación de ese convenio por su Parlamento, para
seguir comprando tierras por aquí. Preguntarse qué ocurrirá cuando le
pidan al Establo peruano la conformidad que dé validez internacional
al mismo, no es sino arriesgarse a sostener que el gobierno incurrirá
en el ridículo más estentóreo porque tendrá que reconocer que los
legisladores sí tenían que participar en el asunto.
Cuando Chile nos lleva una ventaja en inversión de armamentos de
varios miles de millones de dólares, un ministro de "Defensa", dueño
de casas y propiedades que no puede explicar gracias al anuente
silencio mediático, nos habla de "seguridad cooperativa" y
"homologación de gastos". La gringada aquella no es más ridícula que
la homologación con empanada y vino tinto. La casta descastada del
traidor asoma por todos lados.
El señor Carlos Ferrero sostuvo que la administración Toledo no firmó
el convenio con Chile porque llegaron, dice él, mediante el análisis,
a que era poco conveniente. Por eso sostuvo que cuando Perú regala su
gas de manera oculta y casi en secreto, el asunto sí que va por mal
camino. Y no le falta razón.
Refiriéndose a las asimetrías evidentes con Chile, Alan Fairlie,
reiteró sus observaciones en torno a las desventajas de haber dado
enormes facilidades al vecino del sur y en cambio, no tener nada a
favor, o muy poco y exiguo.
El canciller García Belaunde, salido de la modorra permanente en que
viven, él y su nube de Torre Tagle, dijo que su administración prevía
ir a la Corte de La Haya para ver la delimitación marítima con Chile.
Ciertamente no olvidó decir, con entreguismo aborrecible, que éste no
era un tema para la cacareada reunión del 2 + 2 que pregona Wagner
Tizón, de vieja y recurrente estirpe chilenófila. Es decir: todos son
del mismo corte felón.
Reducir las críticas a un inexistente antichilenismo, no es más que
una vieja estratagema ¡precisamente! de quienes son regalones de lo
que no es suyo, de esos peruanos bamba o impostados desde los dólares
que compran conciencias y posiciones en la sociedad, de esos traidores
perennes a quienes no importa la tradición ni la historia y mucho
menos la sangre de los mártires o el designio de país central en
Latinoamérica, de horizonte irrenunciable, que tiene Perú, hecho que
bien saben nuestros vecinos y por eso vienen masivamente. En cambio,
confirmar, el entreguismo actual, sin vergüenza ni ápice de estrategia
de ninguna clase, es un cargo tristísimo pero real que habrá de juzgar
la historia. Y ésta no tiene porqué ser demasiado lejana.
Han hecho bien Sheput, Fairlie y Ferrero en denunciar el delicado
momento que padece el Perú por culpa de irresponsables y aventureros a
quienes hay que señalar por calles y plazas como culpables de esta
neocolonización. ¡Vergüenza!
Bien ha advertido desde la cumbre invicta de casi 83 años el maestro y
patriota Alfonso Benavides Correa: un país desarmado no es garantía de
paz, un país desarmado, es una presa apetecible. Y con más modestia
digo yo: ninguna inversión o tanque o los quintacolumna bien pagados
con oro foráneo, serán capaces de superar a la idea irrenunciable de
hacer del Perú un país libre, justo y culto, madre y no madrastra de
sus hijos. ¡Amén!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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