Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
6-3-2024
Seducción presidencial
https://senaldealerta.pe/seduccion-presidencial/
¿Qué sortilegio o embrujo posee la presidencia de un país?
Algunos matan a los suyos y a los ajenos, por alcanzarla. Golpes de Estado,
trampas aviesas, crímenes mil desde esa plataforma, se han cometido desde que Perú
alcanzó el grado simbólico de República, el 28 de julio de 1821, cuando San
Martín proclamó la independencia con medio país ocupado por los españoles.
El sueño angurriento, el clímax estentóreo del político
hambriento, constituye llegar a la primera magistratura. Y fulanos y menganos
de la Corte de los Milagros criolla, atizan el fuego, porque en el reparto
serán beneficiados por angas o mangas.
¿Tiene poder realmente un jefe de Estado? Personifica a la
Nación dice la Carta Magna, pero no puede dejar de reconocerse que algunos de
los que estuvieron en el cargo, constituyen máculas indigestas del peor gusto y
de la más grande indignidad.
Unos han sido claudicantes y mediocres y otros rateros
vulgares y exaccionadores de la cosa pública. Y uno, para huir de sus
responsabilidades e investigaciones penales, optó por el suicidio vulgar y
escape apóstata.
La historia o crónica escueta de los últimos 20 años se
resume: rateros, deshonestos, caraduras sin la más mínima vergüenza. En la
cárcel o a punto de entrar por larga temporada.
En otro trabajo, ¿Poder?
¿cuál poder? https://bit.ly/3V8vTtp ,
afirmamos:
"A menudo, con la fragilidad que surge de una criminal
ignorancia, a veces adrede, se confunde poder con gobierno. El cuento del
sistema democrático contribuye en no poco a esta falta de claridad porque se
enmascara un comicio como la muestra feliz y sublime de la “expresión
ciudadana”.
Cuando el hombre común y corriente debe escoger, lo hace
entre ilustres desconocidos, no pocos payasos o conocidos demasiado viles y
corruptos. Por tanto, la democracia no sólo no se renueva sino que vulgariza su
contenido, lo empequeñece y torna cualquier cosa menos un ejercicio cívico de
profilaxia social.
Cualquiera llega al gobierno y ejemplos recientes y vigentes
hay múltiples. El poder mayestático, insolente, fuerte, está allí, mandando por
encima y con todas sus correas de transmisión.
Nuestros esquemas productivos no se deciden en Perú. Los
planifican y seleccionan poderes foráneos.
¿Poder? ¿cuál poder?
Las más de las veces, los que llegan al gobierno tan sólo
administran la hacienda para los poderes. Detrás de un sillón con mando
aparente, hay otros que cotizan nuestra moneda, nos definen como riesgo país,
nos colocan como despensas gasíferas, energéticas, acuíferas o minerales de sus
logísticas unipolares y que están tomando las previsiones contra el inevitable
dragón chino que despertó con furia multitudinaria y procurando que América
Latina sea un patio trasero funcional y engrilletado a Estados Unidos a través
de TLCs, tratos bilaterales, Planes Colombia, etc." Y no hay nada de lo
que debamos desdecirnos.
No obstante lo antedicho, el ciudadano común y corriente,
para quien la presidencia o hasta el más mínimo y modesto empleo en la cosa
pública está casi vedado de por vida si no pertenece a las pandillas electorales,
la presidencia tiene ribetes mágicos.
Son miles los oficios, cartas, emails y documentos que
llegan a diario a la oficina administrativa de cualquier presidente. La magia
del cargo, el encanto seductor de una responsabilidad, es creación popular que
atribuye virtudes resolutivas a quienes son simples administradores del poder
que se maneja en alturas multinacionales y millonarias. Aquí se reparten las
migajas.
Para miles, su sueño de opio es ser presidente del Perú.
Gran parte de esos millares no califica ni para mozo de quiosco modesto. A
menos que ser claudicante, concesivo, ramplón y gárrulo signifiquen
"virtudes" de nuevo cuño y "méritos" para serlo.
Un país no se construye con candidatos que dicen algo en
campaña y una vez en la presidencia y abrazados por el poder real y cruel de
ultramar, se entregan anuentes al diktat que emiten los que mandan realmente.
La aberración podría graficarse en la criolla sentencia: una cosa es con
guitarra, otra con cajón.
En Perú el presidente no debe ser palurdo, bocatán,
deshonesto y ratero, como tampoco un aprovechador de los dineros del Estado
para fines egoístas prolongadores de nuestros seculares males de corrupción y
molicie social.
Y las nuevas generaciones deben exigir todo esto y
pulverizar a los réprobos con la muerte civil vitalicia”.