Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
24-5-2023
¡Miopía y ceguera por todos lados!
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Nuestros políticos o quienes se llaman a sí mismos como
tales, carecen de visión constructora de civilidad.
No conocen el Perú y su miopía es atroz. No ven más allá de
su nariz.
Están huérfanos de un horizonte por más años que los de su
mandato y su falta de cultura para el diálogo, la polémica y el contraste de
ideas, genera que la sociedad civil los rechace sin mayor distingo.
El grito de ¡Que se vayan todos! merodea calles y plazas,
cruceros y avenidas del Perú.
Algunos bobos, atrincherados en forma precaria en el
Congreso, pretenden un descalabro a la carta: siguen en funciones los
legiferantes en coexistencia “pacífica” con el gobierno de doña Dina Boluarte.
De un universo de 130 representantes, no menos de 120 son
parte de esa mazamorra indigesta que la gente repudia.
El pacto tácito y factual cuanto que descarado, se repite a
cada momento.
Días atrás la presidente Dina Boluarte pronunció acongojadas
palabras por la muerte trágica de una mujer policía en Puno. Pero hasta ahora
no hay investigación, castigo a los responsables por las muertes de más de 70
peruanos a balazos.
Las marchas y sus protestas de hace pocas semanas amainaron
su eficacia. El gobierno maneja el aparato del Estado y cuenta con recursos
ingentes.
¿Por qué no hay escuelas de gobierno en los mal llamados
partidos? La taifa electoral y la angurria pasajera domina el minúsculo
cerebrito de quienes creen estar predestinados a manejar el destino de 32
millones de peruanos.
El resultado no puede ser más clamorosamente horrible: la
gente abomina de la política y no quiere comprometerse con nada.
Pero así, se deja el país a los pícaros, atorrantes, analfabetos
funcionales y rateros que sin distingo mayor, sólo manejan las uñas largas para
negociados y componendas. Claro que con el dinero público.
¿Cómo se fiscalizan los abusos mil que se cometen en los
poderes públicos? Por ejemplo, el Judicial, con libramiento de medidas
cautelares absolutamente abusivas que involucran a personas ajenas al problema
puntual.
¿Y cómo se corrige con reparaciones integrales, toda la
maraña de atropellos que se cometen por jueces o salas que reciben la
influencia poderosa de estudios de abogados tramposos?
Más que usuario judicial, el peruano de a pie, cuando cruza
el umbral de cualquier sala, está condenado a las angustias más atrabiliarias
posibles. En lo penal, con amenaza de cárcel. En lo civil, con enajenaciones o
embargos.
¿Quiénes aceitan estos mecanismos en que el poder, no la
justicia o parsimonia, inclinan los fallos hacia los más angurrientos?
El inaceptable caso de las empresas de comunicaciones merece
algunas líneas. Cortan el servicio y para su reparación, pueden pasar meses. Lo
que no demora y llega puntualmente es la factura mensual. Si se olvida honrar ¡le
quitan el servicio!
La tecnología tiene un lado perverso. Uno habla con robots
que responden para lo que están programados. Si alguien tiene cuestionamiento
alguno distinto ¡ni imagine! que le van a entender, simplemente ¡se apaga la
comunicación!
Una de esas empresas no suministraba, a pesar de múltiples
reclamos, la línea pagada.
El cliente, harto de esperar, se cambió de firma e hizo uso
de la portabilidad telefónica.
¿Adivinen qué ocurrió? Empezaron por decenas las llamadas
del antiguo proveedor con ofertas al 50%, descuentos especiales para la compra
de celulares, la creación de tratamiento especial y demás bobadas.
Más de una vez me acordé del refrán: después de burro muerto
¡pasto!
Dos escenarios más o menos muy comunes para graficar la desesperanza
que llena el menú cotidiano de los usuarios.
¿Y hay alguna alternativa política?
Perú no atisbará una solución parcial eficiente,
precisamente por no abarcar el universo completo: venta y pos venta, atención
al cliente, honra del pago que hace el usuario.
Tiene que existir la suerte que mentes lúcidas se pongan de
acuerdo en un plan mínimo de metas comunes para el país, por 10 años y ¡fuera
los golpistas de todo signo!
Los jóvenes necesitan ideas y estímulos, para ponerlas en
práctica con la garantía de un porvenir fuente de recursos y también de
compromiso con el Perú. ¿Por qué se van muchos nuevos profesionales a buscarlo
en otros países?
El éxodo no es peruano, en toda Latinoamérica hay hambre de
puestos de trabajo y los países que sí piensan, no dudan en aprovechar todo ese
talento y les extienden visas de trabajo, acceso a bancos y préstamos para
casas y autos y el resultado es obvio: la “exportación” de jóvenes hábiles
produce riquezas en sus destinos y no en sus tierras originales.
La aguda ceguera política mata tanto como cualquier epidemia.
Hace 203 años que tenemos esta bronca.