Friday, October 28, 2016

Luis Banchero: el pez dorado

Luis Banchero: el pez dorado
por Jorge Smith Maguiña; kokosmithm@hotmail.com

28-10-2016

Esta nueva entrega del chimbotólogo Pedro Miranda, complementa su obra publicada hace dos años sobre "Moncada: El Profeta de la ecología". Es una segunda parte del abanico de personajes emblemáticos de esa fascinante época que fueron los años 50 y 60 en Chimbote. El ascenso vertiginoso de Luis Banchero y su pronta desaparición en una situación impredecible y de proporciones trágicas, hace más veraz que nunca, aquella máxima que suele volver en los mitos griegos, y que es que cuando los dioses aman a alguien le dan virtudes y habilidades en demasía para triunfar en la vida pero a cambio de eso se los llevan jóvenes.

Con la curiosidad de un dentista que quiere ver todos los detalles de una dentadura, Miranda que es odontólogo, indaga sobre esos años a través de estos personajes tan disimiles como lo fueron Moncada y Banchero. Ambos personajes tenían una diferencia de edad de solo 6 años o sea prácticamente pertenecían a la misma generación. Los dos coinciden en Chimbote en un momento cuyo telón de fondo era el boom de la pesca. El puerto vivía en un frenesí de crecimiento económico como el que años después se experimentó en el emporio textil de Gamarra en el distrito de La Victoria en Lima en los años 90. Si en los 50 ó 60´s en Chimbote o en los 90´s en Gamarra, llegabas con un espíritu emprendedor, las ideas claras y objetivos precisos, podías hacer en pocos años dinero para el resto de tu vida.

En los dos extremos de la escala social estaban, en el caso de Chimbote, Luis Banchero, el rey de la pesca, el visionario empresario y por otro lado, el humilde pescador. El uno había nacido en la vecina región de La Libertad y el otro en la sureña y fronteriza ciudad de Tacna. Ambos tenían el gusto del mar y la hermosa bahía de Chimbote fue el escenario inicial de muchos de sus sueños. El pescador Moncada era hábil con sus manos para reparar todo tipo de redes y para reciclar objetos y sin duda para filetear pescado y por otro lado, Banchero era hábil con sus ideas y proyectos para hacer todo tipo de negocios a partir del pescado, ya sea como producto para consumo directo, como harina, como conserva o como fuese. Como cita la obra, muchas veces se le escuchó decir al empresario," En el mar no hay que arar, solo hay que recoger". 

Luis Banchero sabía recoger el fruto del mar, pero más que eso, generar riqueza a partir de un insumo natural, comprando pescado a buen precio al filo de la madrugada, llevando pescado hasta Lima para venderlo a mejor precio, o en otro caso, ya procesado como harina, venderlo a los mejores precios o como conserva haciendo que el producto llegue envasado a los más recónditos lugares del país. Desde joven no era un simple empresario pesquero sino una máquina para proyectar estrategias de cómo comercializar ese insumo en apariencia inagotable. Cuando tenía solo 26 años ya era propietario de varias lanchas y se perfilaba como dueño de una fábrica. Creativo como ninguno, ideó toda una red de empresas complementarias para así aminorar sus costos en muchas áreas de la industria pesquera, pues la pesca es una actividad que tiene múltiples matices y negocios aleatorios que sólo puedes percibirlos cuando estás en la cúspide. Así el empresario llevó el negocio pesquero a una capacidad de producción de proporciones inesperadas, haciendo que al Perú se le respetase como productor mayor de un insumo como la harina de pescado, que directa o indirectamente, servía para elaborar muchos productos por su altísimo contenido proteico.   

Es cierto que la vorágine extractiva de esos años, creó las consecuencias ecológicas en la bahía chimbotana, y sobre la cual, en el peor caso, solo podría imputársele al empresario una responsabilidad compartida. De haber tenido más tiempo de vida un hombre visionario como Banchero, hubiese tomado conciencia del daño colateral que genera la actividad pesquera y sin duda con su capacidad de liderazgo en el sector, hubiese incentivado el uso de sistemas de producción que hubiesen reducido la contaminación ambiental o marina y, sin duda, apoyado estrategias globales de descontaminación de la bahía. Pero la historia fue otra, y con su trágica y temprana desaparición, la anarquía reinante en la extracción pesquera continuó y, por ende, también la agravación de la contaminación que sufrimos hasta ahora. Banchero era definitivamente otro tipo de empresario, un hombre visionario, que ya intuía que el pescador y en consecuencia el habitante chimbotano, difícilmente iba a poder coexistir por siempre en una situación contradictoria, en la cual la fuente de su trabajo que era la pesca, fuese también la causa de una catástrofe ambiental. Con Banchero vivo, otra hubiese sido la historia.