Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
25-9-2022
¿Partidos, clubes o mafias?
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En Perú no existen
los partidos políticos. A lo más son clubes electorales listos para infestar el
aparato administrativo del Estado que vive de los impuestos que paga un grupo
de ciudadanos.
Es decir, sus intereses
son puntuales, pequeños, miopes, circunscritos a las ansias de vivir bien sin
trabajar y de hacerlo, acometen nichos diminutos y con socios que no sueltan
los mandos o los reconocimientos legales que surten de sinecuras y dineros.
¿Se entiende el por
qué de las prisas en reinscripciones que aprovechan la buena voluntad de los militantes
que aún conservan la ilusión de años pasados en las calles y en la algarabía de
propósitos cívicos?
Las mafias practican
el secretismo y la omertá (ley del silencio), unos pocos tienen la clave de las
ventajas y granjerías que negocian en base al espacio que cada quien pueda
demostrar. ¿No hemos visto “manifestaciones” hasta ridículas pero con
banderolas, camisetas y respaldo de prensa muy bien pagada para vitorear a
anticarismáticos individuos con largo prontuario en la vida pública?
¿Vio usted a alguien
de los partidos, clubes o mafias, presentar su tesis razonada y fundamentada en
torno a la adhesión del Perú a la Convención del Mar de Naciones Unidas?
Respecto del Acuerdo
de Escazú ¿observóse adalides responsables de ilustrar a las masas de qué se
trata?
La tarima política
peruana es de una pobreza conmovedora. Un día en la accidentada Plaza Bolívar,
se dedican a planes para la vacancia del presidente Castillo. Y ¡oh sorpresa!
al día siguiente también.
Las crónicas sobre el
bicentenario del Congreso fueron transmitidas por piedad, no por mérito o
porque haya algo que celebrar del Parlamento.
Las realidades a que
paso revista sirven para enderezar un reto a las patotas políticas peruanas:
¿existen como tales o son sociedades simpáticas de beneficencia para los
escogidos y amigos de estos? En buena cuenta, ¿están los partidos, partidos en
mil y un pedazos inconexos, carentes de un proyecto doctrinario y menos ideológico
en cuanto al Perú como tal y como trabajo político en Latinoamérica?
Si las agrupaciones o
colectividades no tienen opinión sobre temas sustancialmente difíciles y
ríspidos como el tema de las fronteras con cinco países en un mundo
globalizado, ¿qué esperan para hacerlo? A menos que, sería lamentable, la
globalización también haya enajenado el cerebro de los líderes que ahora creen
que las inversiones solucionan todos los problemas. Y el dios Mercado compone
todo.
Puede parecer un
retintín común y cotidiano. Pero su gravedad es inocultable. A pocos días de la
elección de alcaldes y gobernadores regionales hay aspirantes de cuya
ignorancia y estupidez no hay la más mínima duda.
¿Y dónde están los
intelectuales? No pocos son alabarderos de ONGs (organizaciones no
gubernamentales) y viven ¡precisamente! de no pelearse ni cuestionar al
sistema. ¡A lo más consultorías deleznables, llenas de palabrería y que suman
toneladas en los sótanos de los ministerios!
En Perú hemos
inventado realidades y reemplazado la obra sólida y perdurable por el discurso
plazoletero y demagógico de embusteros que a la hora suprema optaron no por el
derrotero heroico de pelear por sus convicciones, sino abandonar la pelea y
portarse como cobardes.
¿Y los jóvenes?
¿Nuestros sucesivos Estados y gobiernos, pueden garantizarles que tendrán
futuro para emplear lo que aprendieron en las universidades y si son
nacionales, tanto más que obligatorio el Pacto con el Perú?
Años de años
exportamos talentos que vienen de visita al Perú. ¿Ha visto a algún partido,
club o mafia que reclame a esos profesionales la deuda con nuestro país?
Las borrascas de una
nación conformada de manera desarticulada debe terminar. Y hay que empeñarnos
en la tarea de forjar un Perú justo, culto y libre.
Recordemos al Hamlet
de Shakespeare: to be or not to be. That is the question!