Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
16-3-2024
Soberbia del bobo político
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Bobo:
tonto, falto de entendimiento o razón.
Menudean en
los clubes políticos, alias partidos, bobos o tontos de capirote que se han
tomado a lo serio, muy mucho, la especie electoral del 2026. No sólo eso:
comienzan a sentirse candidatos y cualquier pretexto sirve para sus
aspiraciones.
Engolan la
voz, abotonan el saco, inventan agendas sociales (como si el avatar político,
no fuera eminentemente social) o imitan a bufones que sí tenían cualidades
histriónicas.
Que tan
destruida está la política en Perú que hay quienes invocan –o gestionan que
otros lo hagan- su parentesco como vía rápida para alguna candidatura
presidencial. ¡Sin ninguna posibilidad salvo la de servir a los sectores
poderosos y explotadores!
Es decir,
los lazos de sangre, que uno no escoge, fletan “planchas” o adefesios para
representar alguna payasada el tan mentado 2026.
Lo que es
peor consiste en que onanistas de cuarta o quinta categoría pretenden repetir
el plato en el escaño, la alcaldía o gobernación ¡aunque sea de portapliegos!
porque conlleva sueldo fijo y relaciones públicas de alto nivel, léase: tráfico
de influencias.
La soberbia
para no leer el alma e interpretar el sentimiento íntimo de los peruanos aqueja
a la casta política y económica. Ve lo que desea mirar y oye cuanto le conviene,
su mediocridad es abisal y su estupidez miope le hace pronunciar cualquier cosa
y olvida que un país requiere, como un avión para no capotar, de derecha,
centro e izquierda y un proyecto nacional en que todos estén absolutamente
convictos que a Perú no lo engrandecen minorías ensoberbecidas o supuestamente
iluminadas. El Perú es de todos los peruanos.
Los
llamados tecnócratas se refugian en el azul de las cifras procurando con
disimulo hipócrita revelar ¡para quién o quiénes es el beneficio de esos
guarismos! Y se camuflan como periodistas o analistas pero olvidan siempre,
revelar quién les paga el salario para que digan lo que dicen.
Los
partidos políticos no existen en Perú. Los clubes electorales sí. La regresión
al civilismo de ron y butifarra averguenza. Del partido-escuela, semillero de
líderes y adalides para la pelea de alto nivel, sólo hay usinas de mercenarios
compra-votos y según el que alquile sus servicios.
La soberbia
disloca al bobo político, indigesta y envanece al pelandusco y le convierte en superlativo
agente de la barbarie. Es hora de enfrentar con ideas, planteamientos, actitudes
definidas y ambiciosas, la estulticia que nos ronda insolente e ignara.
¡Palabra de honor!
Posiblemente
las agrupaciones inscritas legalmente sean más de 40 ó 50. ¡Ninguna de ellas
tiene firme ligazón con los de abajo (Mariano Azuela) y forman parte de un
confuso coro que reclama pero no dice cómo, con qué recursos, con qué alianzas
y cuáles sus estrategias geopolíticas.
El bobo político
no es tan inocente como parece. Perpetúa un diseño insuficiente y venido a
menos como ha sido estos últimos 40 años, la democracia electoral. Por mil y un
razones.
Esta
democracia sólo la pueden sufragar quienes invierten millonadas en propaganda
televisiva, radial e impresa. Los desplazamientos tienen costos muy altos y el
pago de los operadores es otro filón abultado en cualquier presupuesto.
Por tanto,
casi siempre, para conquistar el voto preferencial, el aspirante apunta con
todo porque luego recuperará su inversión con el vil tráfico de influencias.
¿No hemos visto en el Congreso actual que los propios legiferantes saben
quiénes son los “mochasueldos”? Dios los cría y ellos se juntan. Y protegen.
A confesión
de parte, relevo de pruebas.
El sistema
obsequia placebos para que el lumpen se entretenga y no agite el gallinero. El
opio de ser funcionario marea y obnubila. Los más idiotas se creen sus propias
mentiras y las propagan por redes sociales.
Umberto Eco
advirtió que Internet era una madriguera para toda clase de solitarios o
auto-creyentes de su fe inefable y rectilínea. Porque así lo anuncian, así
tiene que ser lo que advierten, de suerte que se falsea la historia y se
tuercen conciencias.
¡Peor aún,
hay quienes, en inútil como ridículo afán, pretenden hacer mártir a quien sólo
se pegó un tiro, y no reparan que lo único que el pueblo nota es que ese
imperio de mentira, agio, falta de cultura y honradez, se ha traducido en la
ausencia del respaldo popular.
Los bobos
políticos son en su mayoría carneros sin mayor luz ni idea, son parte del
lumpen o turba urbana, pero hay otros que sí son agentes del sistema, lo hacen
adrede y su accionar navega por el viejo dicho: a río revuelto, ganancia de
pescadores.
¡Atentos a
la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos
al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos
el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el
talento salvará al Perú!