Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
20-1-2001/Liberación*
¡El aprismo es aprismo, no alanismo!
Hay razones potentes y sobradas para distinguir la doctrina
creada por Haya de la Torre, el aprismo, de la degeneración de logreros que una
vez instalados en la maquinaria estatal, trocaron en expoliadores y
comisionistas de todos los negociados posibles. El mandato se convirtió en la
maldición que previó Víctor Raúl en su carta desde San Lorenzo el 3 de octubre
de 1923 cuando admonizaba contra los que
hacen de la política vil negociado culpable. Y así ha sido y hay
responsables que obedecen no a los llamados ideológicos y sociales sobre los
cuales se construyó un partido que antaño fuera señuelo, jaculatoria y trompeta
de lucha contra los poderosos y que en los días actuales pelea contra una
agonía, no sabemos si unamuniana, o terminal. El alanismo, la exaltación o endiosamiento en singular de un personaje,
el Midas al revés de que habla César Hildebrandt, es una tara envilecida y
oliente a los peores vicios de la tragedia del pisco y la butifarra. Sus
protagonistas, mercenarios a quienes se paga los servicios para mantener la
impostura y la farsa. En aquel sainete brilla el dinero que compra conciencias
y abate pobrezas, pero ausente está el proyecto histórico, la lucha por la soberanía
geopolítica que no tiene sustento sin soberanía popular ni identidad nacional
con ideas claras, revolucionarias y democráticas. Lo escrito en Liberación
antes que envejecer retrata pioneramente lo que la ciudadanía critica: la corrupción. Nadie puede confundir
alanismo, episódica trapisonda capaz de mangonear cualquier congreso o cita
partidaria con el antiguo edificio que Haya construyó. Leamos. (1-2-2010)
20-1-2001/Liberación*
Uno de los contrabandos
más eximios, de esos que parecen verdad pero son más bien aparentes que reales,
ha sido la especie que pretende mimetizar al aprismo con la carrera particular,
personal, absolutamente angurrienta de mando del señor Alan García Pérez, ex
presidente del Perú, durante el bochornoso, por aventurero, quinquenio de
ejercicio gubernativo entre 1985-1990. Así, la noche de 1992, cuando la fuga
del Mozallón por los techos, tras una incómoda estancia en un barril sin agua,
hacia Colombia, se estudió bien el destino. Entre 1949-1954, Haya de la Torre fue inquilino forzado
de la Embajada
de Colombia porque la dictadura odriísta lo mantuvo virtualmente preso. Pero
Víctor Raúl fue creador de una doctrina con atisbos audaces de propuesta
latinoamericana. Al conjuro de su voz y de su formidable presencia moral, las
multitudes encaminaban sus protestas, entonaban sus cantos, marchaban a la
revuelta, morían frente a los paredones o se pudrían en las ergástulas. Eran
los tiempos en que el destino de una buena parte de peruanos era: encierro, destierro, entierro.
Todas las veces que se
pretendió encontrar máculas en la vida de Haya, el tema agonizó por su propia
debilidad. Víctor Raúl fue un hombre honesto, limpio. Hizo presidentes y nunca
llegó a la presidencia. Consagró parlamentarios y la única vez que llegó a
ocupar una curul fue cuando el octogenario arribó a la Presidencia de la Asamblea Constituyente
entre 1978-79 y cobró como sueldo apenas S/. 1.00. Murió en casa fraterna pero
prestada. Su riqueza la constituían libros con dedicatorias de personalidades
mundiales que brindaron su amistad al líder aprista, entre éstos: Bertrand
Russell, Albert Einstein, Alberto Moravia, Romain Rolland, León Trotski, André
Breton, Ho Chi Min, Ben Gurion, George Lansbury, Walt Whitman, Alfredo
Palacios, Lázaro Cárdenas, José Batlle, Arturo Alessandri, Pedro Aguirre 7Cerda,
Salvador Allende, Germán Arciniegas y decenas sino cientos más; sus recuerdos
de batallas y, obviamente, su legado más extraordinario: un partido con fe y
disciplina dispuesto a la lucha revolucionaria por el poder. Su pecado más
conocido fue creer en el pueblo, liderarlo y como el Moisés del Monte Sión
atisbar la tierra prometida y no llegar porque un 2 de agosto de 1979 se quedó
en el camino para entrar a los fastos de las glorias democráticas.
A la inversa, al ex presidente
García se le critica por su presumible falta
de honestidad. He sostenido que nunca se llegará a probar nada porque para
eso han estado y están los famosos integrantes de la lacra abogadil, esa que
limpia fachadas y remoza currículos. Pero ¿hay acaso algún problema ideológico
en este aspecto? ¡No! Existe, la presunción de faltas cometidas, yerros contra
la honradez y repartijas que favorecieron a cenáculos privilegiados y sumamente
oligárquicos. El partido que se había pasado cinco décadas luchando contra los
grupos minúsculos de poder, una vez aupado en el mismo, saltó la barrera de la
vergüenza para trabajar por los menos y no para los más, como reza la
antidemocracia. Entonces el Perú se convirtió en el paraíso de la inflación, de
las importaciones hechizas, de las coimas, de los arreglos entre compadres, en
la feria de disparates al por mayor y ¿acaso no era AGP el gran promotor, por
defecto o por cociente, de estas maniobras vergonzosas y vergonzantes? ¿No fue
el Perú entre 1985-1990 un gran desmadre y despelote por culpa de su
desgobierno?
Sostengo que aprismo es aprismo y alanismo es
cualquier otra cosa. Básicamente, creo que el proyecto de AGP es válido para su
instinto de animal político. Sin poder mandar o tener a quienes someter, AGP,
es como pez fuera del agua. Su elemento es la política. El poder por el poder.
En su encuadre organizativo no interesan para nada la estructura del Estado, ni
el juego de los poderes. Mucho menos quiénes los protagonistas ocasionales de
los enjuagues. Por ejemplo ¿ha cambiado AGP de fichas para su manejo interno?
¿No siguen siendo Jorge del Castillo, Mercedes Cabanillas y algún otro, los que
hablan por él, le defienden y ahora anuncian su retorno? ¿En qué ha cambiado?
Yo diría que en nada.
Tampoco se puede esperar
mucho de los antecitados, ellos se conforman con un puesto muy bien rentado en
el Congreso. El pueblo es sólo un buen pretexto para los discursos. Lo que sí
interesa y bien vale no una sino cientos de misas, es la sinecura de un puesto
parlamentario, el sueldo de asesor en cualquier dependencia pública, la buena
pro para obras que pagan las entidades públicas. ¿Cambio, revolución, ideales?
¡Pamplinas! ¡Eso está bien a la hora de la candidatura! ¡Una vez en el puesto,
lo negro troca en blanco y viceversa!
El aprismo de Haya de la Torre insurgió a sangre y
fuego en tiempos en que una oligarquía cerril usó por décadas a los militares
como perros guardianes de su poder omnímodo. Cuestionó el status quo y procuró
el poder, a través de elecciones y también por la vía revolucionaria de la
revuelta y la conspiración. Querían el cambio, aspiraban a un país mejor y con
menos desigualdad. El norte de sus ambiciones pasaba por la democrática
convicción de saberse limpios para irradiar una atmósfera diáfana desde los pagos
del poder. Fue la epopeya de un pueblo y de un partido. Miles murieron y
dejaron parte de su vida en la lucha política y ésta encarnó en una religión
que hasta hoy canta una Marsellesa emocionada y hasta con lágrimas. Y cuando se
creyó llegada la hora de la gran transformación en 1985, advino un mozallón
dotado de una innegable facilidad de palabra pero que hizo todo lo posible para
destruir la forja que cientos y miles de héroes habían apisonado con sus vidas.
Afirmo que AGP es mejor
candidato que gran parte de sus contendores en la lid presente. Porque los
demás son muy malos y pusilánimes. No ha empezado la campaña y ya demuestran su
terror a los discursos invariables de quien no ha aprendido nada. Cuando Jorge
del Castillo sostiene que AGP ha asimilado de su experiencia en el “exilio”,
uno tiene que reírse a mandíbula batiente. ¿Es afuera o aquí donde queman las
papas? La mediocridad inefable de
Castillo sólo es superada por su propia estupidez de abogado complaciente pero
tenaz en su curul de parlamentario.
Concedamos con generosidad
otra exégesis. Que AGP haya mensurado bien sus años de ausencia y entonces eso
lo impulse a reorganizar al partido para las contiendas próximas. Eso
significaría que el Apra entrara en una profunda catarsis y autocrítica y que
bote a patadas a gran parte de su dirigencia coludida con la irresponsable
gestión entre 1985-90.
¿Pero, no sería AGP el primero en pedir perdón por la
inmensa culpa que a él le toca admitir? Si lo hace, enhorabuena. Y entonces, se impondría el deber
de la gran convocatoria a todos los que en algún momento fueron parte de la
militancia y hacer que la fraternidad, esa que instituyó con gran habilidad
Haya, fuera el instrumento reunificador de una gran corriente nacional,
popular, revolucionaria, en síntesis, moral. ¿No sería de este modo, una chance
para que el Perú retornara al sistema de los partidos? ¿Y entre ellos uno, con
bases nacionales, líderes limpios e inmaculados, dispuestos a luchar contra el
status quo?
El proyecto personal de
AGP sólo lo sabe él mismo. Quienes hablan por él lo hacen digitados como
muñecos a larga distancia. Ninguno puede parársele al frente porque carecen de
madera, son sólo espantajos que pueden lograr la supervivencia política al lado
de AGP, contra él son menos que ceros. Sin embargo, el aprismo como doctrina,
discutible y hasta como forma de comportamiento cívico, es el aprismo de los
mártires de Trujillo de 1932, de los insurrectos de 1948, de los hombres y
mujeres anónimos que vivaron a su movimiento y a su jefe invicto.
Mi homenaje a los viejos y
a los nuevos apristas. A ellos el reconocimiento porque creen en algo. En un
país en que ya no se puede creer en nada, merced a la rufianesca raíz de sus
gobernantes, emociona profundamente ver cómo ellos pelean por lo que creen una
chance y un derrotero. Ojalá que sepan a
quién confían sus destinos y que el período 1985-90, no repita su paso de Atila
Negro por el Perú, porque entonces, no habrá poder humano y menos divino que
recomponga a la esperanza que fuera la ilustre creación de Haya de la Torre.
Amén.
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*Liberación, dirigido
entonces por César Hildebrandt. Vuelta a publicar el 1-2-2010 en la Red
Voltaire http://www.voltairenet.org/article163796.html