Informe
Señal de Alerta
Herbert Mujica Rojas
7-4-2022
Diario Uno
¿Se repite Chile 1973 en Perú 2022?
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El tumultuoso y trágico 1973 dejaría sangre y horror en todo
Chile. Los vientos de fronda aparecían en todas partes y el “tancazo” del 29 de
junio de entonces, aceleró definiciones letales contra el gobierno de Salvador
Allende elegido por el voto popular.
La huelga de los camioneros muy bien financiados por dinero
foráneo y desde octubre de 1972 habían puesto en muy serios aprietos a la
administración de Chicho Allende.
Las trifulcas entre partidarios de la extrema derecha,
cerril, fanática, ideologizada en el conservadurismo más abyecto contra los
partidarios de la Unidad Popular se daban a diario y en cualquier calle de todo
Chile. Unos y otros hicieron gala de una “cultura política” muy plena en citas
y referencias estudiosas, pero ambos no midieron o lo hicieron mal, el poder de
fuego y estrategia del sector militar que a la postre barrió a sangre y fuego a
los que fueron parte del bando perdedor que, como es sabido, costó la pérdida
de miles de vidas humanas, abaleadas, asesinadas en las calles,
detenidos-desaparecidos y una profundísima división que mantiene sus ríspidos
filos en Chile.
Así comenzó el golpe de Estado que concretó su aleve
traición el 11 de setiembre de ese año 1973.
Los paros de transportistas venían anunciándose desde hace
semanas en Perú. El gobierno no tomó acción, ni midió las consecuencias, hizo
tabla rasa de los principios fundamentales de no enfrentar la ira popular
arropada por justos reclamos contra precios muy caros y agravada por una
inesperada guerra entre Ucrania y Rusia.
¿Puede llamarse culta a nuestra derecha nativa tan racista y
despreciadora de quien no ostente su color o posición social? Tengo muy
subrayadas sospechas que eso es imposible. Los conservadores en Perú no aspiran
a una república igualitaria. Desean fervientemente que no les muevan el
avispero para que sus negocios tramposos de vivir con dinero del Estado, con
pagos mañana, tarde o nunca, pasen como desapercibidos y que se mantengan los
puestos fundamentales de la nave del Estado en manos de sus cófrades, amantes,
tíos o padrinos. ¡No puede haber “Perú” de otro modo!
La izquierda o lo que así se llama tuvo la oportunidad al
llegar el gobierno del presidente Pedro Castillo, pero todo indica que esa
chance la está desperdiciando de una manera insólita por una gestión pésima,
inoportuna, capaz de aupar a pícaros en la burocracia pero inepta hasta para
escuchar los reclamos de los maestros que se van a la huelga en pocos días más.
Quien crea que esto no tendrá consecuencias muy duras, se
equivoca. Para muchas personas este es un régimen de “izquierda” aunque de tal
signo carezca de forma y fondo en cualquiera de sus vertientes ideológicas o
doctrinarias. En realidad es una administración muy polémica y con una notoria
ineficacia en la gestión de la cosa pública. Hasta ahora los errores superan en
muy mucho, el balance de las acciones correctas. Y de eso aprovechan todos los
operadores del sector conservador.
¿Será posible un golpe de Estado de algún sector militar en
Perú? No pareciera que al momento de escribir este informe las grandes empresas
mineras o industriales, caracterizadas por poseer una tributación privilegiada
y a la medida, hubieran convencido a sus matrices de esa necesidad castrense y
de rigor. La administración Biden no se inclinaría por una “solución” a sangre
y fuego.
La muy desprestigiada OEA, Organización de Estados
Americanos, tampoco estaría comprometida en un respaldo precario a un régimen
de fuerza o a una administración “mixta” de transición hacia las elecciones.
Con un panorama así, se plantearían diferencias con el baño
de sangre que protagonizó Pinochet contra la Unidad Popular en Chile 1973. Pero
hay similitudes que reivindicar para el análisis. ¿Quién financió a los
camioneros chilenos con 2 millones de dólares? ¿No fue acaso la CIA y los
operadores que el imperialismo envió para tumbar a Allende? Pretender la
santificación de un gobierno en el cual, el propio Allende tuvo que preguntar: “¿quieren
decirme, quién es el presidente?”, es un absurdo. El fanatismo impune, el
desorden caótico, la provocación irresponsable, la magnificación de lo que
debió haber sido la respuesta popular, determinaron que en 48 horas, los
militares reinaran a su gusto y hambre de víctimas. Así de simple.
Pero hay una condición importante según los golpistas: ¡que
se vaya el presidente Castillo! La condición sine qua non es que renuncie y con
ello se produzca la puesta de hinojos de un mandatario que no viene del golpe
ni de la imposición de nadie, sino del legítimo voto popular. Las leyendas
urbanas de fraude no son más que vil onanismo grotesco de mentes torcidas. ¿Se
producirá semejante hecho? A tenor de las expresiones de Castillo, no será así.
Chile se ha “rehecho” para ser una sociedad en que minorías
con apellido, procedencia, academia, gobiernan y acaparan el mayor ingreso
nacional.
En Perú hace 200 años que cogollos miopes, cerriles,
retrógrados no comprenden que un Perú educado, disciplinado y firme como
adentrado en la revolución científica puede reeditar aquellos roles
protagónicos y productivos que antaño determinaran la influencia espectacular
de las culturas preíncas e incas y un dominio geopolítico para el cual nuestra
ubicación espacio-temporal provee todas las mejores condiciones.
Es hora de pescar el reto de construir un Perú justo, culto
y libre como rezaba el Preámbulo de la Constitución de 1979. Llegado es el
momento que los adalides despierten de su sueño egoísta de cuidar a su entorno
y reinventen al Perú. Las campanadas de la decisión suenan fuerte y claro
cuando se trata de levantar a la Patria.
Amén.