Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
10-8-2023
¡Que cretinos reembolsen dinero malgastado!
https://senaldealerta.pe/que-cretinos-reembolsen-dinero-malgastado/
Se lee en el diccionario: cretino, que es estúpido o necio.
La ciudadanía, con estupor, tomó conocimiento que el
Tribunal Constitucional declaró nula a la comisión del Congreso que “investigó”
el supuesto fraude en las elecciones del 2021. En buen castellano, el adefesio
que siempre fue ese cometido, le costó al Perú casi S/ 150 mil soles.
Hablar de los yerros, barbaridades, inexactitudes, torpezas,
faltas de imaginación, zancadillas a la sindéresis, ofensas al idioma,
producidos en el actual Congreso no es novedad, tampoco lo es que es casi lo
único que ha evacuado el conjunto de ciudadanos llamados “congresistas de la
República”.
Diría el elector común y corriente: una raya más al tigre.
Me temo que este es un caso con más importancia. No sólo por
la mentira germinal, iniciática y falsedad de que siempre fue portadora esta
comisión, sino que detrás de aquella, hay, vivitos y coleando, irresponsables y
miopes de tutuma que clamaron en todos los idiomas por una trampa que ¡jamás!
existió.
¿Quiénes son los responsables? ¡Todos los que se prestaron
al juego avieso para sabotear la elección de Pedro Castillo a Palacio! Sobre
todo los parlamentarios que fueran parte de la maniobra y que alegremente gastaron
recursos por decenas de miles de soles en forma necia y malvada.
¿Qué castigo a imponer a los cretinos y majaderos
irresponsables? Uno muy simple: ¡que reembolsen el dinero mal gastado! Y con un
documento que precise que reintegran fondos al Estado porque fueron empleados
de manera ociosa y maliciosa y cuyo móvil fue profundamente antidemocrático.
El leguleyo o tinterillo de ocasión, dirá que hay un
Reglamento y que tiene fuerza de ley. Es pertinente contestarle que ¡NUNCA! se
castigan las barrabasadas de los legisladores que viven persuadidos que Perú es
una chacra en la que pueden hacer lo que les venga en gana.
El pueblo no sólo resiente que unos (en su inmensa mayoría),
buenos para nada, ganen por encima de los S/ 10 mil soles cada mes y que gocen
de la compañía rentada de pelotones de asesores, brigadas de secretarias,
choferes y gasolina pagada con el dinero del contribuyente.
Comparar el microscópico sueldo mínimo, menos de S/ 1 mil
soles mensuales, con lo que reciben los precarios inquilinos de Plaza Bolívar,
representa la visión cabal de la desigualdad. En Perú se paga a funcionarios
para que hagan mal las cosas, empeoren la gestión del Estado y viajen,
disfruten y disfruten como gatos panza arriba, pero premiados con sueldos y
gratificaciones copiosas.
La acelerada descomposición del Congreso, sus numerosísimas
bancadas hechas añicos un día sí y al otro, también, confirman el odio popular
que apenas si les reputa menos de 10% de aprobación. Preguntar cuan legítimo es
un Parlamento cuya imagen está por las patas de los caballos, ya es otro tema
muy álgido.
¿Tendrán la imaginación y, sobre todo, valentía para agarrar
al toro por las astas y, por lo menos, discutir esta iniciativa simple y que
procura el reintegro del dinero botado al agua?
Lo más probable es que predomine el “espíritu de cuerpo”,
malhadado concepto detrás del cual la complicidad más abyecta vive en una
institución del Estado, blindando a forajidos depredadores de los fondos
públicos.
Los integrantes del muy devaluado Congreso debían, por
elemental deber, hacer un ejercicio de autocrítica. Si las marchas de julio no
han logrado defenestrar al gobierno de Dina Boluarte y cerrar el Legislativo,
no es garantía que eso les permita vivir felices hasta el 2026.
Diría, más bien, que toda prudencia no está demás. ¡Ni
siquiera el Ejecutivo, y su cabeza teórica, Dina Boluarte, la tiene segura. En
un país de sismos naturales, los terremotos políticos en esta precarísima
“estabilidad”, son más frecuentes y dañinos que los terremotos naturales.
En ajedrez hay una posibilidad, la de los gambitos que son
movimientos que se hacen, a veces hasta con sacrificio de piezas importantes,
para lograr avances agresivos en el terreno del adversario.
Si todos, sin excepción, los integrantes de la comisión del
falso fraude, devolvieran lo gastado, por lo menos, harían un acto de honor.
Aunque esa virtud sea difícil imaginarla en cualquiera de los legiferantes.
¡No cumplieron su labor “investigadora” de un hecho que no
ocurrió nunca: el “fraude”. En cambio sí fueron cómplices de consignas para
enlodar el triunfo, entonces, del señor Pedro Castillo.
¿Y qué hay con las agrupaciones que berreaban fraude y rebuznaban
por la vacancia? ¿No son compinches, uña y carne, de los que alegaban “fraude”?
Unos y otros son pecadores y tienen suciedad en la acción y en el alma.
La sociedad exige muestras y señales cabales y honradas.