Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
19-10-2024
¡Miedo, timba y decisión!
https://senaldealerta.pe/miedo-timba-y-decision/
¿No son los
empresarios, esa agrupación de hombres y mujeres de espíritu capaz de enfrentar
los retos, invertir dinero, generar ideas productivas y valientes para hacer
negocios, aún idóneos en Perú?
A su modo,
con capital más pequeño, su propio riesgo, con núcleos familiares y con
subrayada circulación de bienes y servicios, las pequeñas y medianas empresas y
las que no tienen ninguna clase de registro, son parte también de este
universo.
Si se
tratara de cantidad, las células microempresariales se cuentan por decenas de
miles y forman parte de un gigantesco sector de la economía peruana.
¿Miedo de
qué tienen aquellos que saben que trabajan con apego a la ley, con limpieza
justiciera en el trato con el personal, devotos del entusiasmo que escala
montañas y supera escollos financieros o de cualquier índole?
Arriba o
abajo, no hay empresarios si no hay trabajadores convictos y confesos. Se
reconoce, he allí la diferencia, que el liderazgo y el capital, no pocas veces,
se originan en los aportes, en dinero y en ideas, que ponen los adalides y para
ello no necesitan contratos bajo la manga, embajadores en el gabinete,
operadores en toda la administración pública.
Esos que
viven medrando al amparo del nombre inmenso o transnacional que poseen sus
empresas y que aquí gustan de ser llamados “empresarios”, las más de las veces
no pasan de anuentes y poco conflictivos palafreneros del poder extranjero.
Existen empleados
de alto nivel o ejecutivos que aquí gritan, vejan, abusan de los trabajadores,
pero se arrodillan y son aquiescentes hasta el asco, cuando llegan los jefes
extranjeros. Hay pues diferencias entre quienes son los dueños y los simples
mandaderos.
A pesar de
aquello, la violencia delictiva, por su lado, desmorona estructuras de confianza
en el servidor público, el policía, la autoridad civil o penal y los gatillos
locos obsequian balazos a diestra y siniestra.
El
empresario leal con su patria y su tierra no debiera requerir de compadres,
amigotes, presidentes, parlamentarios o ministros, para hacer ganancias
diáfanas y, mucho menos, para justipreciar la fuerza laboral.
En cambio.
Los delincuentes que compran al peso, mandatarios, legiferantes, ujieres en la
burocracia, estudios enormes de abogángsteres acostumbrados al muy polémico y
oprobioso “arte” de administrar coimas, homenajes, fiestas compra-conciencias y
que aquí abundan hasta con Carta Magna propia, la de 1993, esos sí están con
miedo hasta los huesos.
Sospechan
los réprobos, con alguna razón o motivos, que han tocado fondo y que el
gobierno que viene no será tan prostituible como el que se va con sus mesalinas
gordas capaces de regalar o de malbaratear cualquier centímetro del patrimonio
nacional.
Hay pues
enorme diferencia entre los que sienten miedo que la limpieza y la meritocracia
sienten sus reales en las competencias empresariales y entre aquellos que desde
lustros atrás vienen amasando copiosas fortunas que se basan en el robo, la
exacción, la monra, el deshonor. ¡Esos son los que lloran hoy de terror ante un
simple aseo en la cosa pública!
Perú tiene
decenas de miles de empresarios de todo tamaño. Hay hombres y mujeres que están
huérfanos casi de reconocimiento social aunque son filón magnífico del
movimiento económico: las pequeñas y medianas empresas.
Las familias,
no pocas veces, trasladan su dinámica y unidad, a la gestión empresarial y
hasta exportan. El Estado debía considerar e impulsar su creatividad, entrenar
a sus líderes y alentar la participación institucional, política, cultural y de
identidad propia en ¡todas las actividades locales y foráneas!
Cancillería
tiene que entender que la promoción a través de sus oficinas en todo el mundo,
puede constituir la exportación de más y más riqueza con valor agregado que son
divisas para el país.
Miedo
sienten quienes son sabedores que el dinero de la timba social o la apuesta
tramposa, agoniza su horizonte o amengua sus rentas sucias. Pavor padecen los
que han hecho fortunas sobre la pobreza y miseria que NO pagaron con justicia
al trabajador siempre sufrido y despreciado.
Conozco empresarios
peruanos que han arriesgado hasta la camisa. Y gozan de la querencia y estima
de sus trabajadores. Pueden ser pocos, pero debían ser muchos. ¿Qué falta?:
conciencia que sólo el ensamble y un nuevo contrato social en que todos
enriquecemos merced al esfuerzo conjunto, procure pan para mayo y años
venideros.