Victoria Villalobos:
a la maestra con cariño
por Jorge Smith; kokosmithm@hotmail.com
11-12-2017
Grande fue mi sorpresa al
entrar a dar la primera clase de un curso de licenciatura, cuando me encontré
que uno de mis alumnas iba a ser Victoria Villalobos, a quién había escuchado
cantar diversas veces en los repertorios más diversos. Algunas veces en la peña
de su padre, el eximio compositor e intérprete de música afroperuana José Villalobos.
Era sobrina también de Arturo Cavero, que con su peculiar e inconfundible
estilo ayudó al increíble auge de la música peruana en las últimas décadas. Su
formación inicial para el canto se hizo en la mata de la canción popular. En
otra ocasión, en otro concierto, me sorprendió y agradó escucharla cantando a
Mozart. Así comencé a descubrir su bella y equilibrada voz, que combina una
rigurosa formación técnica y esa necesidad de reflexión para interiorizarlo
antes de cantarlo, lo que es imprescindible cuando se aborda cualquier obra del
genio de Salzburgo.
Victoria se formó en Perú y
también en Argentina y Chile. Familiarizarse con la forma tan diferente a la
nuestra con la que se habla el idioma español en esos países sin contaminarse
mucho con sus acentos, no es fácil. Ella maneja su voz con maestría y, sobre
todo, su dicción es de una extrema claridad y a lo largo y ancho de una canción
en cualquier género. No hay una aceleración indebida, ni innecesarios
contrastes en la interpretación de cualquier canción, por larga o corta, fácil
o difícil que ésta sea.
Una interpretación de
Victoria, es toda una clase de música, y de allí, el título que pongo a este
corto artículo. Su forma de interpretar, sobre todo a Pinglo https://www.youtube.com/watch?v=Mx8zFijH9z4,
es de veras único y original y está trayendo un aire nuevo a la interpretación
de las obras del bardo. Las letras de Pinglo ya poseen en ellas, muchas veces
una increíble musicalidad y eso es algo que ella logra rescatar antes que se
introduzca el acompañamiento, como una versión que hace de “El Plebeyo” que me
parece magistral. Ella hace la introducción “ a capella” del texto desnudo,
vestido solo con su melodiosa voz. Nos describe la ciudad, la noche, el
relativo silencio, el escenario y el drama del personaje del vals. Recién
cuando se introduce la frase “El amor siendo humano, tiene algo de divino…”,
entra el acompañamiento. Para quien sepa escuchar, esa forma de interpretar la
obra, crea un efecto único. Las voces interpretativas de Jesús Vásquez o del
incomparable Alejandro Cortez, entran después de la guitarra. Son bellas
también, pero lo de Victoria es bello y novedoso.
Así también, en otras obras
de Pinglo, Victoria nos lleva de la mano, siempre con esa voz que puede subir y
bajar sin ninguna brusquedad, a veces enfática o llevando las cosas al tono de
la confidencia, pero nunca rompiendo la dinámica. Logra lo mismo con las obras
de Chabuca Granda que ha abordado.
La cantante ya nos dio
bastante y sin duda nos dará mucho más. Además la generosidad y sencillez de su
personalidad, son parte de su atractivo. La maestra sabe bien, que hacer un
arte del canto es justamente ese raro equilibrio entre expresar y comunicar. No
todos llegan allí. Muchos cantan, pocos comunican. Victoria sí.
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