¿Quién fue el universal e intemporal Vallejo?
por Jorge
Smith; kokosmithm@hotmail.com
4-9-2018
Centenario de
Los heraldos negros
Esta es una
pregunta que en algún momento se suele hace cualquier persona que tenga una
familiaridad con la obra del gran poeta peruano.
Al indagar,
buscando los testimonios de los que lo conocieron o tratando de deducir su
personalidad a partir de su obra, nos encontramos siempre con una gran paradoja
y es el hecho de que Vallejo, es un ser que no podemos enfrascar o atrapar en
un solo adjetivo, que es alguien que se nos escapa de las manos.
A diferencia
de ese gran extrovertido que fue Neruda, o aquel otro de un lirismo intenso y
exacerbado como lo fue Darío o también Octavio Paz con su poesía tan reflexiva,
conocer sus biografías, nos permite comprender en mucho sus fuentes de
inspiración. Con Vallejo no ocurre lo mismo.
En otros
géneros literarios como la novela, el ensayo o el cuento, podemos encontrar una
relación hasta causal entre los temas que trata un autor y aspectos o episodios
de su vida real. La literatura peruana abunda en obras literalmente
testimoniales y el caso de “Un mundo para Julius” de Alfredo Bryce, sea quizás
uno de los casos mas patentes. Al terminar de leer “El pez en el agua” tenemos
una idea mas o menos clara de la personalidad de Vargas Llosa, o por lo menos
que piensa él sobre sí mismo.
Pero a la
pregunta ¿Quién fue Vallejo? el enigma persiste. Conocer la totalidad de su
obra, no nos da una respuesta definitiva, pues su obra nunca es directamente
testimonial sobre su propia vida.
Lo que ocurre
es que por mucha coherencia interna que posea la totalidad de la obra de un
gran poeta, esta no suele iluminar su biografía. Ni la de Vallejo, ni la del
inglés Keats, tampoco la del poeta chino Li Tai Po o la del genial austríaco
Trakl. Mas que su vida los poetas nos transmiten la biografía de su
sensibilidad ante la vida, más que como actores de ella, como receptores del
impacto que esta tiene en ellos.
En ese
sentido hacer poesía, es muy diferente a hacer el recuento de viajes o de
experiencias diversas, que pueden ser interesantes pero son intrascendentes
para el olfato y la inspiración poética. La impresión subjetiva que acompaña
las experiencias, pueden alcanzar un valor literario para aquellos que conocen
el oficio, pero son pocos aquellos que logran alcanzar un nivel poético.
Como creador,
el poeta genuino, es parco y hasta pudoroso, aún cuando el lenguaje poético es
aquel de la confidencia íntima por excelencia. Escribir poesía supone haber
vivido una experiencia real o virtual en un estado muy especial. Esas
experiencias pueden ser alegres o dolorosas y es el rapto poético que permite
de alguna manera fotografiar esa experiencia de una manera singular, la cual se
plasma en una forma la mayor parte de las veces sugerida, muchas veces
dubitativa, como una carta escrita con una mano temblorosa. Leer de entrada:
“Hay golpes
en la vida, tan fuertes…Yo no sé
¡Golpes como
el odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!” que es la primera estrofa de “Los
heraldos negros”, es ser arrinconado desde que uno pone el primer pie en el
ring. Se siente el peso de toda una vida, de toda una sensibilidad, resumidas
en una sola línea. Vallejo alcanza siempre el nivel poético desde el saque.
Goethe uno de
los poetas universales, que escribió mucha y hermosa poesía, no siempre nos
jala o nos empuja de llano a su universo poético, pero a veces bastan solo dos
o tres líneas para lograrlo, como aquellas que están en la Elegía incluida en
la “Trilogía de la Pasión”:
“Ese beso, el
último; de sabor tan cruelmente dulce; que una trama espléndida de
amores rudo corta.”
Simón
Bolívar, que no era propiamente un poeta, pero que escribió cartas con una prosa
poética admirable como lo fue una de sus últimas. Fue escrita once días antes
de morir y sabiéndose desahuciado. Es atribuida a él (pero cuya autenticidad
todavía se discute) y dirigida a su prima Fanny. El texto, de él o no, alcanza
un nivel poético excepcional, con líneas que muchos bardos hubiesen querido
alcanzar, refleja como pocos eso que llamaríamos SINCERIDAD POÉTICA, sin lo
cual un poema o un texto con pretensión poética, puede ser el simple producto
de una hábil versificación. Lo real de esta bella carta, en la cual se cruzan
un estado de espíritu y contingencias históricas, es justamente esa SINCERIDAD
POÉTICA que refleja el texto que se sostiene por sí mismo, al margen de
reflejar lo que acontecía en el alma del Libertador en esos días póstumos en
Santa Marta:
“¡Adiós
Fanny!..
Esta carta
llena de signos vacilantes, la escribe la mano que estrechó la tuya en las
horas del amor, la esperanza y la fe; esta es la letra que iluminó el relámpago
de los cañones de Boyacá y Carabobo; esta es la letra escritora del decreto de
Trujillo y del mensaje al Congreso de Angostura.
¿No la
conoces verdad?
Yo tampoco la
reconocería, si la muerte no me señalara con su dedo despiadado la realidad de
este supremo instante. Si yo hubiera muerto en un campo de batalla frente al
enemigo, te dejaría mi gloria, la gloria que entreví a tu lado en los campos de
sol en primavera.”
Tres
personajes tan diferentes entre sí, Goethe, Bolívar y Vallejo, pero unidos por
una misma SINCERIDAD POÉTICA.
Vallejo
aunque desconcertante a veces en el uso que hace del lenguaje, es riguroso en
el uso del vocabulario, sabiendo cuándo darle a las palabras un sentido común o
figurado. Su lenguaje poético es riguroso cuando pretendidamente escribe sobre
sí mismo, pero nunca es más intensa su poesía, ni más apropiadas las palabras
como en aquellos momentos en que escribe y acepta con desgarradora lucidez, la
precariedad de la condición humana. El mal llamado pesimismo vallejiano es una
forma de lucidez, más que sobre sí mismo, sobre su experiencia de la vida
misma. Si bien en algunos momentos o quizás en muchos, hubieron sinsabores en
la vida de Vallejo, en su Santiago de Chuco natal o su estadía parisina, pero tales
momentos no se reflejan en una forma literal en su obra, salvo en muy contadas
excepciones. Vallejo es duro y directo, sin ser necesariamente crudo. La
crudeza es privilegio del rapero, no del poeta. El dolor mismo en la poesía del
vate peruano, no es vivido como una reacción a circunstancias precisas, como lo
podrían ser una separación traumática o una pérdida inesperada. Si así fuese,
la obra de Vallejo no tendría la universalidad que posee su mensaje al poder
ser percibido a cabalidad por un ruso o un canadiense, un japonés o un chino.
Si su poesía hubiese estado sujeta a circunstancias demasiado precisas y
contingentes tampoco su obra tocaría con la misma intensidad, al joven, al
hombre maduro o al anciano. Vallejo es pues universal e intemporal.
Quizás el
precio de guardar por siempre un enigma sobre su persona, es aquello a lo cual
están condenados los hombres realmente creadores. La obra de los artistas
geniales, sobre todo si son poetas o músicos, nos abren siempre nuevos
horizontes, nuevos ámbitos de asombro, y al mismo tiempo nos interrogan sobre
la esencia y el significado de la obra de arte y las oscuras fuentes de la
creatividad. Paradójicamente sus obras iluminan nuestra búsqueda y comprensión
de muchas cosas, pero no nos dan respuestas definitivas para comprender en su
real complejidad a los seres creadores. Así cada día conoceremos mejor la obra
de Vallejo o las circunstancias de su vida, pero al igual que con Mozart, cuyas
obras cada vez se interpretan mejor, pero de menos en menos se sabe, quién
realmente fue.