Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
1-5-2023
¡Ha sonado la hora de nuevos líderes!
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Un gran reto, desafío
ineludible, que comienza hoy cuando celebramos el Día Internacional de los Trabajadores, representa el
descubrimiento, aliento y promoción de los nuevos grandes líderes que Perú
necesita.
Los adalides no solo se
desempeñan en el campo laboral-empresarial sino también y, sobre todo en los
tiempos actuales, en las bases de la sociedad civil. Clubes de madres,
asociaciones de diversa índole, organizaciones de provincias, padres de
familia, todos tienen rol importante.
Ese capitán de multitudes
que se llamó Haya de la Torre afirmó alguna vez: “no hay buenas o malas masas,
sólo hay buenos y malos dirigentes”.
Y, precisamente, he allí
la gran dificultad contemporánea del Perú: no hay adalides. A lo más, veletas
acomodaticias según como sople el viento y, a veces, resbalan por terrenos
fangosos, inseguros y no pocas veces tropiezan y se rompen las muelas.
De tanto improvisar, el
perfil príncipe de tal o cual partido, es hoy una aplanadora lista para servir
a los apetitos electoralistas de quienes tienen el timón.
¿Y las ideas, la doctrina
o la ética?
¡Bah, dicen los palurdos,
“seamos pragmáticos, a nadie le importa nada de eso”.
Y la historia es dura: en
Perú desaparecieron los partidos, sólo tenemos patotas electorales que cobran en
miles de dólares, los puestos en las listas de candidatos.
Ciertamente que los
tiempos de las grandes figuras singulares que al sólo conjuro de su voz moral y
fuerte, convocaban a las multitudes, ha pasado a un plano inferior.
Si se lee con atención la
biografía de políticos peruanos de los últimos 30 ó 40 años, todos ostentan un
impresionante ramillete de claudicaciones. La una más grosera que la anterior.
Ni honra a la palabra y, mucho menos, lealtad a las ideas.
Las excepciones siempre
son pocas.
En cambio, sin vergüenza,
sí abunda la vigorosa y lamentable predilección hacia los puestos y al silencio
que cubre cualquier maroma o conciliábulo. ¡Eso sí, sólo entran los del
cogollo, los amigotes y los que hacen los negocios!
Por tanto, ¿qué se puede
esperar de un país guiado por taifas o pandillas? ¡Poco, muy poco!
El cenáculo, reunión
oligárquica de amiguísimos, piensa por el resto y sólo provee soluciones llave
en mano, donde manda el dólar y la mano negra es la de quienes siempre se
embolsican los dineros que vienen de los monstruos imperialistas Estados Unidos,
China o cualquier otra potencia.
Los pretextos son
variopintos: el analfabetismo, los derechos humanos, los niños, el sistema
electoral, las mesas de concertación, temas que se convierten en caricaturas y
adefesios por parte de estas grandes sanguijuelas profesionales.
Una revolución punitiva
que castigue severamente a todos los que han hecho de la política vil negociado
culpable; un encuentro con el genuino Perú que reivindique a sus provincias y a
su gente líder al mando inobjetable de sus pueblos, son giros de una sinfonía
social que aguarda a sus portaestandartes con indiscutible vocación libertaria.
La democracia no es el
adefesio o embeleco por el cual la gente vota en las urnas y punto.
¿Acaso no se viene
escogiendo a los mismos mediocres y míseros de siempre? Este grupo político ya
fracasó y no tiene remedio.
Es un cáncer terminal al
que hay que erradicar con la fuerza del ciclón que no deja piedra sobre piedra
para comenzar de cero y con gente limpia de cuerpo y alma.
¿Qué nación puede edificar
nada si tiene en sí misma los bacilos de su morbo incurable? ¡Ninguna!
Conviene repetir que la
prensa también observa un comportamiento dictado por los grandes patrones.
No es la noticia en sí,
sino lo que conviene que la gente piense que deba ser el tema o el foco.
Los fraudes de todos los oficialistas
pasan como temas policiales, cuando también son monumentales estafas políticas
y lo que merecen esos facinerosos es simplemente el calabozo.
Pero, tal parece que hay
muchos peces gordos........... ¡y de distinta estatura!
¡Viva el Día Internacional
de los Trabajadores!
¡No hay buenas ni malas
masas, sólo hay buenos y malos dirigentes!
¡Atentos a la historia;
las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el
gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame
y tácito de hablar a media voz!